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sábado, 27 de junio de 2015

Alberto Garzón: “Una ética de la victoria, una plaza llena”

Quienes nos recortan en sanidad, educación y pensiones siempre utilizan el miedo. Ayer el Gobernador del Banco de España lo volvió a demostrar. Nos explicó que debemos sentir miedo y que, por ello, tenemos que protegernos lanzándonos a los brazos de las hienas financieras. Qué hartos estamos de sus mentiras, qué hartos también de la ética de nuestra derrota y de su victoria.
Somos conscientes de que hemos perdido muchas veces. Qué nos van a decir a los militantes de Izquierda Unida, resistentes al bipartidismo y a la corrupción del Régimen. Años y años combatiendo el neoliberalismo, la depredación de nuestro planeta y las corruptelas de quienes prometían trabajo basura a cambio de votos. Mientras el bipartidismo obtenía el 80% de los votos, los de IU compartíamos espacios con otros compañeros para resistir sus cantos de sirena. Decían que Maastricht, el Euro y el milagro económico eran inevitables y grandes recetas. Protestamos, nos manifestamos y luchamos. Pero vencieron en las urnas y en las conciencias. Hoy estamos como estamos, precarizados y abandonados a la suerte del capricho irracional del mercado.
En 2011 fui elegido diputado de IU por Málaga. Durante la campaña ya hice un llamamiento a la unidad de las fuerzas sociales que buscábamos la transformación social. No sucedió. Desgraciadamente el PP ganó la mayoría absoluta y siguió haciéndole el trabajo sucio a la oligarquía española y europea. Cuatro años hacen ahora. Cuatro en los que he debatido con ministros, gobernadores y el propio presidente Rajoy. Cuatro en los que hemos defendido una nueva forma de hacer política y economía. Una política y economía para la vida, para la felicidad, de la mayoría social.
Somos los de abajo, por supuesto. La mayoría somos de izquierdas. Muchos, como yo, somos también comunistas. Todos hemos sufrido en nuestras carnes las consecuencias de las políticas de saqueo del bipartidismo y la troika. Y sabemos que la solución pasa por hacer las cosas de otra manera, y de unirnos en torno a ese proyecto de cambio. Desde nuestros principios y nuestra identidad.
Imagino una plaza abierta. Una plaza a la que van llegando las gentes de Podemos, las gentes de Equo, las gentes de ANOVA, las gentes de ICV, las gentes de IU y de tantas otras fuerzas organizadas. Gentes que se suman, que debaten y acuerdan. Gentes que no renuncian a ser lo que son, ni a sus anhelos ni a su historia. Pero gentes que comparten la necesidad de trabajar y cooperar juntas. Una plaza abarrotada de gente sencilla, de gente común, de gente que quiere un mundo mejor y que sabe que es posible y necesario construirlo. Un mundo mejor para nuestros mayores, para nuestros hijos y para las futuras generaciones. Esa sensación de esperanza, de ilusión que cristaliza, la sentí en las plazas del 15M. Ahora también, mucho más fresca y poderosa.
Eso es la Unidad Popular, un proceso que construye desde abajo y participativamente. No es fácil, pues nadie dijo que cambiar el mundo lo fuera. Pero ese es el proyecto al que yo pertenezco. El que cambia la ética de nuestra derrota por la ética de nuestra victoria, el proyecto de la transformación social. Un nosotros, como sujeto, tan amplio que no hay bandera o sigla que nos acoja. Sólo una plaza, un ágora, un espacio de lo público y de lo común.

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