Antonio Tellado
Hay dos formas de hacer política: ejercer el poder con absoluta independencia de aquellos que le votaron, concediéndoles como única forma de expresión el voto cada cuatro años, o ejercer el mandato de ese voto dando protagonismo y participación a la ciudadanía. Es evidente que los que de verdad mandan en el sistema en el que estamos instalados, entiéndase los banqueros y los grandes capitalistas del IBEX, prefieren la primera, que el ciudadano sea un simple consumidor al que se le atiborra de propaganda para que según las reglas del marketing ejerza su voto exactamente igual que compraría un detergente o una bebida refrescante. Con ese sistema ocurre lo que se decía en algunos juegos, que la banca –y sus compañeros de viaje- siempre ganan. Porque por obra y gracia de los medios de comunicación y del abundante dinero a disposición de los grandes partidos consiguieron instalar el bipartidismo que les permite ganar siempre. El truco es muy sencillo, apostar por los dos partidos dinásticos, los gemelos ZiPi y zaPPe que comparten la misma visión de la economía, la de las multinacionales y el mercado.
Durante muchos años los poderosos del reino han vivido en una auténtica orgía financiera en la que todo ha sido posible. Cada año sus beneficios aumentaban sobre los del anterior en cifras astronómicas, la mafia del ladrillo se llenaba los bolsillos de dinero inundando las playas y los parajes naturales de cemento, muchos políticos corruptos recogían su parte del botín en maletines o bolsas de basura, las mafias se instalaban en el país como Alicia en Wonderland, y los dineros negros, manchados con la sangre y el sufrimiento de millones de personas buscaban la reconfortante tranquilidad de los paraísos fiscales. Por si todo eso no fuera suficiente, para satisfacer la ansiosa avaricia de toda esa fauna, el Gobierno rebajó los impuestos de las rentas más altas y eliminó el de Patrimonio ¿Quién da más? Pero como la avaricia termina rompiendo el saco, explotó el globo y las vergüenzas –quizás la palabra no sea la más adecuada en este caso- quedaron al descubierto; los banqueros, que tienen la obligación de velar por el dinero que le depositan sus clientes, carecieron de la obligada prudencia y se dejaron hacer el timo del tocomocho, luego, en lugar de pagar penalmente por ello, recibieron dinero del contribuyente para que pudieran mantener sus astronómicos beneficios.
Han llegado tiempos en los que las vacas están extremadamente flacas, y el sufrido ciudadano, que, pese al festín de los grandes del reino, veía empeorar su nivel económico y sus condiciones de trabajo, ahora ve con estupor que el Gobierno dice digo donde antes decía Diego, accediendo a tomar las medidas encaminadas a reducir el déficit que tan insistentemente le reclamaba el Partido Popular. La congelación de las pensiones, la rebaja de los sueldos de los funcionarios (maestros, médicos, enfermeras, cuidadores de discapacitados, limpiadoras, empleados, etc.) es un retrato de cuerpo entero del sistema bipartidista: millonarias campañas electorales con las que se intenta atraer al elector, sistemáticamente golpeado por periódicos, radio y sobre todo por la televisión, con mensajes como Vamos a ganar el futuro o El cambio necesario ¿Qué futuro? ¿Qué cambio? ¿Para quiénes? Al fin llegamos al meollo de la cuestión, porque el ciudadano, a poco que piense, cae en la cuenta de que el voto no es gratuito, que tiene sus consecuencias, que el cambio prometido no es otra cosa que el cambiazo y que el futuro lo van a ganar los que ya han ganado el presente. Ahora se explica por qué los sacrificios se les hace pagar a los más débiles y no se toma ninguna medida para que paguen los que ocasionaron la crisis, los que en los últimos tiempos se han venido forrando y los que más tienen, ahora puede comprender el que quiera comprenderlo por qué se gasta dinero sin tasa en las campañas electorales, por qué el sistema fomenta que sólo haya dos partidos en el panorama, y sobre todo por qué se quiere que el ciudadano piense lo menos posible. No, el voto no es gratuito y lo van a pagar todos los ciudadanos, hayan votado a los partidos del sistema o no los hayan votado. Ahora sólo queda luchar contra las medidas, y sobre todo, tomar bueno nota de lo que pasa cuando se le da la confianza del voto a los que en el mejor de los casos utilizan eufemismos como flexibilización del mercado de trabajo para no decir despido libre, competitividad en lugar de decir trabajar más por menos dinero y cosas por el estilo, y llegado el caso, como ahora, hacen lo contrario de lo que prometieron.
Durante muchos años los poderosos del reino han vivido en una auténtica orgía financiera en la que todo ha sido posible. Cada año sus beneficios aumentaban sobre los del anterior en cifras astronómicas, la mafia del ladrillo se llenaba los bolsillos de dinero inundando las playas y los parajes naturales de cemento, muchos políticos corruptos recogían su parte del botín en maletines o bolsas de basura, las mafias se instalaban en el país como Alicia en Wonderland, y los dineros negros, manchados con la sangre y el sufrimiento de millones de personas buscaban la reconfortante tranquilidad de los paraísos fiscales. Por si todo eso no fuera suficiente, para satisfacer la ansiosa avaricia de toda esa fauna, el Gobierno rebajó los impuestos de las rentas más altas y eliminó el de Patrimonio ¿Quién da más? Pero como la avaricia termina rompiendo el saco, explotó el globo y las vergüenzas –quizás la palabra no sea la más adecuada en este caso- quedaron al descubierto; los banqueros, que tienen la obligación de velar por el dinero que le depositan sus clientes, carecieron de la obligada prudencia y se dejaron hacer el timo del tocomocho, luego, en lugar de pagar penalmente por ello, recibieron dinero del contribuyente para que pudieran mantener sus astronómicos beneficios.
Han llegado tiempos en los que las vacas están extremadamente flacas, y el sufrido ciudadano, que, pese al festín de los grandes del reino, veía empeorar su nivel económico y sus condiciones de trabajo, ahora ve con estupor que el Gobierno dice digo donde antes decía Diego, accediendo a tomar las medidas encaminadas a reducir el déficit que tan insistentemente le reclamaba el Partido Popular. La congelación de las pensiones, la rebaja de los sueldos de los funcionarios (maestros, médicos, enfermeras, cuidadores de discapacitados, limpiadoras, empleados, etc.) es un retrato de cuerpo entero del sistema bipartidista: millonarias campañas electorales con las que se intenta atraer al elector, sistemáticamente golpeado por periódicos, radio y sobre todo por la televisión, con mensajes como Vamos a ganar el futuro o El cambio necesario ¿Qué futuro? ¿Qué cambio? ¿Para quiénes? Al fin llegamos al meollo de la cuestión, porque el ciudadano, a poco que piense, cae en la cuenta de que el voto no es gratuito, que tiene sus consecuencias, que el cambio prometido no es otra cosa que el cambiazo y que el futuro lo van a ganar los que ya han ganado el presente. Ahora se explica por qué los sacrificios se les hace pagar a los más débiles y no se toma ninguna medida para que paguen los que ocasionaron la crisis, los que en los últimos tiempos se han venido forrando y los que más tienen, ahora puede comprender el que quiera comprenderlo por qué se gasta dinero sin tasa en las campañas electorales, por qué el sistema fomenta que sólo haya dos partidos en el panorama, y sobre todo por qué se quiere que el ciudadano piense lo menos posible. No, el voto no es gratuito y lo van a pagar todos los ciudadanos, hayan votado a los partidos del sistema o no los hayan votado. Ahora sólo queda luchar contra las medidas, y sobre todo, tomar bueno nota de lo que pasa cuando se le da la confianza del voto a los que en el mejor de los casos utilizan eufemismos como flexibilización del mercado de trabajo para no decir despido libre, competitividad en lugar de decir trabajar más por menos dinero y cosas por el estilo, y llegado el caso, como ahora, hacen lo contrario de lo que prometieron.
Es necesaria otra política, que destierre del panorama el blanco o el negro del bipartidismo reflejando la pluralidad real de la sociedad, que se ejerza el gobierno en favor de la mayoría, que se castigue a los ladrones de guante blanco –“legales” o ilegales-, y sobre todo que el ciudadano ejerza un control permanente sobre los que lo gobiernan. Pero, los medios de comunicación no lo van a poner fácil y sobre todo, no es el hombre animal capaz de no volver a tropezar en la misma piedra, por lo que hay que temer que dentro de poco, volverán de nuevo a presentarse ante las pantallas de televisión ZiPi y zaPPe ofreciendo lo que no van a cumplir y que el votante nuevamente consienta dejándose engañar…o puede haber aprendido la lección y mandarlos a freír espárragos.
Antonio Tellado
Secretario Político de la Agrupación "Andrés Rodríguez" del PCA de Málaga
Artículo publicado en larepublica.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario