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martes, 20 de abril de 2010

Confesiones de un prevaricador

Francisco Espinosa Maestre
Cuenta el historiador Enzo Traverso que en el año 403 a. de C., después de la terrible etapa de los Treinta Tiranos, Trasíbulo promulgó una amnistía y todos los ciudadanos atenienses fueron llamados a prestar el siguiente juramento: “No guardaré recuerdo de los males”. Sin duda, algunos deben pensar que de haberse hecho algo similar aquí, no hubiese sido necesario ahora actuar contra un juez que se ha atrevido a abrir una causa sobre los crímenes del franquismo. Su delito: prevaricación, es decir, haber adoptado a sabiendas decisiones contrarias a derecho. Según parece, el instructor Varela no pone en duda la existencia los crímenes sino la falta de competencia de su compañero para tal empeño y el hecho de que ignorara la esencia y las consecuencias legales de la amnistía de octubre de 1977. Pero, qué casualidad, que al hacer esto bloquea la investigación sobre lo otro.
Pues bien, yo, humildemente y reconociendo mi culpa, quiero colaborar con el señor Varela Castro en esta cruzada contra la prevaricación y en defensa del legalismo más absoluto, ese que permite ir contra un juez no porque no sea verdad la cuestión que ha puesto de manifiesto o que no esté justificada su iniciativa, sino porque no ha tenido en cuenta una ley que precisamente se hizo para impedir que alguien intentara tal cosa.
Quizás él lo ignore por no ser su campo, pero aquí en este país hay gente que lleva prevaricando mucho tiempo y todos en el mismo sentido que el juez Garzón: por ignorar o saltarse por alto la amnistía de 1977. Le hablo del mundo de la Historia. ¿Acaso no cabe considerar prevaricadores a aquellos que llegan a conclusiones igual de injustas y falsas que las del auto del juez Garzón? No le exagero si le digo que desde los ochenta para acá se cuentan por decenas los historiadores de todo el país (incluso de fuera) que han prevaricado, algunos de manera reincidente.
A pesar de saber que la amnistía del 77 borró todo lo ocurrido durante la dictadura y que por lo tanto a partir de ese momento ya no había ni hechos ni delitos ni culpables, han dedicado todo su esfuerzo a demostrar que el “18 de julio” fue un brutal golpe militar contra un régimen democrático; que quienes lo organizaron, con una partida de militares golpistas a la cabeza, incurrieron en gravísimos delitos; que para imponerse a una sociedad que mayoritariamente no los deseaba perpetraron todo tipo de violencias; que aún se ignora la magnitud y las consecuencias de los múltiples crímenes sobre los que edificaron su triunfo, y que fueron los que sumieron al país en una de las etapas más negras de su historia.
Señor Varela, hay numerosas obras que, pese a saber que todo eso fue borrado de la historia por ley, relatan con detalle aquellos hechos e incluso se regodean en dar nombres y apellidos tanto de los responsables como de las víctimas. ¿No se da cuenta de que estos son los verdaderos culpables, los inductores, de que el juez Garzón prevaricara? Es más, también han prevaricado los familiares de las víctimas, quienes olvidando igualmente la amnistía del 77 han pretendido que se hiciera justicia con los suyos. Y lo mismo cabría decir de las asociaciones de memoria, verdaderos nidos de prevaricadores que no han hecho sino delinquir desde hace más de una década. Incluso, por doloroso que sea, le diré otra cosa. Puede que no se haya percatado por sus muchas tareas pero en su propio gremio, aparte de Baltasar Garzón, hay también quienes han hecho declaraciones sobre la mencionada amnistía de la transición que los convierte si no en prevaricadores sí en cómplices de prevaricación.
Piense que, al fin y al cabo, la causa abierta por el juez no es más que una consecuencia de este turbio panorama y no tenga duda de que ir contra su compañero es simplemente callar al mensajero. Yo le animaría, señor Varela, a que ya puesto y con la buena compañía de que disfruta –el Supremo (en su mejor momento) por arriba y ese selecto grupo de querellantes por abajo– se empleara a fondo. Convénzase, señor Varela, aquí hay mucho prevaricador suelto por una razón: está mucho más extendida de lo que parece la especie de que la amnistía de octubre de 1977 fue un impresentable enjuague propio de aquellas circunstancias y cuya permanencia en una sociedad democrática no se puede consentir ni un día más. A favor de usted y en contra del juez Garzón juega que ni este gobierno ni su partido (y no digamos el PP) se atreverán a proponer su anulación, cosa que usted debe saber.
Y, si necesita ayuda, cuente conmigo: puedo pasarle los listados que estime convenientes, desde uno con más de doscientos historiadores prevaricadores hasta otro de decenas de asociaciones igualmente delictivas así como las referencias personales de miles de familiares que no dejan de prevaricar una y otra vez. Quedo a su disposición.
Francisco Espinosa Maestre.
Historiador y miembro del comité que asesoró al juez Garzón y autor del “Informe sobre la represión franquista” que se unió a la causa 399/2006-E.
Publicado en El Correo de Andalucía

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