José Luis Centella, Secretario General del PCE y parlamentario
de Izquierda Unida
El 9 de abril de 1977 los y las comunistas salimos de la
clandestinidad impuesta por la victoria del fascismo en 1939. Tras casi
cuarenta años de resistencia antifascista el PCE volvía a la vida política
pública con el mismo objetivo que en su fundación: Democracia y socialismo.
Es importante recordar, más ahora que la memoria histórica,
la memoria de todos y todas está en peligro, que el Partido siempre fue un
firme defensor de las libertades democráticas. Incluso en los momentos de
incertidumbre, en los que la barbarie fascista golpeó de nuevo, más cruel y
sanguinariamente a nuestros/as camaradas, como en la Matanza de Atocha de enero
de 1977, el PCE, en un inmenso acto de responsabilidad democrática, contuvo a
los cientos de miles de camaradas que reclamaban justicia, dentro de la
legalidad y en defensa de una transición pacífica a la democracia. Una
Transición que, como el tiempo ha demostrado, no fue tan "modélica"
como se presentó ni tan radical como se necesitaba. Pero que, al menos
formalmente, supuso que el país abandonara el prolongado período de
oscurantismo fascista y entrará en la senda constitucional de las democracias
occidentales.
El PCE ha contribuido a construir la democracia en nuestro
país más decididamente que cualquier otra fuerza política. Una democracia
insuficiente pero imprescindible. Por eso, estamos plenamente legitimados para
afirmar que hoy, el pacto social del que surgió la Constitución de 1978 ha quedado
inevitablemente roto con la reforma constitucional exprés realizada por un
oscuro acuerdo entre PSOE y PP. Esta reforma dictada por los
"Mercados", sin consulta previa a la ciudadanía, sin referéndum, del
marco legislativo superior de las relaciones sociales, agota el futuro de la
propia Constitución de 1978. PSOE y PP han dictado la sentencia de muerte de la Constitución. Además ,
la crisis económica por la que atravesamos ha puesto de manifiesto la
insuficiencia de la propia Constitución (y de los partidos hegemónicos que la
"gestionan" políticamente) para dar respuestas políticas a la mayoría
social, para proteger a la ciudadanía ante la ofensiva del Capital. La Constitución de 1978,
que nunca ha terminado de ver plenamente realizados los derechos sociales que
proclama, ha sido una herramienta inútil en la lucha contra el sometimiento de
la soberanía nacional, de la voluntad popular, frente al Capital transnacional
y sus expectativas.
Necesitamos, pues, caminar hacia un nuevo proceso
constituyente. El capitalismo es un decidido enemigo de la democracia, y así se
ha puesto de manifiesto en esta "crisis financiera". Beneficiándose
de la coyuntura favorable provocada por el miedo y la incertidumbre social, los
partidos sistémicos, PP y PSOE fundamentalmente, presentan como única salida
posible de la crisis la reducción del Estado a un aparato
jurídico-administrativo de control social. Un Estado de mínimos útil a los
intereses del Capital en su incesante búsqueda del incremento de las plusvalías
y beneficios crecientes. Contra esa falsa salida de la crisis, el PCE apuesta
por una "Alternativa social, democrática y anticapitalista" que sirva
como eje de ese nuevo proceso constituyente. Un nuevo republicanismo
democrático que camine hacia una democracia plena, hacia un Estado fuerte que
garantice la plena protección social de sus ciudadanos y ciudadanas poniendo la
política y la economía al servicio de las personas.
El Capital contra el trabajo y el capitalismo contra el
Estado, esa es la situación que determina esta crisis. En consecuencia, nos enfrentamos
a lo que las organizaciones sindicales han sintetizado brillantemente con el
lema de la última convocatoria de Huelga General: "Quieren acabar con
todo". Cierto, y en esta batalla, como en tantas antes, el PCE, los
hombres y mujeres del Partido, estaremos del lado de la mayoría social, de la
clase obrera. Para el PCE lo primero son las personas. Y en ese sentido, sólo
podemos estar con "los nuestros": Con las fuerzas del trabajo y la
cultura frente al Capital, con el Estado frente al capitalismo.
No podemos olvidar que, el Partido es una herramienta para
la lucha, una herramienta de transformación social que debe de ser útil y
eficaz. Una herramienta en la lucha de clases, de clase contra clase, y que
siempre debe de estar al servicio de los y las trabajadoras. El Partido debe
continuar impulsando, como lo ha hecho siempre e Izquierda Unida es el mejor
ejemplo, la unidad de la izquierda transformadora, radical, plural, abierta y
social. Los y las comunistas tenemos que trabajar decididamente en el proceso
de convergencia y refundación de la izquierda con el objetivo de construir un
frente anticapitalista amplío en el que el bloque histórico de las fuerzas
progresistas este ampliamente representado.
El Partido ha sido, en estos 35 años de legalidad jurídica,
ejemplo de compromiso con la clase trabajadora. Con la clase obrera de la que
surge y para la que existe. Hemos atravesado períodos duros y difíciles, hemos
superado todas las dificultades imaginables, reconstruyendo, una y otra vez ,
el Partido desde la militancia. Levantándonos siempre para pelear por la
dignidad de los y las trabajadoras, para pelear por un mismo objetivo:
Democracia y socialismo.
Hay quienes han pretendido, en estos 35 años, expulsar al
PCE de la vida pública, marginar social y políticamente a los y las comunistas.
Hemos respondido, a quienes nos pretendían ignorar o ningunear, con franqueza,
humildad y contundencia: ¡ya somos legales!
Como dijo nuestro camarada y amigo Marcelino: "Ni nos
domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar".
*José Luis Centella es el secretario general del PCE y
portavoz en el Congreso de La Izquierda Plural
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