El día 12 de julio de 1904 nace Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, en Parral, un pequeño pueblo vinícola del centro de Chile, pero a los cuatro años es llevado por su padre que era ferroviario, José del Carmen Reyes, a Temuco. Su madre, Rosa Basoalto, había muerto de tuberculosis un mes después del nacimiento del poeta.
Gabriela Mistral lo inició en el conocimiento de los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida. Era un mal estudiante de matemáticas, pero destacó en letras, siendo corresponsal de la revista Claridad órgano de la Federación de Estudiantes y empezó a firmar sus poemas utilizando los apellidos del gran poeta checo Jan Neruda.
En 1921 se trasladó a Santiago para estudiar pedagogía en francés en la Universidad de Chile, donde obtuvo su primer premio literario con el poema 'La canción de fiesta', publicado posteriormente en la revista 'Juventud'.
En 1923 publicó 'Crepusculario' y al año siguiente y con sólo 20 años aparece 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', que convierte al joven estudiante en el poeta más popular de Chile. Ese mismo año abandona sus estudios para dedicarse sólo a la poesía.
En 1927 es designado cónsul en Rangún (Birmania) y empieza una carrera diplomática que lo llevará por distintos países.
En 1933 publica un libro fundamental en su obra y en toda la literatura contemporánea: 'Residencia en la Tierra' que contiene poemas impregnados de trágica desesperación ante la visión de la existencia del hombre en un mundo que se destruye.
En agosto de 1933 viaja a Buenos Aires representando a Chile. Coincide con Federico García Lorca que había llegado a la capital porteña para estrenar su tragedia Bodas de sangre. Permanece poco tiempo en Buenos Aires porque casi inmediatamente es nombrado cónsul en Barcelona. En Barcelona dura aún menos tiempo, ya que los funcionarios consulares consideran que un poeta como Pablo Neruda debe representar a Chile en Madrid, centro literario de España. Se relaciona rápidamente con todos los amigos de García Lorca y Rafael Alberti, entre ellos le llama la atención un hombre rústico de una sensibilidad infinita: Miguel Hernández.
Pablo Neruda se instala en Madrid en la llamada Casa de las Flores, edificio moderno del barrio de Argüelles, a las puertas de la Ciudad Universitaria. Muy cerca viven los poetas más representativos de la que sería la generación del 27: los ya nombrados García Lorca y Alberti, y también Manuel Altolaguirre, José Bergamín, Luís Cernuda, y Vicente Aleixandre. Hernández, más pobre, llegado de sus tierras de Orihuela viviría más lejos, en los arrabales de Madrid. El grupo se ve casi todos los días, se reúnen en los mismos bares, comentan sus creaciones diarias. El poeta chileno dice sentirse como en su propia casa; no se le reconoce como perteneciente a la generación del 27 porque no era español, pero fue uno de sus miembros más destacados.
A iniciativa del malagueño Manuel Altolaguirre, aficionado a la imprenta, funda una revista literaria con el título "Caballo verde para la poesía". En ella publica los primeros versos de Miguel Hernández y naturalmente los de Federico García Lorca, Cernuda, Aleixandre, Guillén y Juan Ramón Jiménez. Salieron a la venta cinco números, el sexto que debía aparecer el 19 de julio de 1936, no pudo salir a la calle por el golpe de los militares que se habían rebelado contra la República y que dio lugar a la guerra civil.
Pablo Neruda es retirado de su cargo consular en Madrid ya que había participado en la defensa de la República. Se traslada a Paris donde vive en el mismo piso con Rafael Alberti y su mujer María Teresa León. En la capital de Francia residía el escritor franco-cubano "Alejo Carpentier, uno de los hombres más neutrales que he conocido. No se atrevía a opinar sobre nada, ni siquiera sobre los nazis que ya se le echaban encima a París como lobos hambrientos".
Tras la terrible experiencia de la guerra civil española, Neruda vuelve a su Chile natal. Se encuentra que bajo su cielo austral también ondean las banderas de la cruz gamada, la ideología fascista se extiende por el mundo como una mancha de aceite hirviendo.
En 1937 publica 'España en el Corazón', basado en la dolorosa guerra civil de este país donde vivió y cuya experiencia vital e intelectual influirá en su compromiso político, que lo llevará al Partido Comunista de Chile, en el que militó hasta su muerte.
Más tarde vendrán 'Los versos del capitán' y 'Las Uvas y el Viento' y, en 1950, en México, publicará el 'Canto General', que marca un salto en la obra de Neruda que lo lleva del romanticismo y el surrealismo al compromiso humanista.
A partir de 1945 inicia una agitada carrera política como senador. No obstante, la preparación de sus encendidos discursos parlamentarios, o la clandestinidad obligada en otros momentos, no le impiden continuar escribiendo. Poco antes de tener que huir de su patria perseguido políticamente, termina su Canto general.
En 1949 viaja por primera vez a la Unión Soviética, que posteriormente tendría ocasión de frecuentar. Y en 1951, lo hace a China. Pablo Neruda se pasó media vida viajando y escribiendo simultáneamente. Durante su destierro político, visita también Italia, de donde será expulsado a solicitud de la embajada chilena. En Italia había terminado su controvertido libro Los versos del capitán.
En 1958 se reconoce legalmente al Partido Comunista en Chile y Pablo Neruda incrementa su participación política en la campaña para las elecciones presidenciales. Pero su compromiso político no le impide seguir escribiendo: Cien sonetos de amor, dedicados a su última mujer, Matilde Urrutia, Navegaciones y regresos y Canción de gesta, son de esa época de militancia política y poética.
En 1961 el Instituto de Lenguas Romances de la universidad de Yale (EE.UU.), al igual que anteriormente lo había hecho con Saint-John Perse y T.S. Eliot, lo nombra miembro correspondiente. La universidad de Oxford le otorga el título de doctor honoris causa. Se le otorga el premio Viarregio-Versilia.
El partido comunista lo nombra candidato a elecciones presidenciales de 1970. El poeta en principio acepta, pero luego prefiere renunciar en favor de su amigo Salvador Allende y participa activamente en la campaña que lo lleva al triunfo. Era la primera vez que un partido comunista accedía a la presidencia de un país latinoamericano democráticamente, gracias al voto popular. Sus líderes eran un médico y un poeta.
Pablo Neruda es nombrado embajador en Francia y al año siguiente la Academia Sueca le concede el Premio Nobel de Literatura.
Pero Chile se encontraba en una etapa difícil internacionalmente que repercutía en la economía interna. El bloqueo económico al que le somete Estados Unidos y la violencia terrorista de la derecha chilena tratan de llevar al caos al país gobernado por la Unidad Popular.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet se levanta en contra del gobierno, de la esperanza y la libertad, legalmente establecido de Salvador Allende . Pablo Neruda vivía otra vez la como la derecha conservadora se vale de los militares para aplastar a un gobierno de las izquierdas, justo y democrático. El presidente Salvador Allende murió en el Palacio de la Moneda, sin rendirse a la tiranía que imponía la burguesía chilena y auspiciada por los EE.UU. Pablo Neruda moría tan sólo doce días después, el 23 de septiembre.
Hay muchos poemas desde los que rememorar el compromiso y la calidad artística de Pablo Neruda, nuestro querido camarada-poeta, pero quizás sea bueno recordar unas palabras llenas de enseñanzas que redactó dedicada a los Jóvenes Comunistas de Chile, ante el combate que les esperaba y el ejemplo que debía dar para constituirse en hombres “nuevos”.
Gabriela Mistral lo inició en el conocimiento de los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida. Era un mal estudiante de matemáticas, pero destacó en letras, siendo corresponsal de la revista Claridad órgano de la Federación de Estudiantes y empezó a firmar sus poemas utilizando los apellidos del gran poeta checo Jan Neruda.
En 1921 se trasladó a Santiago para estudiar pedagogía en francés en la Universidad de Chile, donde obtuvo su primer premio literario con el poema 'La canción de fiesta', publicado posteriormente en la revista 'Juventud'.
En 1923 publicó 'Crepusculario' y al año siguiente y con sólo 20 años aparece 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada', que convierte al joven estudiante en el poeta más popular de Chile. Ese mismo año abandona sus estudios para dedicarse sólo a la poesía.
En 1927 es designado cónsul en Rangún (Birmania) y empieza una carrera diplomática que lo llevará por distintos países.
En 1933 publica un libro fundamental en su obra y en toda la literatura contemporánea: 'Residencia en la Tierra' que contiene poemas impregnados de trágica desesperación ante la visión de la existencia del hombre en un mundo que se destruye.
En agosto de 1933 viaja a Buenos Aires representando a Chile. Coincide con Federico García Lorca que había llegado a la capital porteña para estrenar su tragedia Bodas de sangre. Permanece poco tiempo en Buenos Aires porque casi inmediatamente es nombrado cónsul en Barcelona. En Barcelona dura aún menos tiempo, ya que los funcionarios consulares consideran que un poeta como Pablo Neruda debe representar a Chile en Madrid, centro literario de España. Se relaciona rápidamente con todos los amigos de García Lorca y Rafael Alberti, entre ellos le llama la atención un hombre rústico de una sensibilidad infinita: Miguel Hernández.
Pablo Neruda se instala en Madrid en la llamada Casa de las Flores, edificio moderno del barrio de Argüelles, a las puertas de la Ciudad Universitaria. Muy cerca viven los poetas más representativos de la que sería la generación del 27: los ya nombrados García Lorca y Alberti, y también Manuel Altolaguirre, José Bergamín, Luís Cernuda, y Vicente Aleixandre. Hernández, más pobre, llegado de sus tierras de Orihuela viviría más lejos, en los arrabales de Madrid. El grupo se ve casi todos los días, se reúnen en los mismos bares, comentan sus creaciones diarias. El poeta chileno dice sentirse como en su propia casa; no se le reconoce como perteneciente a la generación del 27 porque no era español, pero fue uno de sus miembros más destacados.
A iniciativa del malagueño Manuel Altolaguirre, aficionado a la imprenta, funda una revista literaria con el título "Caballo verde para la poesía". En ella publica los primeros versos de Miguel Hernández y naturalmente los de Federico García Lorca, Cernuda, Aleixandre, Guillén y Juan Ramón Jiménez. Salieron a la venta cinco números, el sexto que debía aparecer el 19 de julio de 1936, no pudo salir a la calle por el golpe de los militares que se habían rebelado contra la República y que dio lugar a la guerra civil.
Pablo Neruda es retirado de su cargo consular en Madrid ya que había participado en la defensa de la República. Se traslada a Paris donde vive en el mismo piso con Rafael Alberti y su mujer María Teresa León. En la capital de Francia residía el escritor franco-cubano "Alejo Carpentier, uno de los hombres más neutrales que he conocido. No se atrevía a opinar sobre nada, ni siquiera sobre los nazis que ya se le echaban encima a París como lobos hambrientos".
Tras la terrible experiencia de la guerra civil española, Neruda vuelve a su Chile natal. Se encuentra que bajo su cielo austral también ondean las banderas de la cruz gamada, la ideología fascista se extiende por el mundo como una mancha de aceite hirviendo.
En 1937 publica 'España en el Corazón', basado en la dolorosa guerra civil de este país donde vivió y cuya experiencia vital e intelectual influirá en su compromiso político, que lo llevará al Partido Comunista de Chile, en el que militó hasta su muerte.
Más tarde vendrán 'Los versos del capitán' y 'Las Uvas y el Viento' y, en 1950, en México, publicará el 'Canto General', que marca un salto en la obra de Neruda que lo lleva del romanticismo y el surrealismo al compromiso humanista.
A partir de 1945 inicia una agitada carrera política como senador. No obstante, la preparación de sus encendidos discursos parlamentarios, o la clandestinidad obligada en otros momentos, no le impiden continuar escribiendo. Poco antes de tener que huir de su patria perseguido políticamente, termina su Canto general.
En 1949 viaja por primera vez a la Unión Soviética, que posteriormente tendría ocasión de frecuentar. Y en 1951, lo hace a China. Pablo Neruda se pasó media vida viajando y escribiendo simultáneamente. Durante su destierro político, visita también Italia, de donde será expulsado a solicitud de la embajada chilena. En Italia había terminado su controvertido libro Los versos del capitán.
En 1958 se reconoce legalmente al Partido Comunista en Chile y Pablo Neruda incrementa su participación política en la campaña para las elecciones presidenciales. Pero su compromiso político no le impide seguir escribiendo: Cien sonetos de amor, dedicados a su última mujer, Matilde Urrutia, Navegaciones y regresos y Canción de gesta, son de esa época de militancia política y poética.
En 1961 el Instituto de Lenguas Romances de la universidad de Yale (EE.UU.), al igual que anteriormente lo había hecho con Saint-John Perse y T.S. Eliot, lo nombra miembro correspondiente. La universidad de Oxford le otorga el título de doctor honoris causa. Se le otorga el premio Viarregio-Versilia.
El partido comunista lo nombra candidato a elecciones presidenciales de 1970. El poeta en principio acepta, pero luego prefiere renunciar en favor de su amigo Salvador Allende y participa activamente en la campaña que lo lleva al triunfo. Era la primera vez que un partido comunista accedía a la presidencia de un país latinoamericano democráticamente, gracias al voto popular. Sus líderes eran un médico y un poeta.
Pablo Neruda es nombrado embajador en Francia y al año siguiente la Academia Sueca le concede el Premio Nobel de Literatura.
Pero Chile se encontraba en una etapa difícil internacionalmente que repercutía en la economía interna. El bloqueo económico al que le somete Estados Unidos y la violencia terrorista de la derecha chilena tratan de llevar al caos al país gobernado por la Unidad Popular.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet se levanta en contra del gobierno, de la esperanza y la libertad, legalmente establecido de Salvador Allende . Pablo Neruda vivía otra vez la como la derecha conservadora se vale de los militares para aplastar a un gobierno de las izquierdas, justo y democrático. El presidente Salvador Allende murió en el Palacio de la Moneda, sin rendirse a la tiranía que imponía la burguesía chilena y auspiciada por los EE.UU. Pablo Neruda moría tan sólo doce días después, el 23 de septiembre.
Hay muchos poemas desde los que rememorar el compromiso y la calidad artística de Pablo Neruda, nuestro querido camarada-poeta, pero quizás sea bueno recordar unas palabras llenas de enseñanzas que redactó dedicada a los Jóvenes Comunistas de Chile, ante el combate que les esperaba y el ejemplo que debía dar para constituirse en hombres “nuevos”.
Aniversario JJCC: "Mensaje a los Jóvenes Comunistas" (Pablo Neruda)
Quiero que esta carta sea un trébol de cuatro hojas. Dedico este trébol a la Juventud Comunista de mi patria.
La primera hoja es la de la alegría. Los jóvenes deben también aprender a ser jóvenes, y esto no es tan sencillo. Yo fui un muchacho enlutado. Cayó sobre mi vida la tristeza de los pobres pueblos del sur, el grito de la lluvia, la intransigente soledad. Más tarde encontré que la vida, mientras más serios problemas nos propone, mientras más difícil sea el descubrimiento de nuestro camino, cuanto más grave sea el sentimiento de la injusticia social, más razones tenemos para sentirnos dignos de nuestra responsabilidad. Así descubrimos el camino de la alegría, que comienza en nosotros mismos y luego quiere compartirse y repartirse. Luchamos porque nuestra alegría pueda ser compartida y repartida en toda la tierra.
La segunda hoja es la de la conciencia. Partimos desde la conciencia de un mundo deformado por el interés, por la rutina, por la codicia, por la hipocresía. El capitalismo y el imperialismo se cubren con una máscara que dice "mundo libre", y bajo esa máscara se esconden el terror, la represión de clase, la perversidad social. Los jóvenes deben partir de esta conciencia: la de una sociedad que debemos elevar a la dignidad del hombre, a la dignidad suprema del hombre. Y esta dignidad no existirá sin la lucha común que la haga realidad. Los jóvenes comunistas tienen el deber de representar esta conciencia, continuar y renovar esta lucha y hacer realidad los más antiguos sueños del hombre.
La tercera hoja es la de la seguridad. Cuando los primeros comunistas expresaron su verdad, fueron acusados de falsos, de traidores, de extranjeros, de ilusorios. Hoy, inmensas naciones viven en la Revolución. Los comunistas fueron martirizados, agredidos, calumniados. Hoy pesan en los destinos del mundo. Ayer los comunistas eran acusados de explosivos, de extremistas, de fieras humanas. Hoy son acusados de reformistas, de pacatos, de prudentes. Son los mismos enemigos de ayer los que quieren detener el cauce organizado de la Revolución. Se vistan de conservadores, de fascistas, de ultra izquierdistas, bajo sus vestiduras tienen el mismo rostro. Saben que los comunistas han cambiado la historia. Ellos, de una o de otra manera, han coincidido en el anticomunismo para detenerla en su marcha. Pero la historia se mueve hacia adelante, dejando atrás a los retardatarios y a los impacientes.
La cuarta hoja es la del Partido. Yo era ya un hombre cuando entré a la familia de los comunistas chilenos. Había atravesado la soledad. Había sentido y comprendido tragedias, desdichas, catástrofes. Había pasado por guerras y derrotas, por golpes y victorias. Creía ya saberlo todo. Pero encontré, dentro de mi Partido y andando por pueblos y caminos a través de la extensión de América y Chile, que tenía mucho que aprender, y cada día hombres anónimos, desconocidos hasta entonces, me dieron las mayores lecciones de sabiduría, de rectitud, de firmeza. Nadie debe creerse superior al Partido. Este sentimiento de modestia no significa vasallaje, sino superación de lo personal, aprendizaje de una disciplina que nos conduce siempre a la verdad.
Jóvenes comunistas: éste es el trébol de cuatro hojas que les mando desde lejos. Mis ojos y mi corazón siguen en Chile. Buena suerte.
Pablo Neruda
Quiero que esta carta sea un trébol de cuatro hojas. Dedico este trébol a la Juventud Comunista de mi patria.
La primera hoja es la de la alegría. Los jóvenes deben también aprender a ser jóvenes, y esto no es tan sencillo. Yo fui un muchacho enlutado. Cayó sobre mi vida la tristeza de los pobres pueblos del sur, el grito de la lluvia, la intransigente soledad. Más tarde encontré que la vida, mientras más serios problemas nos propone, mientras más difícil sea el descubrimiento de nuestro camino, cuanto más grave sea el sentimiento de la injusticia social, más razones tenemos para sentirnos dignos de nuestra responsabilidad. Así descubrimos el camino de la alegría, que comienza en nosotros mismos y luego quiere compartirse y repartirse. Luchamos porque nuestra alegría pueda ser compartida y repartida en toda la tierra.
La segunda hoja es la de la conciencia. Partimos desde la conciencia de un mundo deformado por el interés, por la rutina, por la codicia, por la hipocresía. El capitalismo y el imperialismo se cubren con una máscara que dice "mundo libre", y bajo esa máscara se esconden el terror, la represión de clase, la perversidad social. Los jóvenes deben partir de esta conciencia: la de una sociedad que debemos elevar a la dignidad del hombre, a la dignidad suprema del hombre. Y esta dignidad no existirá sin la lucha común que la haga realidad. Los jóvenes comunistas tienen el deber de representar esta conciencia, continuar y renovar esta lucha y hacer realidad los más antiguos sueños del hombre.
La tercera hoja es la de la seguridad. Cuando los primeros comunistas expresaron su verdad, fueron acusados de falsos, de traidores, de extranjeros, de ilusorios. Hoy, inmensas naciones viven en la Revolución. Los comunistas fueron martirizados, agredidos, calumniados. Hoy pesan en los destinos del mundo. Ayer los comunistas eran acusados de explosivos, de extremistas, de fieras humanas. Hoy son acusados de reformistas, de pacatos, de prudentes. Son los mismos enemigos de ayer los que quieren detener el cauce organizado de la Revolución. Se vistan de conservadores, de fascistas, de ultra izquierdistas, bajo sus vestiduras tienen el mismo rostro. Saben que los comunistas han cambiado la historia. Ellos, de una o de otra manera, han coincidido en el anticomunismo para detenerla en su marcha. Pero la historia se mueve hacia adelante, dejando atrás a los retardatarios y a los impacientes.
La cuarta hoja es la del Partido. Yo era ya un hombre cuando entré a la familia de los comunistas chilenos. Había atravesado la soledad. Había sentido y comprendido tragedias, desdichas, catástrofes. Había pasado por guerras y derrotas, por golpes y victorias. Creía ya saberlo todo. Pero encontré, dentro de mi Partido y andando por pueblos y caminos a través de la extensión de América y Chile, que tenía mucho que aprender, y cada día hombres anónimos, desconocidos hasta entonces, me dieron las mayores lecciones de sabiduría, de rectitud, de firmeza. Nadie debe creerse superior al Partido. Este sentimiento de modestia no significa vasallaje, sino superación de lo personal, aprendizaje de una disciplina que nos conduce siempre a la verdad.
Jóvenes comunistas: éste es el trébol de cuatro hojas que les mando desde lejos. Mis ojos y mi corazón siguen en Chile. Buena suerte.
Pablo Neruda
Saludo escrito por el poeta comunista Pablo Neruda el 19 de septiembre de 1972 en París, para el 7º congreso de la Jota.
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