El portavoz de IU en la Comisión de Economía y Competitividad plantea al
ministro en su primera comparecencia en el Congreso que “promueva una comisión
de investigación para examinar las irresponsabilidades que han existido en el
sistema financiero” y que impulse un “programa de alquiler público a precios
baratos” de las viviendas en poder de los bancos.
Intervención íntegra del diputado Alberto Garzón.
En primer lugar, como no puede ser de otra forma, quiero
saludar al ministro y desearle desde nuestro grupo parlamentario suerte y
aciertos en esta nueva etapa que se presenta con una crisis muy grave, que va
camino de convertirse en una recesión aún más grave y que puede incluso amenazarnos
con una segunda gran depresión en el marco de la economía mundial.
Me gustaría comenzar con una cuestión de forma. No sé si a
usted le parece normal que los diputados de esta Cámara nos hayamos enterado de
la reforma financiera a través de los medios de comunicación antes que por los
trámites normales de esta Cámara. Además, esto se suma a eventos pasados. De
hecho, incluso en entrevistas a medios de comunicación extranjero nos hemos
enterado de medidas que llevaba a cabo el Gobierno. Por tanto, quiero
manifestar mi sorpresa e indignación al respecto por nuestra propia labor y
preguntarle si vamos a quedar como una fuerza relegada a la hora de informar a
la ciudadanía de las estrategias que va a llevar a cabo el Gobierno y, en
concreto, su ministerio.
Paso ahora a las cuestiones de contenido. Usted ha hablado
de la reforma financiera y ha mencionado los objetivos que se plantean con
ella. Creo que no son los objetivos reales y que se nos está ocultando la
realidad. Esto es así porque sus argumentos en gran medida carecen de sentido
económico. Voy a proceder a explicar algunos de los elementos que considero
fundamentales y que reflejan ciertas paradojas.
El primero es la confianza. Usted habla de restaurar la
confianza en las entidades financieras que están contaminadas por activos
tóxicos y habla de un plan de 50.000 millones de euros. Sin embargo, las
agencias de calificación internacionales, desprestigiadas -y con razón-, sí son
valoradas en los mercados internacionales y están hablando de más de 200.000
millones de euros de activos tóxicos. Frente a eso, un plan de 50.000 millones
de euros sería, al menos, insuficiente. Y hablamos de activos tóxicos, por lo
que tendremos que hablar que cuáles son las responsabilidades de que esos
activos tóxicos existan hoy. Es muy importante que el ministerio promueva una
comisión de investigación para examinar las responsabilidades que pueden
existir en toda la irresponsabilidad que ha tenido el sistema financiero; y, en
particular, algunas entidades como el Banco de España, cuyo gobernador,
mientras se gestaban y desarrollaban estos activos tóxicos, se dedicaba a
hablar de tareas que no le concernían. Pedimos que se promueva la depuración de
responsabilidades y que haya una comisión de investigación donde se nos explique
cómo hemos llegado a que nuestro sistema financiero esté como está hoy y
necesite las ayudas y los planes de reestructuración que estamos afrontando
ahora.
También tenemos el problema de la vivienda. Usted ha dicho
que esta reforma puede ayudar a bajar el precio de la vivienda y que, de esta
forma, se podría empezar a resolver este problema de la ciudadanía. Sin
embargo, fomentar la compra de vivienda no es la medida adecuada para resolver
un problema muy elemental. Hoy por hoy tenemos una media de 300 desahucios al
día en España y, sin embargo, según el último censo y los datos publicados
recientemente por El País, tenemos seis millones de casas vacías. Existe, por
tanto, una enorme paradoja en nuestra economía y, ante ella, hay que responder
con contundencia y no simplemente limitándonos a bajar un poco los precios de
la vivienda.
Además, cuando estamos en una situación de falta de demanda,
va a ser muy improbable que las familias puedan siquiera comprar las viviendas
por el precio que sea, independientemente de cuánto baje. Ante eso, nosotros
ofrecemos una alternativa. El Estado actualmente tiene intervenidas cajas que
son de facto públicas y que tienen un stock de vivienda muy importante. El
Estado puede comenzar hoy un ambicioso programa de alquiler público poniendo a
disposición de la ciudadanía esas viviendas a precios muy baratos y, aunque no
digo que sea la panacea final, empezar a resolver un problema tan importante.
La vivienda es un derecho constitucional y no un bien de lujo, como se ha concebido
como consecuencia de un mercado inmobiliario creado a tal fin.
Hablamos también del problema de las fusiones y de la
estrategia real. Creo que ahí está el verdadero objetivo de esta reforma,
avanzar hacia las fusiones y hacia una mayor concentración del sistema
bancario. Todos sabemos que al final esta reforma para lo que va a servir es
para que las entidades grandes se coman a las entidades pequeñas. Este va a ser
el punto final del proceso de privatización que se comenzó hace ya unos años
con las cajas de ahorros. Y sabemos también que la función de los bancos
privados es muy diferente de la que acometían las cajas, por lo menos sobre el
papel, por lo menos sobre la técnica porque ya sabemos también que al final se
imitaron los negocios y acabaron ambas en el lodo. Pero, sin embargo, lo que
tenemos es una gran cantidad de depósitos que estaban gestionados por las cajas
y que ahora la Banca
les va a dar un bocado. Y en esas fusiones que van a necesitar la ayuda
económica del Estado encontraremos primero la pérdida de empleo, pero también
van a desconectar las entidades financieras del territorio en el que se
inscriben y van a hacer que el negocio bancario se mueva más hacia donde se
suelen mover las grandes entidades financieras, que son los mercados
internacionales más que hacia la economía local y hacia la economía del
territorio.
Por lo tanto, consideramos que ahí hay grandes riesgos de
que el sistema financiero siga distorsionado después de las fusiones, por no
hablar del riesgo sistémico que quedaría después con una mayor concentración de
las entidades. Todos sabemos aquello de que las entidades son demasiado grandes
para caer, pero podríamos empeorar el problema y podríamos arrepentirnos en el
futuro de las medidas de este tipo.
Sobre todo, creo que hablamos de lo fundamental: el crédito.
Usted ha dicho que esta reforma va a servir para que fluya el crédito, sin
embargo, paradójicamente -y es la mayor paradoja que veo- se está haciendo a
través de incrementar las provisiones de los bancos con cargo a sus propios
recursos. Es una enorme paradoja porque si tenían esos recursos por qué no los
estaban dedicando ya a la financiación de las pequeñas y medianas empresas o de
las familias. ¿Cómo era posible que si tenían esos recursos no los hubieran dedicado
antes? ¿Dónde estaría el problema en ese caso? Y, por supuesto, si vamos a
incrementar el nivel de las provisiones evidentemente estaremos detrayendo
recursos que podrían dedicarse a hacer fluir el crédito.
Lo que nos dice esta paradoja es que, en definitiva, el que
los bancos y las cajas no estén dando créditos no depende fundamentalmente de
los activos tóxicos; de hecho todos los bancos tienen barra libre en el Banco
Central Europeo y pueden acceder a condiciones muy favorables, mucho más, que
cualquier Estado y que cualquier familia -lo cual ya es bastante aberrante-
pero pueden acceder a esos préstamos en condiciones muy favorables y sin
embargo no los hacen fluir a la economía real.
Por lo tanto, el problema está en otra parte y a mi entender
es un problema obviamente de falta de demanda en la economía real. Primero está
la cuestión de la normativa financiera. A un banco le sale más rentable
especular en los mercados financieros que prestar a la economía real. Hay un
sistema de incentivos en el mercado financiero que posibilita que los bancos se
vean preferentemente incentivados a especular antes que a prestar a la economía
real. Y en segundo lugar, que la gente se está empobreciendo y las familias
también, el mercado interno está cayendo en picado, los sujetos económicos se
están desapalancando y, por lo tanto, nadie quiere pedir prestado y cuando
piden prestado los bancos no se atreven a dárselo en condiciones razonables.
El problema está en la economía real. El problema está en la
economía real, en la falta de demanda y, particularmente, en la dinámica de
desigualdad que ha llevado España desde los años 80 como resultado de un modelo
productivo y de un modelo de crecimiento del que han sido partícipes tanto el
Partido Popular como el Partido Socialista. Por lo tanto, ante eso lo que hay
que hacer es ir a la raíz del problema y la raíz del problema está en esa
economía real, en esa desigualdad creciente y necesitamos procesos de
redistribución de la renta y de la riqueza para poder fomentar el mercado
interno y poder hacer que al final a las empresas financieras bien reguladas
les salga rentable poder prestar.
Pero, en cualquier caso, lo que está claro es que el sistema
financiero no funciona. El sistema financiero no está cumpliendo su propia
función para la cual fue diseñado. Hay enormes distorsiones, por eso es urgente
reclamar la creación de una banca pública, de un sistema de banca pública que
permita en primer lugar poder dar soluciones reales a los problemas como el de
la vivienda.
En segundo lugar, poder reorientar el modelo productivo. No
le he escuchado hablar de modelo productivo y creo que es bastante obvio que
España necesita un nuevo modelo productivo y dejar de depender del modelo que
hemos tenido en los últimos años, cuyas consecuencias estamos pagando ahora,
orientado hacia la construcción y el turismo, fundamentalmente. Ningún banco
privado va a reorientar ese modelo productivo. Necesitamos banca pública que
pueda crear líneas de crédito muy baratas para fomentar aquellos sectores que
queremos desarrollar, pero primero hace falta un plan de modelo productivo.
Voy terminando. En cualquier caso, está claro que de lo que
tenemos que hablar es del modelo productivo. Tenemos que intentar saber cuál va
a ser nuestro modelo de crecimiento y, por lo que he entendido y hemos podido
leer de sus declaraciones, el modelo de crecimiento que se está fomentando para
España está orientado a las exportaciones. Tenemos que hablar de
competitividad, tenemos que ser mejores que los rivales, tenemos que vender más
barato, tenemos que orientar todos nuestros recursos, incluidos los recursos
humanos, que al final es de lo que estamos hablando, de poner a todas las
personas al servicio.
Ese es el modelo que se nos está planteando, que es un
modelo totalmente contradictorio. ¿Estamos de verdad construyendo una Unión
Europea que promueva que todos los países fomenten sus exportaciones? Porque a
nivel contable eso es imposible. Las exportaciones de uno son las importaciones
de otro. Al final, es una carrera hacia el fondo, a ver quién devalúa más sus
salarios, a ver quién devalúa más su régimen fiscal. Esta es una carrera hacia
el fondo que tiene como destino cargarse el Estado del bienestar. A lo mejor
ahí están las razones últimas del pacto por el euro y de la institución europea
tal y como está diseñada en la actualidad. Por tanto, hay que plantearse romper
con ese modelo de crecimiento y hablar de un modelo de crecimiento basado en el
interior, basado en la redistribución de la renta, basado en el crecimiento de
los salarios, y dejar de hablar de recortes, de moderación salarial y de
ajustes, entendidos como la reducción del gasto público, reducción de la
inversión pública y, por tanto, del estímulo del crecimiento económico.
Necesitamos cambiar la senda que nos lleva al desastre.
Termino las conclusiones. Me parece que esta reforma es un
paso más en la línea de seguir ayudando al sistema financiero, de seguir
ayudando a los bancos, cuando han sido ellos los responsables de esta crisis,
ellos y un modelo de crecimiento que tiene implicaciones políticas, del Partido
Popular y del Partido Socialista. Se está ayudando a los bancos y se les están
pidiendo los sacrificios a las personas, a las familias y a las pequeñas y medianas
empresas. Eso sí es una distorsión enorme, un desequilibrio, y, por tanto,
tenemos que invertir esa relación.
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