Antonio Tellado
Secretario Político de la Agrupación "Andrés Rodríguez" del PCA
Con la remodelación del gobierno, Rodríguez Zapatero y su partido, que no pasan precisamente por su mejor momento, esperan tomar aire suficiente para llegar hasta el final de la legislatura. Confían, no cabe duda, en la grave falta de memoria que suele aquejar al electorado español y también que los ministros recién nombrados sean capaces de explicar mejor a los ciudadanos sus reformas. De las declaraciones del presidente se desprende su negativa valoración de los ministros salientes al no considerarlos suficientemente capacitados para explicar su propia política. Puede, que dadas las dificultades, lo que en realidad anden buscando sea un nuevo encantador de serpientes que consiga, como Felipe González en otros tiempos, vender como algo muy bueno lo que el día anterior calificaba de muy malo.
Es evidente que con el nuevo gobierno no se pretende hacer una política diferente a la que se está haciendo, reformas incluidas. Nada de emprender acciones que mejoren la penosa situación de amplias capas de la población, como se reclama insistentemente, sino simplemente se ha buscado a gente con una mayor capacidad para vender pájaros en vuelo. Sin embargo, había que coronar el pastel, faltaba la guinda, y como ya nos tiene acostumbrados, el pastelero nos ha sorprendido colocando no una, sino dos guindas, que no son otra cosa que lo que los comentaristas políticos en los diarios y los tertulianos han calificado como un guiño a la izquierda.
En primer lugar, para ocupar el ministerio de Trabajo se ha buscado a Valeriano Gómez, que a lo que se ve es capaz de hacer la cuadratura del círculo o al menos dejarnos a todos con la boca abierta sacándose un conejo de la chistera, porque la gente se pregunta cómo alguien que se manifestaba el 29 de septiembre contra las medidas del gobierno es capaz de aceptar precisamente el ministerio encargado de aplicar esas mismas medidas. Hay que tener mucho estómago y muchas ganas de ser ministro.
En el pretendido guiño a la izquierda hay otro nombramiento, el de Rosa Aguilar como ministra, que al producirse llevando tan pocos meses como consejera de la Junta de Andalucía, ha hecho circular por calles y plazas el rumor de que era una de las condiciones que puso para su cambio de empresa política, pegar el salto a ministra en Madrid en cuanto hubiera una remodelación de gobierno. Pero eso poco importa. Lo que sí es rechazable es presentárnosla como representativa de la izquierda ¿de qué izquierda? Para las decenas de miles de personas sencillas que la auparon a la alcaldía de Córdoba con sus aportaciones de dinero –modestas, claro está- o con su trabajo militante y desinteresado, vendiendo bonos, loterías o artículos varios para financiar la campaña, gastando su tiempo y esfuerzo en pegar carteles o repartir folletos, no es representativa de nada que se parezca a la izquierda. Pero ahora nos esperan tiempos de palabrería: Voy a trabajar…voy a abordar los problemas con cercanía…etcétera, etcétera. Poco importa que el gobierno al que ahora pertenece haya entregado el dinero de todos a los banqueros, ni que se siga en la OTAN o sigan las bases, lo que no hace mucho condenaba la nueva ministra, ni que estemos en la guerra de Afganistán perdiendo vidas y dinero, o que se siga fabricando y vendiendo armas al extranjero –especialmente a dictaduras del Tercer Mundo-, o el apoyo al imperialismo americano y a Israel, o el silencio ante la agresión de Marruecos al Sahara Occidental… Nada de eso ha importado a la señora Aguilar para aceptar una cartera en el gobierno, como tampoco le importó hace apenas unos meses dejar tiradas a miles de personas que confiaban en ella No señor pastelero/presidente, los que en su gabinete quieren hacerse pasar por representantes de la izquierda -la de las banderas rojas y republicanas- no la representan, todo lo más a esa socialdemocracia partidaria del capitalismo salvaje que usted encabeza. ¿Acaso cree que los votantes somos tan papanatas como para caer en el engaño?
Es evidente que con el nuevo gobierno no se pretende hacer una política diferente a la que se está haciendo, reformas incluidas. Nada de emprender acciones que mejoren la penosa situación de amplias capas de la población, como se reclama insistentemente, sino simplemente se ha buscado a gente con una mayor capacidad para vender pájaros en vuelo. Sin embargo, había que coronar el pastel, faltaba la guinda, y como ya nos tiene acostumbrados, el pastelero nos ha sorprendido colocando no una, sino dos guindas, que no son otra cosa que lo que los comentaristas políticos en los diarios y los tertulianos han calificado como un guiño a la izquierda.
En primer lugar, para ocupar el ministerio de Trabajo se ha buscado a Valeriano Gómez, que a lo que se ve es capaz de hacer la cuadratura del círculo o al menos dejarnos a todos con la boca abierta sacándose un conejo de la chistera, porque la gente se pregunta cómo alguien que se manifestaba el 29 de septiembre contra las medidas del gobierno es capaz de aceptar precisamente el ministerio encargado de aplicar esas mismas medidas. Hay que tener mucho estómago y muchas ganas de ser ministro.
En el pretendido guiño a la izquierda hay otro nombramiento, el de Rosa Aguilar como ministra, que al producirse llevando tan pocos meses como consejera de la Junta de Andalucía, ha hecho circular por calles y plazas el rumor de que era una de las condiciones que puso para su cambio de empresa política, pegar el salto a ministra en Madrid en cuanto hubiera una remodelación de gobierno. Pero eso poco importa. Lo que sí es rechazable es presentárnosla como representativa de la izquierda ¿de qué izquierda? Para las decenas de miles de personas sencillas que la auparon a la alcaldía de Córdoba con sus aportaciones de dinero –modestas, claro está- o con su trabajo militante y desinteresado, vendiendo bonos, loterías o artículos varios para financiar la campaña, gastando su tiempo y esfuerzo en pegar carteles o repartir folletos, no es representativa de nada que se parezca a la izquierda. Pero ahora nos esperan tiempos de palabrería: Voy a trabajar…voy a abordar los problemas con cercanía…etcétera, etcétera. Poco importa que el gobierno al que ahora pertenece haya entregado el dinero de todos a los banqueros, ni que se siga en la OTAN o sigan las bases, lo que no hace mucho condenaba la nueva ministra, ni que estemos en la guerra de Afganistán perdiendo vidas y dinero, o que se siga fabricando y vendiendo armas al extranjero –especialmente a dictaduras del Tercer Mundo-, o el apoyo al imperialismo americano y a Israel, o el silencio ante la agresión de Marruecos al Sahara Occidental… Nada de eso ha importado a la señora Aguilar para aceptar una cartera en el gobierno, como tampoco le importó hace apenas unos meses dejar tiradas a miles de personas que confiaban en ella No señor pastelero/presidente, los que en su gabinete quieren hacerse pasar por representantes de la izquierda -la de las banderas rojas y republicanas- no la representan, todo lo más a esa socialdemocracia partidaria del capitalismo salvaje que usted encabeza. ¿Acaso cree que los votantes somos tan papanatas como para caer en el engaño?
Hace tiempo que todo el mundo sabe que la procedencia política no es un aval para toda la vida, recordemos a Mussolini, que en su juventud fue un socialista de izquierda y terminó fundando el fascismo. Hoy sabemos que hay que ser de izquierda aquí y ahora, y que lo que se haya sido antes sólo da dividendos cuando de lo que se trata es de cambiarse de bando. No se arregla la política española con listillos ni tránsfugas cuando lo que necesita es regeneración.
Y por favor, señores del gobierno, dejen ustedes los guiños para los bares de alterne.
ANTONIO TELLADO
Y por favor, señores del gobierno, dejen ustedes los guiños para los bares de alterne.
ANTONIO TELLADO
Publicado en laRepublica.es el 25-X-2010
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