El Área Federal de Educación de Izquierda Unida señala que
la contrarreforma de Wert supone una "auténtica vuelta al modelo
tardofranquista elitista y segregador que dará al traste con los principales
avances en la educación pública que se habían conseguido durante la democracia".
Para Izquierda Unida "esta contrarreforma está condenada y nos condena al
fracaso escolar y social".
Izquierda Unida denuncia que la reforma educativa de Wert no
sólo da pasos en sentido contrario a los criterios pedagógicos vigentes, sino
que recupera las reválidas superadas del franquismo, ataca frontalmente la
equidad social, segregando al alumnado desde los 12 o 13 años, y es
profundamente clasista al perjudicar a los sectores sociales con mayores
dificultades socioeconómicas. Estos retrocesos están pensados sobre todo para
que sólo una minoría selecta salga
beneficiada.
Con esta contrarreforma el alumnado no sólo va a ser
seleccionado desde edades tempranas a través de “itinerarios” segregadores,
sino que muchos de ellos lo serán por razones de origen económico, equiparando
pobreza y poca capacidad para el estudio.
Izquierda Unida denuncia que esta contrarreforma es una
restauración de la LOCE
de Aznar, cuyo criterio central era separar y segregar cuanto antes, con
medidas que no conducen a reducir el abandono y el fracaso escolar, como
pretenden hacernos creer, sino a eliminar progresivamente la igualdad de
oportunidades mediante una formación común durante la etapa obligatoria. Se
busca derivar cuanto antes a la población escolar con mayores dificultades
hacia FP de grado medio, convirtiéndola de nuevo en una vía de segunda
categoría, destinada a quienes no logren acceder a Bachillerato.
Se pretende ocultar ese propósito segregador arguyendo que
se trata de "volver a lo básico", un eufemismo neocon para justificar
itinerarios devaluados dentro del período obligatorio, con unos contenidos
mínimos y elementales. Se trata así de preparar mano de obra barata, dotada con
meros conocimientos instrumentales básicos para acceder a un futuro mercado laboral
precario y en constante rotación. Sólo quienes logren superar todas las
reválidas que se pretenden imponer podrán acceder a una formación más completa
y cualificada dirigida a cubrir empleos técnicos o directivos (quienes lleguen
a los másters universitarios).
Wert y la derecha quieren convertir la educación en una
carrera de obstáculos, mediante la superación de pruebas y reválidas al final
de cada etapa (Primaria, ESO y Bachillerato). Apuesta claramente por un modelo
de enseñanza basado en la presión del examen, frente a un modelo educativo
centrado en las necesidades y motivaciones del alumnado. Es lo que el PP
entiende por “cultura del esfuerzo” y “carrera meritocrática”. En vez de buscar
estrategias para motivar y apoyar al alumnado a lo largo de todo su proceso de
aprendizaje, se concibe la educación como un camino de penitencia y sufrimiento
("la letra con sangre entra"). El problema añadido es que este
sistema conduce a una enseñanza empobrecida que sólo prepara al alumnado para
aprobar exámenes en todas las etapas educativas, como ya pasa en bachillerato
de cara a la selectividad.
Además la contrarreforma educativa busca someter los centros
educativos a las exigencias del mercado, mediante la
"competitividad", estableciendo pruebas externas a nivel nacional,
para ofrecer una clasificación de colegios según sus resultados. Con el fin de
que los “clientes” puedan comparar y elegir aquél que más ventajas les aporte a
sus hijos e hijas en el futuro mercado laboral. En este mercado competitivo las
escuelas se hacen más selectivas, rechazando al alumnado que presente mayores
dificultades y que pueda hacer descender posición en el ranking de centros.
En este modelo de competencia, se quiere instaurar el ‘pago
por resultados’ propio del mundo empresarial, en el ámbito educativo. Se trata
de aplicar refuerzos e incentivos a los centros, no ya en función de las
necesidades de su alumnado, sino de acuerdo con los resultados que obtienen en
esas evaluaciones.
Está claro que con esta enésima reforma, unida a los
brutales recortes en la educación pública que ha propiciado el PP, tanto desde
el Gobierno Central como desde las Comunidades Autónomas, se busca profundizar
en el proceso de privatización, segregación y desmantelamiento de la educación
pública, tratando ahora de justificar y consolidar esos recortes con esta
contrarreforma.
Izquierda Unida hace un llamamiento a la comunidad educativa
para aunar esfuerzos y compartir iniciativas contra las políticas educativas
del PP, que suponen el ataque más grave a la educación pública desde la
transición, que nos retrotrae al modelo de escuela decimonónica y que, con la
excusa de la crisis, pretende convertir la educación pública en una red
subsidiaria y asistencial, dirigida a los sectores mas desfavorecidos y con
mayores dificultades de aprendizaje. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e
hijas, y el de la sociedad en su conjunto.
¡Por la Rebelión Democrática !
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