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miércoles, 10 de junio de 2015

El PCE considera que las candidaturas de unidad popular, el mejor instrumento para la derrota del PP. Valoración política de las elecciones del 24-M

Mundo Obrero
El voto de la clase trabajadora y sectores asalariados y las candidaturas unitarias se constituyen como la principal palanca para la derrota del PP.
El resultado de las elecciones municipales del pasado 24 de mayo ha traído como consecuencia la superación del sistema de partidos y el fin del bipartidismo tal y como se ha conocido en estas últimas décadas.
Sin embargo dicha valoración hay que matizarla. En primer lugar se aprecia una doble dinámica de voto muy diferenciada entre la España urbana, en especial de la grandes ciudades, ya plenamente insertadas en el marco político y social de la España pos-crisis; país que convive por otro lado, con una España de los pequeños municipios y ciudades mediadas que todavía responde en gran medida al esquema político anterior, municipios donde el PP y el PSOE cuentan con una mayor implantación. Si en las primeras los cambios políticos electorales han sido espectaculares, en las segundas la realidad política tradicional ha aguantado mejor.
A nivel de partidos, el PP es el gran perdedor de las elecciones, al perder gran parte del poder, en especial, en sus hasta ahora feudos gallego, valenciano y madrileño y grandes núcleos urbanos del resto del país.
Por otro lado, y a pesar de la pérdida de más de 600 mil votos, la realidad bipartidista aguanta en cierta forma por un PSOE reforzado por la posibilidad de recuperar poder institucional en importantes CC.AA. y ayuntamientos, realidad que contrasta con su significativa caída en votos en las grandes ciudades donde ha confrontado con candidaturas unitarias de la izquierda.
IU responde en parte a la doble dinámica antes señalada. En las pequeñas y medianas ciudades se ha presentado en líneas generales como tal y ha aguantado mejor la dinámica electoral, obteniendo un resultado similar al de las pasadas elecciones de 2011, e incluso incrementado el número de alcaldías en muchos casos, constituyendo la fuerte subida de Zamora como el caso más claro. En los grandes núcleos urbanos y capitales de provincia, donde se ha presentado en candidaturas unitarias, IU ha experimentado un apreciable incremento de representación institucional, y donde no, en líneas generales, se ha bajado. En el caso de las elecciones autonómicas, donde cada partido ha concurrido bajo sus propias candidaturas, IU ha obtenido unos muy malos resultados, desapareciendo de la mayoría de los parlamentos, siendo fuerza extraparlamentaria en el nervio central del capitalismo español: el eje Madrid-Valencia. Las elecciones del 24 de mayo han supuesto, por tanto, una reconfiguración del mapa político en la izquierda: a la izquierda del PSOE, IU ya no es la realidad mayoritaria.
En el caso de Podemos, en el ámbito autonómico donde ha concurrido con sus siglas, ha obtenido un importante resultado electoral al entrar en todos los parlamentos regionales, pero lejos de constituirse en alternativa al PP. En todos las CC.AA. el PSOE ha quedado por encima de Podemos. En las municipales se aprecia una clara diferencia de resultado respecto a las regionales, al contar con un apoyo significativamente menor en relación a las candidaturas unitarias en las municipales. Sin embargo la política de Podemos de relacionar el resultado de Madrid y Barcelona con dicho partido pretende –de momento con éxito- esconder esa diferencia de voto. Sirva como ejemplo el caso de la ciudad de Madrid, donde Podemos ha sacado 285 mil votos (17,7%) y Ahora Madrid 519 mil (31,8%).
Ciudadanos ha logrado una fuerte irrupción en el panorama político, pero no ha logrado el objetivo de constituirse en el gran partido bisagra del país, con la excepción importante de Madrid. A pesar de ello es la tercera fuerza política municipal.
Por último, de los resultados se desprende que los partidos nacionalistas ya no van a ser determinantes para la generación de mayorías a nivel nacional. En relación a Cataluña, Barcelona ciudad y corona metropolitana ha irrumpido una mayoría electoral no nacionalista, que sí ha obtenido buenos resultados en el interior de Cataluña. En relación a Euskadi, el PNV recupera poder municipal en detrimento de Bildu, al ganar San Sebastián, y en Navarra, a través de su presencia en Geroa Bai. Destacar el importante triunfo de la coalición valencianista Compromis, la cual se ha constituido en el árbitro político en las Cortes del País Valencià y en Valencia ciudad.
Por último destacar el voto de la emigración, verdadera expresión de los cambios sociales en nuestro país, donde por primera vez los dos grandes partidos no son mayoritarios, posición que ahora ostenta Podemos.
El significado del voto de la clase trabajadora
De los datos se desprende que no han sido las capas medias, sino el voto obrero y la periferia urbana la que ha impulsado el cambio electoral en las grandes ciudades.
Voto que se ha expresado a través de las candidaturas de unidad popular, vistas como el mejor instrumento para la derrota del Partido Popular. En aquellos lugares donde no se ha dado esta confluencia (salvo excepciones), o en las autonómicas, el voto obrero se ha fragmentado posibilitando el triunfo del PP y una posición de privilegio del PSOE como principal partido capaz de desalojar a la derecha.
El voto de la clase trabajadora y sectores asalariados y las candidaturas unitarias se constituyen como la principal palanca para la derrota del PP.
El comportamiento electoral de la clase trabajadora vuelve a situar el eje derecha/izquierda como el eje prioritario de este país, frente a la teoría de la transversalidad que otorga a la “clase media” la centralidad del cambio. Eje que se ha canalizado a través de expresiones políticas de nuevo tipo (candidaturas de unidad popular) que han materializado la expresión social del eje nuevo/viejo, que ha permitido generar mayorías electorales al atraer a capas medias precarizadas durante la crisis.
Manifestación electoral de los trabajadores y trabajadoras que corresponden con el peso que dichos sectores sociales han tenido en estos años de movilizaciones y de la construcción de sujetos de conflicto unitarios como las mareas, plataforma ciudadanas por los derechos públicos o de participación en las huelgas generales, que han encontrado en las candidaturas unitarias su expresión electoral principal. Peso sin embargo, que no ha tenido proyección en la conformación de las candidaturas, donde salvo excepciones, la clase obrera tiene escasa presencia.
Cambio que para los sectores sociales protagonistas de la jornada electoral del 24 de mayo pasa por una profunda transformación de las relaciones laborales de este país, una fuerte reestructuración del gasto público, del sistema educativo y de los mecanismos de acceso a la vivienda, que junto a la democracia participativa, solo podrán tener solución en un marco de ruptura política y de giro a la izquierda, y no del “giro al centro”, al que se ve abocado todo cambio hegemonizado por la relación estructural que van a mantener a partir de ahora PSOE-Podemos.
Transformaciones sociales que solo podrán ser garantizadas por la izquierda transformadora.

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