Desde “Comunistas de Málaga”, por su indudable interés
humano y político, iremos reproduciendo las crónicas y reflexiones que desde
Gaza realicen nuestros camaradas Manolo “Teniente” y Manu Pineda en su viaje
solidario e internacionalista en favor del pueblo y la causa palestina. Buen
viaje y éxito en el trabajo que desarrolláis, para nosotros y nosotras,
vuestros camaradas de Málaga, siempre es un orgullo contar con el ejemplo
humanitario y revolucionario que demostráis día a día.
Salud.
Querid@s compañer@s, después de que el año pasado, nos
impidieran llevar a Gaza ayuda humanitaria el Gobierno Israelí y sus aliados, y
sobre todo, romper el ilegal muro de bloqueo impuesto al pueblo palestino, este
año hemos vuelto un grupo de tres personas a viajar a Gaza, y hemos entrado por
el hueco que la revolución popular egipcia abrió en el muro del aislamiento
palestino, obligando a su gobierno, después de la caída de Mubarak, a abrir el
paso de Rafah que es el trozo frontera que Egipto tiene con Gaza. Ahí os mando
mis impresiones del viaje por si os interesa. Siento no estar recibiendo a
los mineros en Madrid, y siento no estar
al lado de mis compañer@s de CCOO en la multitud de luchas a las que estamos
haciendo frente, pero será cuestión de pocos días los que estaré por aquí.
Saludos fraternales.
Manolo García.
¡¡Estamos en Gaza!!
Ayer, 7 de Julio, San Fermín,
entramos en Gaza, por la frontera de Rafah, de Egipto. Esta frontera que
mantuvo cerrada Mubarak, dentro de sus acuerdos de colaboración con Israel, fue
abierta después de su caída forzada por el movimiento popular egipcio. No
obstante las condiciones de su apertura son precarias. Solo funciona desde las
9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, y los días de rezo, los Viernes para el
mundo musulmán, la frontera permanece cerrada. Por supuesto sería impensable
cerrar un viernes la frontera del Cairo, vía aeropuerto, con el mundo
occidental. Pero también hay fronteras para ricos y fronteras para pobres.
Además la frontera solo está habilitada para que crucen personas, pero no
vehículos con mercancías. Es decir, el aislamiento comercial de Gaza, impuesto
por el gobierno de Israel, sigue siendo respetado por Egipto, y solo consiguen
pasar, lo que en sus grandes maletas pueden cargar las personas de Gaza con autorización
de entrada en Egipto, cosa que tampoco es fácil. Así, las vías de entrada de
mercancías en Gaza, son oficialmente las que entran por la frontera de los
territorios ocupados por Israel, y que dependen en calidad y en cantidad de los
que decida políticamente su gobierno, y lo que entra de contrabando por los
túneles que la gente de Gaza ha excavado en la línea de la frontera, túneles
impulsados desde el gobierno palestino de Gaza, y no autorizados, pero “ignorados” por el
gobierno egipcio.
El grupo que viajamos a Gaza, lo
componemos tres personas, Manu Pineda, uno de los impulsores de la 2ª flotilla
de la libertad a Gaza, del año pasado, y que cuando esta no pudo cumplir su
cometido, exploró la entrada vía Egipto y cuando lo logró, se trajo para España,
varios proyectos de cooperación. Saray y yo. El trío somos de Málaga, de CCOO,
de IU, y participamos en la
Asociación de Solidaridad Internacional Unadikum.
El viaje ha sido difícil. No hay
autobuses de línea ni nada parecido, del Cairo a Rafah, la frontera con Gaza.
Se va en coches particulares, o en taxis colectivos. Habíamos contratado un
coche para el Jueves día 4. Este tuvo un accidente y no pudimos salir. Los
coches que buscamos no querían ir porque temen que los asalten en el camino los
beduinos. El viernes era día de rezo, así que teníamos que esperar al sábado.
Contratamos un coche con el que salíamos a las 4 de la mañana. Este finalmente
tampoco pudo salir, pero pudimos engancharnos en un taxi colectivo, que con 8
personas abordo, partió a las 2’30 de la mañana del Cairo y nos dejó en la
frontera de Rafah a las 10’30. Salimos
desde el Cairo en dirección Port Said, donde el canal de Suez sale al
Mediterráneo, y antes de llegar doblamos a la derecha, cruzamos el canal por un
viaducto y luego recorrimos toda la península del Sinaí por el norte, bordeando
la costa, que es básicamente un desierto, con grandes dunas de arena. Nunca
antes habíamos practicado la conducción suicida, es decir circular en dirección
contraria en una autovía. Bien esto lo que hizo nuestro conductor en varias
ocasiones en la que quiso acceder a un área de servicio, o una gasolinera al
otro lado de la autovía. Otra de las características de la conducción en Egipto
es que no hay limitaciones de velocidad y que en las rotondas nadie hace el
círculo, sino que atraviesa por el lado más corto.
La parte egipcia de la frontera
de Rafah es un caos. No hay un sistema definido de colas ni de procedimiento.
La gente se agolpa, se empuja, discute. En el sistema de revisión de pasaportes,
hay que entregarlos en un mostrador haciéndose sitio, y cuando los revisan, una
o dos horas después, para entregarlos, van leyendo nombres, y como hay mucha
gente apiñada, los devuelven tirándolo por el aire hacia el que lo pide, algo
así como lanzamiento de pasaporte. Después de perder horas y dinero (nos
cobran, obligatoriamente por persona, unos 20€
en libras egipcias por trasladar las maletas del patio de la frontera
egipcia al de la frontera palestina, unos 300 metros ), pasamos al
lado de la frontera Palestina de Rafah. Aquí parece como si cambiáramos de
mundo. No sólo está todo muy organizado,
sino que parece la salida de un aeropuerto internacional de cualquier ciudad
europea. A la entrada del edificio, que parece recién estrenado, las maletas se
dejan en una cinta transportadora. Hay un control de pasaportes palestinos con
varias cabinas, por los cuales la gente circula rápidamente y después de pasar
recogen sus maletas en otra cinta transportadora como las que hay en los
aeropuertos. Además de la diferencia de las instalaciones, la diferencia de
fondo es tratar a la gente como súbditos o como ciudadanos. Las visitas que no
son palestinas, tienen que declarar el objeto del viaje y que contacto tienen
dentro de Gaza, y son atendidos individualmente por funcionarios amables,
jóvenes y bien vestidos, que antes de autorizar la entrada se comunican con las
personas de contacto en Gaza.
Nuestro contacto es un médico
cardiólogo palestino que colabora con el Frente Democrático de Liberación de
Palestina, un partido de inspiración marxista y panarabista, no islamista. El
nos ha ofrecido un apartamento en Ciudad de Gaza, donde viviremos mientras
estemos aquí. La ciudad de Gaza está al norte de la Franja de Gaza. En total el
largo de la franja, que es una zona costera, mide 41 Km . y su ancho es de 6 o
menos Km. Esta zona costera está en el culo de saco del mediterráneo, y Serrat
también habría podido cantar en su Mediterráneo “desde Algeciras hasta Gaza”.
Aquí viven hacinadas y bloqueadas 1’7 millones de personas, por el delito de
haber nacido palestinas. Viajamos pues desde el sur de Gaza, que es Rafah,
hasta el norte que es ciudad de Gaza. Prácticamente, aunque la franja está
dividida en ciudades, éstas están en líneas de continuidad.
Después de instalarnos, comemos
con Dr. Issam, catedrático de Economía de la Universidad Islámica
de Gaza. Habla perfectamente castellano, acaba de regresar de Andalucía, donde
ha firmado convenios de colaboración con universidades de Sevilla y Almería. El
nos informa de que ha escuchado en la radio que ha habido varios niños heridos
ese día, seguramente por algún disparo de los tanques de Israel. Luego vemos en
un periódico digital de Gaza, en inglés, que en realidad se trata de que 4
niñ@s, de la misma familia, en la zona central de Gaza, Deir Al Balah, que han
sufrido heridas al explosionar, cuando estaban jugando, proyectiles que estaban
enterrados, y que provienen de los muchos no explosionados de los frecuentes
bombardeos de Israel, mayormente de la operación plomo fundido de Enero de
2009.
Después de comer vamos de compras
para abastecer el apartamento de algo de comida y cosas de limpieza. La moneda
corriente es el shequel de Israel que equivale aproximadamente a 20 céntimos de
€ y los precios son bastante más caros que en el Cairo. Es decir cuando
hablamos de la ocupación de Palestina por Israel, tenemos que saber que además,
que ellos controlan las fronteras, y deciden qué cosas y quien entra y sale,
también obligan a que la moneda de uso sea la de ellos. De manera que el pueblo
ocupado tiene que manejar diariamente unos papelitos con el idioma, los
símbolos y los personajes históricos de los ocupantes.
Al anochecer nos acercamos al pequeño
puerto pesquero de Gaza, a ver el monumento en memoria de los 9 activistas
turcos que fueron asesinados a bordo
barco Mavi Mármara, integrante de la primera Flotilla de la Libertad de solidaridad
con Gaza, que fue asaltada en alta mar por barcos y helicópteros de Israel. El
monumento es un monolito, que en su base tiene el nombre de los nueve
activistas muertos y banderas de Palestina y Turquía. Después nos hemos
acercado a la playa, que a pesar de que estaba entrada la noche, estaba
abarrotada. Familias enteras sentadas en la arena, cenando, tomando te o café y
muchos niños y niñas jugando y bañándose.
Esta mañana hemos visitado a un
matrimonio componente de la familia Samouni. Esta familia, muy extensa como son
las árabes, que vivía en la barriada Zaytun, fue obligada, durante la ocupación
israelí de comienzos de 2009
a encerrarse todos juntos, en una de las viviendas. La
excusa era su mayor seguridad. Pero a la mañana siguiente la vivienda fue
bombardeada, lo que supuso que treinta miembros de la familia resultaran
muertos y otros muchos heridos. El gobierno Israelita abrió una comisión de investigación
de este caso debido a las protestas internacionales, pero el mando que ordenó
el bombardeo ha sido ascendido recientemente. A la visita nos ha acompañado la
compañera Maphaz, una chica de 21 años, hija del anterior ministro de asuntos
exteriores de Gaza.
El matrimonio que hemos visitado
perdió un hijo de 15 años y una hija de 14 de los 10 hijos que tenía. Otros dos
fueron heridos, Abdalá que hoy tiene 11 años y Mohamed que hoy tiene 8 años.
Justamente el motivo de nuestra visita a Gaza, es traer ambos niños, que han
perdido la movilidad de sus brazos derechos, por herida de codo y hombro, a
operarlos en Andalucía, para lo que hemos hecho un Convenio con la Consejería de Sanidad. Ahora,
gestionamos (vía Izquierda Unida) el necesario permiso del Gobierno de Israel,
para que los niños puedan salir hacia España. Al viaje lo acompañará su padre
Wael. La familia vuelve a tener diez hijos, ya que mientras tanto le han nacido
otro hijo y otra hija. Será la Asociación
Unadikum , la que corra con los gastos de los tres palestinos
en España, ya que la Junta
de Andalucía sólo cubrirá el gasto de las operaciones, habiéndonos
comprometidos nosotr@s a cubrir todos los demás gastos incluidos los de las
medicinas que sean necesarias, para lo cual esperamos la colaboración de los
compañer@s que puedan aportar algo.
En el recorrido que hemos hecho
hoy, en la visita a la familia Samouni, hemos visto numerosos edificios con
impactos de bala y metralla. A poco que se fije un@, ve por todas partes
señales de los ataques del ejército israelí. La otra expresión gráfica, muy
visible, de la situación son los numerosos murales que hay en las calles que
expresan la batalla y la resistencia palestina, por su libertad y su soberanía
como pueblo, frente a las bombas, los tanques y los helicópteros del ejército
de Israel.
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