Estamos asistiendo a uno de los mayores recortes sociales de la democracia. La reforma laboral, el pensionazo no vienen sino a apuntalar las políticas neoliberales del gobierno, con la connivencia del resto de partidos políticos, a excepción de Izquierda Unida. Lo que más llama la atención no es, sin embargo, la deriva política del PSOE, que ya nos tiene acostumbrados al “donde digo, digo, digo diego”. La política son los hechos, y en base a estos hay que juzgar a los responsables públicos, y no en base a valores construidos en el imaginario colectivo, más vinculados con el marketing que con la política real, de carne y hueso, de prioridades y partidas presupuestarias. Como decía, lo que más llama la atención no es esto, sino la escasa y débil contestación social que está teniendo.
Miento, sí existe contestación social, pero no organizada. La gente se queja, se queja de la falta de ayudas para los parados de larga duración, de los precios de los alquileres, las hipotecas, de la subida de la luz. Todo el mundo murmulla que el gobierno está haciendo pagar la crisis a los mismos de siempre. Cada cuál frente a su televisor, en la cola de la carnicería o en el bar de la esquina. Al mismo tiempo, existe un soniquete de fondo de que no se puede hacer nada, de que las únicas opciones políticas viables se articulan desde el enunciado “nos tenemos que abrochar todos el cinturón”. La precarización de la vida a la que nos venimos viendo sometidas, la falta de tiempo, la vida puesta a trabajar merman las capacidades de construir espacios de socialización y de identidad política transformadora que vertebren y llenen de coontenido político ese malestar social.
La precarización de la vida es la principal fuente de desafección política. Por tanto, el objetivo prioritario de las organizaciones y movimientos de izquierda, debe ser la desprecarización de la vida, desde la articulación de diversas estrategias, que marcan hojas de rutas a ratos diferentes. Esto marca un profundo sentido de “presente”, es decir, nos sitúa en la necesidad de construir alternativas políticas y abrir procesos de reorganización social que mejoren las condiciones de vida de las mayorías sociales, prioritariamente de los sectores más precarios, en el ahora.
Parece que los últimos ataques del gobierno a los intereses generales, ha reactivado en movimientos, organizaciones, entre académicos de la izquierda, la necesidad de abrir procesos de convergencia política y social que formulen una alternativa al neoliberalismo desde la izquierda. Procesos como el de Refundación impulsado por IU a nivel general y también en málaga, el proceso de Mesas de Convergencia impulsado entre otros por Juan Torres, o el proceso de OtraMálaga impulsado por la Coordinadora de Inmigrantes y la Casa Invisible forman parte de este mosaico de experiencias y experimentos.
Todos ellos comparten en su declaración de intenciones la necesidad de construir la alternativa desde la ciudadanía, abriendo procesos de participación social en barrios, centros de trabajo, universidades que vertebren políticamente, que generen contrapoderes. Pretenden abrir espacios de puesta en común de preocupaciones, tensiones, conflictos y también de propuestas. Y sobre todo, espacios para la movilización política, para provocar reacciones ciudadanas ante las políticas neoliberales y patriarcales que hoy están afectando nuestras vidas.
En el caso de Málaga se hace urgente, darle impulso político al proceso de OtraMálaga. Ente otros motivos, OtraMálaga tiene una oportunidad, en tanto aspira a hacer converger a diversos sectores ciudadanos de la izquierda malagueña desde las problemáticas que se suceden en el ámbito concreto, local. Al contexto general, en Málaga se suma un gobierno local del PP que cuando finalice la legislatura llevará 16 años gobernando. Un equipo de gobierno que ha hecho de los macroproyectos insostenibles y de la privatización de los servicios públicos sus principales señas de identidad. Los proyectos de las Torres de Repsol, del Puerto, el Málaga Valley o la mirada simpática que le suscita el proyecto del Jeque sobre los terrenos de Arraijanal (el único ecosistema marino sin urbanizar de la ciudad de Málaga).
La privatización de servicios públicos como el de limpieza, la gestión de los polideportivos o el jardín botánico. El incumplimiento del PP en materia de guarderías públicas, bibliotecas, centros de día o carril bici. Un 30% de desempleo, la segunda provincia con más desempleo de toda España han convertido a Málaga en la capital de la precariedad y el desempleo, y no en la del glamour y la cultura que se pretende vender.
Para la construcción de una Málaga sostenible, igualitaria es fundamental la centralidad del protagonismo ciudadano, para empezar a construir desde ya otro concepto de lo público, que pase por la autogestión de la vida cotidiana, y la vinculación de la representación institucional a los mandatos populares. Considero que cualquier alternativa política que aspire a ser hegemónica ha de construirse desde la confluencia de militantes, vecinos y vecinas organizados o no, referentes vecinales, ecologistas, feministas y sindicales. Y en ese camino hemos de ir construyendo.
Experiencias como las que hemos venido impulsando desde IU, con la celebración de los foros abiertos que organizamos el año pasado en torno a los ejes de economía y sostenibilidad en málaga, igualdad y derechos humanos en la ciudad, en el marco del proceso de Refundación. O Los talleres de mapeo de conflictos que se están haciendo en los distritos, empezando por el Palo, en los que la ciudadanía participa con IU y colectivos vecinales en la localización de conflictos y problemas que existen en el barrio y propuestas para resolverlos desde la acción municipal y la acción ciudadana. El traslado de estas demandas y propuestas ciudadanas al Ayuntamiento, en forma de iniciativas y mociones, a través del grupo municipal de IU. Son iniciativas que contribuyen al rearme político y organizativo de la ciudadanía en general, y de la izquierda, en particular y que nos han de situar en el camino del saber/ poder/ querer.
Y en estos momentos, es necesario construir en al menos dos sentidos. Movilizando contra las reformas neoliberales del gobierno y construyendo alternativas programáticas a las mismas; Construyendo una programa alternativo a la Málaga de la especulación, el paro y la precariedad. Ambos procesos confluyen pues la toma de conciencia política y la capacidad de elaboración programática se fortalece cuando uno tiene los pies en la tierra, y cuando está enfangado en procesos de movilización y trabajo colectivo.
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