El día 29 de septiembre los sindicatos Comisiones Obreras y UGT han convocado una jornada de huelga general en protesta por los recortes sociales y la supresión de los derechos de los trabajadores decretados por el Gobierno.
Las últimas medidas acordadas, como la congelación de las pensiones, la disminución del salario de los funcionarios, la eliminación de las ayudas por el nacimiento de nuevos hijos, etc., pretenden hacer frente a la crisis económica que estamos atravesando y se suman a otras de carácter económico y social, tales como la subida del IVA y la desregulación de servicios básicos y esenciales, que también han afectado a los ciudadanos y han venido a recortar sus garantías y derechos.
En estos últimos años, los ciudadanos y ciudadanas estamos sufriendo importantes y serias agresiones a nuestros derechos y un cuestionamiento constante de las conquistas alcanzadas con el Estado del bienestar.
Se han venido articulando medidas y reformas normativas que exclusivamente han perseguido impulsar el crecimiento económico y fomentar la competitividad entre empresas, olvidándose de los ciudadanos y favoreciendo a los especuladores y la creación de mercados artificiales.
Los errores cometidos en estos años irremediablemente nos han pasado factura, especialmente a los más débiles del mercado y a los colectivos sociales más vulnerables: trabajadores-consumidores.
Estos errores pasan por seguir considerando que en el mercado sólo hay un sujeto activo, las empresas, sólo un mecanismo equilibrador, la competencia, entendida como fin en sí misma y no como instrumento en beneficio del consumidor, y un sujeto pasivo, el consumidor, cuyo objetivo y único papel debe ser el de consumir.
Durante los años de crecimiento, nuestro modelo económico se basó en el consumismo de bienes y servicios y en la construcción de viviendas como sistema de inversión especulativo, cuyo fin era conseguir en poco tiempo grandes beneficios, generando con ello profundos desequilibrios sociales, solapados bajo un bienestar que se sustentaba en el endeudamiento familiar, la creación artificial y artificiosa de mercados poco transparentes y un abuso en la posición de las empresas frente a los ciudadanos (banca, telecomunicaciones, energía, etc.).
Padecemos una crisis causada por la desregulación de los mercados y la avaricia del sector financiero más especulativo, que en nuestro país ha sido agravada por el fin de la burbuja inmobiliaria.
Sin embargo, en vez de buscar soluciones cuestionando dicho modelo, se quiere utilizar la misma para justificar recortes sociales, recortes a los derechos de los trabajadores y recortes en las garantías y derechos de los consumidores, debilitando con ello las conquistas de la ciudadanía, las conquistas del Estado del bienestar. A la vez se toman medidas para que la crisis la paguen las víctimas y no los culpables.
Hasta el momento ninguna de las medidas adoptadas por el Gobierno cuestiona realmente un modelo productivo basado en la especulación y en patrones irracionales de consumo, que si bien ha sido criticado a nivel teórico sigue siendo mantenido y defendido como motor de crecimiento.
El consumismo parece seguir siendo el único valor y motor de nuestra economía, y la desregulación de determinados sectores estratégicos en pro del mercado puro y duro y en detrimento del ciudadano siguen siendo fines en sí mismos.
Son muchos los ejemplos y muchas las consecuencias sufridas estos años por miles de ciudadanos: la escalada demencial del precio de la vivienda, el endeudamiento familiar, los fraudes bajo productos de pseudoinversión, las quiebras de grandes compañías, las irregularidades continuas de las compañías aéreas, las cláusulas abusivas en contratos bancarios, las cláusulas suelo-techo de las hipotecas, los abusos de las telefónicas, la liberalización de los servicios energéticos de espaldas al consumidor, etc.
A todos estos abusos que venimos sufriendo como consumidores y consumidoras, ahora sumamos la congelación de las pensiones, la disminución del salario de los funcionarios, los recortes en gastos sociales, la subida del IVA y una reforma laboral que recorta derechos a los trabadores y trabajadoras.
Resulta patente que es preciso que la ciudadanía exija una apuesta real por el equilibrio de fuerzas: productores-consumidores, trabajadores-empresarios, mercados-ciudadanía.
FACUA-Consumidores en Acción se suma por tanto a la huelga general del 29 de septiembre y hace un llamamiento a la resistencia ciudadana ante los retrocesos que se pretenden imponer al Estado del bienestar. Los consumidores organizados tenemos que dar también una respuesta y apoyar la convocatoria de los sindicatos sumándonos a la misma de forma activa, llamando a los consumidores a realizar una huelga de consumo el mismo día 29 de septiembre.
La huelga general en la producción y en los servicios convocada por los sindicatos, debe ser acompañada por un Día sin Compras y sin acudir a bancos u otros servicios, como una respuesta de los consumidores contra las medidas acordadas por el Gobierno que no persiguen un modelo económico y productivo ni más sostenible ni más ético.
El día 29 de septiembre debemos oponernos a una Europa dominada por los mercaderes, debemos actuar como ciudadanos activos y decir NO al cuestionamiento permanente del Estado del bienestar y a los recortes que viene sufriendo.
Las últimas medidas acordadas, como la congelación de las pensiones, la disminución del salario de los funcionarios, la eliminación de las ayudas por el nacimiento de nuevos hijos, etc., pretenden hacer frente a la crisis económica que estamos atravesando y se suman a otras de carácter económico y social, tales como la subida del IVA y la desregulación de servicios básicos y esenciales, que también han afectado a los ciudadanos y han venido a recortar sus garantías y derechos.
En estos últimos años, los ciudadanos y ciudadanas estamos sufriendo importantes y serias agresiones a nuestros derechos y un cuestionamiento constante de las conquistas alcanzadas con el Estado del bienestar.
Se han venido articulando medidas y reformas normativas que exclusivamente han perseguido impulsar el crecimiento económico y fomentar la competitividad entre empresas, olvidándose de los ciudadanos y favoreciendo a los especuladores y la creación de mercados artificiales.
Los errores cometidos en estos años irremediablemente nos han pasado factura, especialmente a los más débiles del mercado y a los colectivos sociales más vulnerables: trabajadores-consumidores.
Estos errores pasan por seguir considerando que en el mercado sólo hay un sujeto activo, las empresas, sólo un mecanismo equilibrador, la competencia, entendida como fin en sí misma y no como instrumento en beneficio del consumidor, y un sujeto pasivo, el consumidor, cuyo objetivo y único papel debe ser el de consumir.
Durante los años de crecimiento, nuestro modelo económico se basó en el consumismo de bienes y servicios y en la construcción de viviendas como sistema de inversión especulativo, cuyo fin era conseguir en poco tiempo grandes beneficios, generando con ello profundos desequilibrios sociales, solapados bajo un bienestar que se sustentaba en el endeudamiento familiar, la creación artificial y artificiosa de mercados poco transparentes y un abuso en la posición de las empresas frente a los ciudadanos (banca, telecomunicaciones, energía, etc.).
Padecemos una crisis causada por la desregulación de los mercados y la avaricia del sector financiero más especulativo, que en nuestro país ha sido agravada por el fin de la burbuja inmobiliaria.
Sin embargo, en vez de buscar soluciones cuestionando dicho modelo, se quiere utilizar la misma para justificar recortes sociales, recortes a los derechos de los trabajadores y recortes en las garantías y derechos de los consumidores, debilitando con ello las conquistas de la ciudadanía, las conquistas del Estado del bienestar. A la vez se toman medidas para que la crisis la paguen las víctimas y no los culpables.
Hasta el momento ninguna de las medidas adoptadas por el Gobierno cuestiona realmente un modelo productivo basado en la especulación y en patrones irracionales de consumo, que si bien ha sido criticado a nivel teórico sigue siendo mantenido y defendido como motor de crecimiento.
El consumismo parece seguir siendo el único valor y motor de nuestra economía, y la desregulación de determinados sectores estratégicos en pro del mercado puro y duro y en detrimento del ciudadano siguen siendo fines en sí mismos.
Son muchos los ejemplos y muchas las consecuencias sufridas estos años por miles de ciudadanos: la escalada demencial del precio de la vivienda, el endeudamiento familiar, los fraudes bajo productos de pseudoinversión, las quiebras de grandes compañías, las irregularidades continuas de las compañías aéreas, las cláusulas abusivas en contratos bancarios, las cláusulas suelo-techo de las hipotecas, los abusos de las telefónicas, la liberalización de los servicios energéticos de espaldas al consumidor, etc.
A todos estos abusos que venimos sufriendo como consumidores y consumidoras, ahora sumamos la congelación de las pensiones, la disminución del salario de los funcionarios, los recortes en gastos sociales, la subida del IVA y una reforma laboral que recorta derechos a los trabadores y trabajadoras.
Resulta patente que es preciso que la ciudadanía exija una apuesta real por el equilibrio de fuerzas: productores-consumidores, trabajadores-empresarios, mercados-ciudadanía.
FACUA-Consumidores en Acción se suma por tanto a la huelga general del 29 de septiembre y hace un llamamiento a la resistencia ciudadana ante los retrocesos que se pretenden imponer al Estado del bienestar. Los consumidores organizados tenemos que dar también una respuesta y apoyar la convocatoria de los sindicatos sumándonos a la misma de forma activa, llamando a los consumidores a realizar una huelga de consumo el mismo día 29 de septiembre.
La huelga general en la producción y en los servicios convocada por los sindicatos, debe ser acompañada por un Día sin Compras y sin acudir a bancos u otros servicios, como una respuesta de los consumidores contra las medidas acordadas por el Gobierno que no persiguen un modelo económico y productivo ni más sostenible ni más ético.
El día 29 de septiembre debemos oponernos a una Europa dominada por los mercaderes, debemos actuar como ciudadanos activos y decir NO al cuestionamiento permanente del Estado del bienestar y a los recortes que viene sufriendo.
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