" … esas muertes queridas
van escribiendo la historia".
(Vamos juntos, Mario Benedetti)
Hace un año, más o menos, acudí a la entrega de los 'Premios Dolores Ibárruri', que otorga la organización de IU en Leganés (Madrid). Los galardonados eran Aminetu Haidar y Marcelino Camacho. La heroica activista saharaui sí acudió a la ceremonia; pero Marcelino, debido a su enfermedad ya no pudo asistir, al menos de forma física. Ante la imposibilidad de contar con Marcelino en persona, los organizadores tuvieron la muy brillante idea de grabar unas imágenes de video en casa de Marcelino y Josefina, unas imágenes de ese mismo día por la mañana. Escribo estas líneas y me vuelvo a admirar con el recuerdo de Marcelino, en una escena ritual, sentado en su mesa camilla con su periódico abierto y con un bolígrafo en la mano. Estudiando hasta el final, Marcelino, más allá de su afección, seguía subrayando las líneas principales, las claves. Aquel era Marcelino Camacho en estado puro, fiel a su costumbre de entender para luego actuar.
Lo primero que se me viene a la mente al recordar a Marcelino Camacho es la emoción y el dolor que, estoy seguro, siente la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras. Con la desaparición física de Marcelino perdemos a una figura esencial para el movimiento obrero y para la propia historia de este país a lo largo de la segunda mitad siglo XX. No en vano, en Marcelino los trabajadores tenían un referente claro, alguien que nunca les falló, alguien que nunca perdió el norte y que sabía cuál era su sitio. "Mi relación con Marcelino Camacho - ha escrito Rafael Calvo Ortega, ex ministro de Trabajo de la UCD- fue todo lo frecuente e intensa que él consideró conveniente. (…) Las cuestiones que había que debatir y resolver eran muy importantes: incorporación a la Constitución del reconocimiento de los sindicatos y de los derechos fundamentales y deberes de los trabajadores, Estatuto, Ley Básica del Empleo"… Así era Marcelino, a la par coherencia y coraje, la honestidad personificada en el hombre de la Perkins, el hombre del jersei de lana, el fundador de Comisiones Obreras (CC.OO.), el camarada del Partido Comunista de España (PCE), el compañero de Izquierda Unida (IU).
¡Qué podemos decir que no se haya dicho ya de Marcelino Camacho¡ ¡Cómo añadir alguna perspectiva nueva sobre la trayectoria y el ejemplo de Marcelino! ¡Cómo no usar palabras ya dichas para describir los sentimientos renovados que siempre nos acerca su presencia y su legado, siempre vigentes! "Sencillez y firmeza, larga trayectoria sin transfuguismos -escribió el propio Marcelino en Mundo Obrero, refiriéndose a Dólores Ibárruri, en palabras que hoy también sirven para él-. Humanismo, libertad, democracia, socialismo, TODA UNA VIDA, y un ejemplo que los asalariados y asalariadas, los marginados y marginadas, los parados y paradas no olvidaremos jamás".
Quizá todo está dicho ya con nuestro respeto y emoción. Respeto, ese es un tesoro que sólo las personas honestas son capaces de obtener y dignificar. Marcelino debiéramos ser todos, ante el fascismo de manos blancas, ante los corruptos de corbata color pastel, ante la indignidad de los explotadores. Marcelino debiéramos ser todos, y entonces la correlación de fuerzas no sería tan desproporcionada y, en todo caso, la batalla sería dada. Porque las batallas siempre han de darse. Marcelino las dio, armado de un coraje sin límite y de una voluntad de hierro. Se enfrentó a ellas con inteligencia, valentía y realismo. Un maestro, Marcelino, un maestro.
¡Qué bonito poder recordarte compañero, tal y como eras, siempre vital, siempre alerta, siempre tú, siempre uno de los nuestros!. Gracias, por tantas y tantas cosas. Marcelino.
Cayo Lara
Coordinador Federal de IU
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