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martes, 7 de febrero de 2012

Alberto Garzón: “La reforma no devolverá la confianza en las entidades financieras y sólo servirá para que las grandes se coman a las pequeñas”


El portavoz de IU en la Comisión de Economía y Competitividad plantea al ministro en su primera comparecencia en el Congreso que “promueva una comisión de investigación para examinar las irresponsabilidades que han existido en el sistema financiero” y que impulse un “programa de alquiler público a precios baratos” de las viviendas en poder de los bancos.
Intervención íntegra del diputado Alberto Garzón.
En primer lugar, como no puede ser de otra forma, quiero saludar al ministro y desearle desde nuestro grupo parlamentario suerte y aciertos en esta nueva etapa que se presenta con una crisis muy grave, que va camino de convertirse en una recesión aún más grave y que puede incluso amenazarnos con una segunda gran depresión en el marco de la economía mundial.
Me gustaría comenzar con una cuestión de forma. No sé si a usted le parece normal que los diputados de esta Cámara nos hayamos enterado de la reforma financiera a través de los medios de comunicación antes que por los trámites normales de esta Cámara. Además, esto se suma a eventos pasados. De hecho, incluso en entrevistas a medios de comunicación extranjero nos hemos enterado de medidas que llevaba a cabo el Gobierno. Por tanto, quiero manifestar mi sorpresa e indignación al respecto por nuestra propia labor y preguntarle si vamos a quedar como una fuerza relegada a la hora de informar a la ciudadanía de las estrategias que va a llevar a cabo el Gobierno y, en concreto, su ministerio.
Paso ahora a las cuestiones de contenido. Usted ha hablado de la reforma financiera y ha mencionado los objetivos que se plantean con ella. Creo que no son los objetivos reales y que se nos está ocultando la realidad. Esto es así porque sus argumentos en gran medida carecen de sentido económico. Voy a proceder a explicar algunos de los elementos que considero fundamentales y que reflejan ciertas paradojas.
El primero es la confianza. Usted habla de restaurar la confianza en las entidades financieras que están contaminadas por activos tóxicos y habla de un plan de 50.000 millones de euros. Sin embargo, las agencias de calificación internacionales, desprestigiadas -y con razón-, sí son valoradas en los mercados internacionales y están hablando de más de 200.000 millones de euros de activos tóxicos. Frente a eso, un plan de 50.000 millones de euros sería, al menos, insuficiente. Y hablamos de activos tóxicos, por lo que tendremos que hablar que cuáles son las responsabilidades de que esos activos tóxicos existan hoy. Es muy importante que el ministerio promueva una comisión de investigación para examinar las responsabilidades que pueden existir en toda la irresponsabilidad que ha tenido el sistema financiero; y, en particular, algunas entidades como el Banco de España, cuyo gobernador, mientras se gestaban y desarrollaban estos activos tóxicos, se dedicaba a hablar de tareas que no le concernían. Pedimos que se promueva la depuración de responsabilidades y que haya una comisión de investigación donde se nos explique cómo hemos llegado a que nuestro sistema financiero esté como está hoy y necesite las ayudas y los planes de reestructuración que estamos afrontando ahora.
También tenemos el problema de la vivienda. Usted ha dicho que esta reforma puede ayudar a bajar el precio de la vivienda y que, de esta forma, se podría empezar a resolver este problema de la ciudadanía. Sin embargo, fomentar la compra de vivienda no es la medida adecuada para resolver un problema muy elemental. Hoy por hoy tenemos una media de 300 desahucios al día en España y, sin embargo, según el último censo y los datos publicados recientemente por El País, tenemos seis millones de casas vacías. Existe, por tanto, una enorme paradoja en nuestra economía y, ante ella, hay que responder con contundencia y no simplemente limitándonos a bajar un poco los precios de la vivienda.
Además, cuando estamos en una situación de falta de demanda, va a ser muy improbable que las familias puedan siquiera comprar las viviendas por el precio que sea, independientemente de cuánto baje. Ante eso, nosotros ofrecemos una alternativa. El Estado actualmente tiene intervenidas cajas que son de facto públicas y que tienen un stock de vivienda muy importante. El Estado puede comenzar hoy un ambicioso programa de alquiler público poniendo a disposición de la ciudadanía esas viviendas a precios muy baratos y, aunque no digo que sea la panacea final, empezar a resolver un problema tan importante. La vivienda es un derecho constitucional y no un bien de lujo, como se ha concebido como consecuencia de un mercado inmobiliario creado a tal fin.
Hablamos también del problema de las fusiones y de la estrategia real. Creo que ahí está el verdadero objetivo de esta reforma, avanzar hacia las fusiones y hacia una mayor concentración del sistema bancario. Todos sabemos que al final esta reforma para lo que va a servir es para que las entidades grandes se coman a las entidades pequeñas. Este va a ser el punto final del proceso de privatización que se comenzó hace ya unos años con las cajas de ahorros. Y sabemos también que la función de los bancos privados es muy diferente de la que acometían las cajas, por lo menos sobre el papel, por lo menos sobre la técnica porque ya sabemos también que al final se imitaron los negocios y acabaron ambas en el lodo. Pero, sin embargo, lo que tenemos es una gran cantidad de depósitos que estaban gestionados por las cajas y que ahora la Banca les va a dar un bocado. Y en esas fusiones que van a necesitar la ayuda económica del Estado encontraremos primero la pérdida de empleo, pero también van a desconectar las entidades financieras del territorio en el que se inscriben y van a hacer que el negocio bancario se mueva más hacia donde se suelen mover las grandes entidades financieras, que son los mercados internacionales más que hacia la economía local y hacia la economía del territorio.
Por lo tanto, consideramos que ahí hay grandes riesgos de que el sistema financiero siga distorsionado después de las fusiones, por no hablar del riesgo sistémico que quedaría después con una mayor concentración de las entidades. Todos sabemos aquello de que las entidades son demasiado grandes para caer, pero podríamos empeorar el problema y podríamos arrepentirnos en el futuro de las medidas de este tipo.
Sobre todo, creo que hablamos de lo fundamental: el crédito. Usted ha dicho que esta reforma va a servir para que fluya el crédito, sin embargo, paradójicamente -y es la mayor paradoja que veo- se está haciendo a través de incrementar las provisiones de los bancos con cargo a sus propios recursos. Es una enorme paradoja porque si tenían esos recursos por qué no los estaban dedicando ya a la financiación de las pequeñas y medianas empresas o de las familias. ¿Cómo era posible que si tenían esos recursos no los hubieran dedicado antes? ¿Dónde estaría el problema en ese caso? Y, por supuesto, si vamos a incrementar el nivel de las provisiones evidentemente estaremos detrayendo recursos que podrían dedicarse a hacer fluir el crédito.
Lo que nos dice esta paradoja es que, en definitiva, el que los bancos y las cajas no estén dando créditos no depende fundamentalmente de los activos tóxicos; de hecho todos los bancos tienen barra libre en el Banco Central Europeo y pueden acceder a condiciones muy favorables, mucho más, que cualquier Estado y que cualquier familia -lo cual ya es bastante aberrante- pero pueden acceder a esos préstamos en condiciones muy favorables y sin embargo no los hacen fluir a la economía real.
Por lo tanto, el problema está en otra parte y a mi entender es un problema obviamente de falta de demanda en la economía real. Primero está la cuestión de la normativa financiera. A un banco le sale más rentable especular en los mercados financieros que prestar a la economía real. Hay un sistema de incentivos en el mercado financiero que posibilita que los bancos se vean preferentemente incentivados a especular antes que a prestar a la economía real. Y en segundo lugar, que la gente se está empobreciendo y las familias también, el mercado interno está cayendo en picado, los sujetos económicos se están desapalancando y, por lo tanto, nadie quiere pedir prestado y cuando piden prestado los bancos no se atreven a dárselo en condiciones razonables.
El problema está en la economía real. El problema está en la economía real, en la falta de demanda y, particularmente, en la dinámica de desigualdad que ha llevado España desde los años 80 como resultado de un modelo productivo y de un modelo de crecimiento del que han sido partícipes tanto el Partido Popular como el Partido Socialista. Por lo tanto, ante eso lo que hay que hacer es ir a la raíz del problema y la raíz del problema está en esa economía real, en esa desigualdad creciente y necesitamos procesos de redistribución de la renta y de la riqueza para poder fomentar el mercado interno y poder hacer que al final a las empresas financieras bien reguladas les salga rentable poder prestar.
Pero, en cualquier caso, lo que está claro es que el sistema financiero no funciona. El sistema financiero no está cumpliendo su propia función para la cual fue diseñado. Hay enormes distorsiones, por eso es urgente reclamar la creación de una banca pública, de un sistema de banca pública que permita en primer lugar poder dar soluciones reales a los problemas como el de la vivienda.
En segundo lugar, poder reorientar el modelo productivo. No le he escuchado hablar de modelo productivo y creo que es bastante obvio que España necesita un nuevo modelo productivo y dejar de depender del modelo que hemos tenido en los últimos años, cuyas consecuencias estamos pagando ahora, orientado hacia la construcción y el turismo, fundamentalmente. Ningún banco privado va a reorientar ese modelo productivo. Necesitamos banca pública que pueda crear líneas de crédito muy baratas para fomentar aquellos sectores que queremos desarrollar, pero primero hace falta un plan de modelo productivo.
Voy terminando. En cualquier caso, está claro que de lo que tenemos que hablar es del modelo productivo. Tenemos que intentar saber cuál va a ser nuestro modelo de crecimiento y, por lo que he entendido y hemos podido leer de sus declaraciones, el modelo de crecimiento que se está fomentando para España está orientado a las exportaciones. Tenemos que hablar de competitividad, tenemos que ser mejores que los rivales, tenemos que vender más barato, tenemos que orientar todos nuestros recursos, incluidos los recursos humanos, que al final es de lo que estamos hablando, de poner a todas las personas al servicio.
Ese es el modelo que se nos está planteando, que es un modelo totalmente contradictorio. ¿Estamos de verdad construyendo una Unión Europea que promueva que todos los países fomenten sus exportaciones? Porque a nivel contable eso es imposible. Las exportaciones de uno son las importaciones de otro. Al final, es una carrera hacia el fondo, a ver quién devalúa más sus salarios, a ver quién devalúa más su régimen fiscal. Esta es una carrera hacia el fondo que tiene como destino cargarse el Estado del bienestar. A lo mejor ahí están las razones últimas del pacto por el euro y de la institución europea tal y como está diseñada en la actualidad. Por tanto, hay que plantearse romper con ese modelo de crecimiento y hablar de un modelo de crecimiento basado en el interior, basado en la redistribución de la renta, basado en el crecimiento de los salarios, y dejar de hablar de recortes, de moderación salarial y de ajustes, entendidos como la reducción del gasto público, reducción de la inversión pública y, por tanto, del estímulo del crecimiento económico. Necesitamos cambiar la senda que nos lleva al desastre.
Termino las conclusiones. Me parece que esta reforma es un paso más en la línea de seguir ayudando al sistema financiero, de seguir ayudando a los bancos, cuando han sido ellos los responsables de esta crisis, ellos y un modelo de crecimiento que tiene implicaciones políticas, del Partido Popular y del Partido Socialista. Se está ayudando a los bancos y se les están pidiendo los sacrificios a las personas, a las familias y a las pequeñas y medianas empresas. Eso sí es una distorsión enorme, un desequilibrio, y, por tanto, tenemos que invertir esa relación.

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