Secretaría de Memoria Histórica del PCA de Málaga
En la mañana del día 8 de febrero
entraban en la capital malagueña, sin apenas resistencia, las avanzadillas de
las tropas “moras” y falangistas que mandaba el coronel Borbón. Al mismo tiempo
las tres columnas motorizadas italianas se internaban en la ciudad por
diferentes lugares y a las que se unieron tropas desembarcadas de los buques
franquistas que fondeaban en el puerto y que apenas unas horas antes
bombardeaban Málaga. A las 5 de la tarde las diferentes tropas de ocupación
fascista desfilaban sobre las calles de la Málaga republicana.
Finalizaban sietes meses de
acoso, de bombardeos indiscriminados, las penurias de una ciudad cercada (el
desabastecimiento de bienes básicos de consumo y medicinas, las carencias de
ropas de abrigo y calzado, etc.). A estas difíciles circunstancias se les unió
desde un principio una enorme marea humana de refugiados que huían, del horror
fascista, de los diferentes pueblos de la provincia y de otras ciudades
andaluzas ya tomadas por los rebeldes, y que a una ciudad de unos 200.000
habitantes llegaron cerca de 90.000 refugiados. Las autoridades republicanas
intentaron hacer frente a este problema humanitario, con más voluntarismo que
eficacia ante la escasez de medios, y buscaron alojamiento en viviendas,
hoteles, cuarteles y edificios religiosos, a esta marea humana. Pero el
hacinamiento y la falta de higiene convirtieron estos recintos en espacios donde
se propagaban las enfermedades, situándose al borde de las epidemias, y que
ocasionaron la muerte de innumerables niños y ancianos.
Apenas unas horas antes de la
caída de Málaga, y dada la orden de retirada de las fuerzas milicianas, mal
equipadas y peor armadas, de los diferentes frentes malagueños, la gran mayoría
de la población malagueña y las decenas de miles de refugiados, sintiéndose
amenazadas ante las atrocidades que contaban los refugiados de las poblaciones
ocupadas, decidían huir por el único camino posible, la Carretera de Almería.
Allí padecieron el terrible calvario de los bombardeos de la aviación y la
flota fascista, mientras eran perseguidos por las fuerzas motorizadas
italianas, dejando un sendero de miles de cadáveres a lo largo de los cerca de
200 kms. de difícil camino, calculándose por parte de historiadores
especialistas entre 3000 y 5000 las víctimas de este trágico suceso.
En estos dramáticos sucesos de la
llamada “Carretera de la Muerte ”,
uno de los episodios más horrorosos de la guerra, destacó en su humanitaria labor,
salvando innumerables vidas de malagueños y malagueñas huidas, el doctor
canadiense Norman Bethune, de filiación comunista, que con su ambulancia para
transfusiones de sangre no paró de trasladar mujeres, niños y ancianos enfermos
hasta lugar seguro. Asimismo destacaron en esta labor humanitaria los enviados
del Socorro Rojo Internacional Matilde Landa y la artista Tina Modotti que en
Almería se encargaron del transporte y acogida de los evacuados, abastecimiento de alimentos, ropas, medicamentos, etc., a quienes es de justicia reconocer,
por parte de todos los malagueños y malagueñas su gran labor humanitaria.
Después llegaría la represión
brutal y fría, que llevaría a decenas de miles de republicanos, socialistas,
libertarios y comunistas a las cárceles, a ser torturados y ejecutados en las
tapias de los cementerios y enterrados en fosas anónimas de toda la provincia.
En la capital se calculan que más de 3500 hombres y mujeres fueron asesinadas
en las tapias del cementerio San Rafael, el tristemente célebre “Batatá” y en
más de 7000 sin contabilizamos los ejecutados en los diferentes pueblos y que
integran las numerosas fosas que pululan las localidades malagueñas. Nunca
hubo, desde esos instantes, un solo minuto de libertad y democracia en Málaga,
la cárcel, la tortura y la muerte fueron la “ley”, mientras duró el gobierno
del terror del dictador Francisco Franco y sus aliados, las grandes “familias”
de siempre, la Iglesia ,…, que tanto
colaboraron en la implacable tarea.
Para la mayoría de los dirigentes
comunistas malagueños, y de muchos de los militantes del PCE, su destino fue la
cárcel, la tortura, el exilio o la muerte. En Málaga fueron fusilados, entre
otros muchos: El médico y diputado Cayetano Bolívar Escribano (4-7-39); El Secretario Político del Comité provincial
y gestor de la
Diputación, Rodrigo Lara Vallejo; el Secretario Local de la UGT y concejal José Gallardo
Moreno (1-7-41) además de su hermana Elvira Gallardo Moreno y su compañero
Manuel Pardo Sosa (febrero 1937); el joven dirigente local José Cañas García de
Antequera (12-4-39); Juan Lara Díaz (4-5-40) y su hermano Manuel, Secretario de
Juventud del Partido de Vélez Málaga (11-2-40); Rafael Triguero Quijano,
Presidente de la
Federación Deportiva Cultural Obrera; los hermanos Juan y
José Muñoz Lagos dirigentes del Valle de Abdalajís (4-5-40); Francisco Cruz
Sánchez alcalde de Ronda (13-4-40); Francisco Romero Añón alcalde de Marbella;
Antonio Gómez Arias dirigente de Fuengirola; José Peña Díaz, Secretario General
de Sedella (7-1-41); José Jiménez Alarcón, Secretario de organización de Mijas;
Antonio Muñoz García, Secretario General de El Burgo (6-8-39); Julio Ramos
Corral de Lagos (Vélez-Málaga,12-12-39); Francisco Bernal Trujillo, Secretario
Juvenil de Álora (10-11-39); Joaquín Herrera Muñoz, concejal de Nerja; el
periodista y dirigente provincial José Ochoa Alcázar que estaba desterrado en
las Canarias cuando triunfó la sublevación fascista, fue arrojado, junto a
otros, al río Miño cuando era trasladado a Galicia; la sindicalista Victoria
Merino González (18-1-38). Otros fueron a parar a campos de concentración,
batallones de trabajo y a las cárceles. El resto intentó sobrevivir en un medio
hostil, donde la organización nunca dejó de existir totalmente y que siempre
encabezó la resistencia clandestina a la dictadura.
El Partido Comunista de Andalucía
en el marco de este 75 Aniversario de la caída de Málaga y del Éxodo de la Carretera a Almería
manifiesta su más absoluta condena de aquel criminal genocidio cometido sobre
el pueblo de Málaga, siendo nuestra obligación, ética y moral, el restituir la
dignidad, el honor y el buen nombre de todos y todas los asesinados y
asesinadas, frente a quienes intentaron e intentan mancillar y borrar de la
memoria colectiva de nuestra España.
Es por ello que consideramos muy
insuficiente lo avanzado hasta ahora y que la llamada “Ley de Memoria Histórica” apenas ofrece una mínima respuesta a los
objetivos antes enunciados para la recuperación de la memoria democrática de
nuestro país, siendo evidencia de ello el que el único juez, Baltasar Garzón,
que se atreviera a investigar los crímenes de la dictadura está siendo juzgado
en estos días por ello. Asimismo queremos manifestar que resulta injustificable
la no abolición de todos y cada uno de los juicios sumarísimos efectuados por
el régimen de Franco con el fin de exterminar a la República y a quienes la
sostuvieron.
El PCA exige Verdad, Justicia y
Reparación.
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