Carta abierta a la ciudadanía.
Estimados ciudadanos, estimadas ciudadanas:
El Rey es empujado a salir al escenario por los poderes fácticos, que ante la profundidad y naturaleza de la crisis empiezan a utilizar todos los recursos. Se trata de salvar el sistema, la continuidad del capitalismo en el siglo XXI.
La constitución asigna al Rey el papel de arbitro entre los poderes del Estado, según el artículo 56 tiene la función arbitrar y de moderar pero sin asumir la responsabilidad de sus actos.
Llama la atención el silencio de don Juan Carlos ante la participación de España en las guerras de Irak y Afganistán, existiendo en estos casos anclajes constitucionales, porque son las Cortes las que aprueban la entrada de España en guerra y el rey es el que la declara.
Tampoco ha movido un dedo antes las tensiones con el estatuto catalán y su empantanamiento en el Tribunal Constitucional, no ha pronunciado una palabra de solidaridad con el pueblo saharaui, no ha dicho ni pío en defensa de nuestra soberanía ante los vuelos de la CIA,…
¿Qué pretenden ahora los poderes mediáticos y económicos alentando al Rey a abrir un proceso de diálogo con los sindicatos, la patronal y el Gobierno? No hay que ser un lince para ver cómo está el patio, las noticias económicas son cada vez más graves:
-Alemania está estancada, la locomotora de la UE parada.
-El paro supera en España los 4 millones de paradas y parados.
-Los EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) se multiplican, destruyendo miles de puestos de trabajo.
-La Banca retiene las ayudas públicas, para pagar sus préstamos en el mercado internacional al tiempo que mantiene cerrado el grifo del crédito a la economía productiva (autónomos y pequeña y mediana empresa).
En el horizonte no se ven brotes verdes.
La salida de la crisis pretenden cargarla sobre las espaldas del mundo del trabajo, material e inmaterial:
-Aumentando la edad de jubilación
-Despido gratuito
-Incrementar la precariedad laboral
-Privatizar servicios públicos esenciales.
-Ajustes en la Sanidad y la Educación Pública.
-Ralentizar la Ley de Dependencia
-Etc.
Los sacrificios requieren que el Rey juegue un papel como exponente de la arquitectura institucional y política del sistema. Se han percatado de que lo que está en juego es el sistema y han decidido utilizar todo el banquillo, todas sus bazas.
Cuando el Rey dice a los sindicatos que el pacto es para salvar España, supriman ustedes la palabra España y sustitúyanla por el capitalismo. Llegados a este punto habrá que recordar que la Casa Real no tiene ninguna autoridad moral, ética, ni política para pedir austeridad y sacrificios; cuando de los 9 millones de euros que recibe nada se sabe, es una partida sin control; cuando de su fortuna personal nada se sabe, su patrimonio es opaco.
Cuando de sus relaciones con gobiernos extranjeros, multinacionales y empresarios de los que recibe regalos no hay inventarios ni regulación alguna.
Con todo lo que arrastra. ¿Está el Rey en condiciones de pedir a los trabajadores qué se ajusten el cinturón, qué pierdan derechos sociales,…?
No solo no lo está, sino que además carece de legitimidad democrática, de ejemplo ético e histórico.
El Capital y su representantes se han quedado sin cartas bajo la manga, estamos ante la última partida y es la hora de que el movimiento sindical y la izquierda no acepten esta vez cartas marcadas y converjan con todos los movimientos anti-sistema que resisten.
Ahí está el futuro.
Un saludo,
Antonio Romero Ruiz
Ex Parlamentario
Secretario Político del PCA en Málaga
Coordinador de la RED por la III República
Estimados ciudadanos, estimadas ciudadanas:
El Rey es empujado a salir al escenario por los poderes fácticos, que ante la profundidad y naturaleza de la crisis empiezan a utilizar todos los recursos. Se trata de salvar el sistema, la continuidad del capitalismo en el siglo XXI.
La constitución asigna al Rey el papel de arbitro entre los poderes del Estado, según el artículo 56 tiene la función arbitrar y de moderar pero sin asumir la responsabilidad de sus actos.
Llama la atención el silencio de don Juan Carlos ante la participación de España en las guerras de Irak y Afganistán, existiendo en estos casos anclajes constitucionales, porque son las Cortes las que aprueban la entrada de España en guerra y el rey es el que la declara.
Tampoco ha movido un dedo antes las tensiones con el estatuto catalán y su empantanamiento en el Tribunal Constitucional, no ha pronunciado una palabra de solidaridad con el pueblo saharaui, no ha dicho ni pío en defensa de nuestra soberanía ante los vuelos de la CIA,…
¿Qué pretenden ahora los poderes mediáticos y económicos alentando al Rey a abrir un proceso de diálogo con los sindicatos, la patronal y el Gobierno? No hay que ser un lince para ver cómo está el patio, las noticias económicas son cada vez más graves:
-Alemania está estancada, la locomotora de la UE parada.
-El paro supera en España los 4 millones de paradas y parados.
-Los EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) se multiplican, destruyendo miles de puestos de trabajo.
-La Banca retiene las ayudas públicas, para pagar sus préstamos en el mercado internacional al tiempo que mantiene cerrado el grifo del crédito a la economía productiva (autónomos y pequeña y mediana empresa).
En el horizonte no se ven brotes verdes.
La salida de la crisis pretenden cargarla sobre las espaldas del mundo del trabajo, material e inmaterial:
-Aumentando la edad de jubilación
-Despido gratuito
-Incrementar la precariedad laboral
-Privatizar servicios públicos esenciales.
-Ajustes en la Sanidad y la Educación Pública.
-Ralentizar la Ley de Dependencia
-Etc.
Los sacrificios requieren que el Rey juegue un papel como exponente de la arquitectura institucional y política del sistema. Se han percatado de que lo que está en juego es el sistema y han decidido utilizar todo el banquillo, todas sus bazas.
Cuando el Rey dice a los sindicatos que el pacto es para salvar España, supriman ustedes la palabra España y sustitúyanla por el capitalismo. Llegados a este punto habrá que recordar que la Casa Real no tiene ninguna autoridad moral, ética, ni política para pedir austeridad y sacrificios; cuando de los 9 millones de euros que recibe nada se sabe, es una partida sin control; cuando de su fortuna personal nada se sabe, su patrimonio es opaco.
Cuando de sus relaciones con gobiernos extranjeros, multinacionales y empresarios de los que recibe regalos no hay inventarios ni regulación alguna.
Con todo lo que arrastra. ¿Está el Rey en condiciones de pedir a los trabajadores qué se ajusten el cinturón, qué pierdan derechos sociales,…?
No solo no lo está, sino que además carece de legitimidad democrática, de ejemplo ético e histórico.
El Capital y su representantes se han quedado sin cartas bajo la manga, estamos ante la última partida y es la hora de que el movimiento sindical y la izquierda no acepten esta vez cartas marcadas y converjan con todos los movimientos anti-sistema que resisten.
Ahí está el futuro.
Un saludo,
Antonio Romero Ruiz
Ex Parlamentario
Secretario Político del PCA en Málaga
Coordinador de la RED por la III República
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