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miércoles, 18 de febrero de 2009

Julio Anguita propone nacionalizar la banca en una primera fase, para hacer frente a la crisis


Yolanda Bernad/Madrid Digital

Julio Anguita (Córdoba, 1941) es un personaje de referencia en la política española. Alcalde de su ciudad natal por el PCE en 1980 y secretario general de este partido en 1987, en sustitución de Gerardo Iglesias, Anguita fue coordinador general de IU hasta 1997. Bajo su liderazgo, IU cosechó las mayores victorias, aunque insiste en que “eran otros tiempos”. Dos infartos al corazón le retiraron de la primera línea de fuego en la política –“ahora estoy en la retaguardia”- A sus 68 años, Anguita es un jubilado atípico. Ha sustituido las clases en el instituto por conferencias de calado económico y los discursos políticos por la literatura. Comunista y ateo, indaga en la física subatómica y la astrofísica para hallar respuestas existenciales. ¿Ha encontrado alguna? “No, pero me encuentro muy bien buscando”.

- Un corazón rojo como el suyo, ¿qué siente con todo lo que está ocurriendo?

- Estos días estoy preparando una conferencia sobre la crisis, y recurro a estudios y documentos de mis años en Madrid –como líder de IU–, elaborados por compañeros del partido y que ya planteaban los errores y las dificultades del crecimiento económico español, es decir, el peso del ladrillo y la baratura de la mano de obra. Otros documentos planteaban los problemas que la globalización ocasiona. Sin duda, ésta es la crisis más grave del sistema capitalista, porque aunque tiene sus ciclos, confluyen muchos factores: la sobreproducción; una crisis económica-financiera propiciada por las hipotecas subprime; una crisis energética por la pelea para conseguir petróleo y gas; una aceleración de distintas economías, como la china o la india; una crisis alimentaria, que está produciendo que se lleven a cabo importantes compras de fincas, como la efectuada por Corea del Sur en Madagascar; una crisis internacional, por el orden unipolar de Estados Unidos... El problema es que la alternativa al sistema capitalista no ha sido todavía ni explicada ni asumida.

- ¿Cree que esta crisis supone el fin del capitalismo?

- No, no creo que se vaya a hundir. El capitalismo ha demostrado que es capaz de salir de sus crisis, cerrando industrias y siempre provocando mucho dolor... Pero para preparar la desaparición del capitalismo hay que trabajar en la creación de un sistema alternativo. El problema de la izquierda actual es que usa los mismos términos del capitalismo, esto es, competitividad, mercado... Y no hay que olvidar que la economía es una ciencia que debe estar supeditada a los poderes públicos y a las necesidades de la sociedad.

- ¿Se atreve a pronosticar el fin de la crisis?

- No, yo no soy adivino ni economista. Pero lo que no se cuestiona es que estamos ante una crisis que nadie sabe cuándo va a terminar.

- Es curioso que la crisis más grave vivida hasta el momento sea propiciada, en parte, porque los bancos dieron dinero a gente que no tenía recursos.

- Karl Marx ya habló de la crisis de la sobreproducción, del hecho de que no se crearan más fábricas y de que ya no hubiera más mercado. Ésa es la maldición del sistema capitalista, que impele a crecer constantemente. Las hipotecas subprime han salpicado a todo el mundo, los activos tóxicos ascienden a trillones de dólares y los bancos españoles han comprado productos tóxicos. Pero el problema de España es la cantidad de dinero invertido en ladrillo.

- Si estuviera en el Congreso, ¿qué medidas propondría para acabar con la crisis?

- Para proponer no hace falta estar en el Congreso. Para mí la política está en la calle. Además, no confío en la correlación de fuerzas que hay en estos momentos en el Congreso. En cualquier caso, yo propongo, en una primera fase, la nacionalización de la banca. Hay mecanismos constitucionales que lo permiten, otra cosa es que entre en conflicto con la Unión Europea, aunque ésta ya ha entrando en conflicto consigo misma con el Tratado de Maastricht, que ponía límites al endeudamiento y al déficit público y ahora muchos países están incumpliendo con esos criterios. Otra medida que defiendo es una reforma fiscal progresiva...

- Lo de nacionalizar los bancos, no creo que le hiciera mucha gracia al sector...

- Por supuesto que no. Cuando era coordinador de IU ya se propuso crear una banca pública que prestase dinero a la pyme y a particulares con intereses más reducidos que los del libre mercado y así facilitar el crédito. La idea, evidentemente, no les gustó, pero así no tendrían más remedio que bajar sus precios.

- ¿Y en una segunda fase?

- Una reforma del aparato productivo. En los últimos años, en España ha decrecido el sector industrial. La entrada de nuestro país al Mercado Común nos obligó a desmantelar muchas fábricas, sobre todo en el norte del país, por no hablar de la agricultura. También defiendo una reducción de la jornada laboral porque aumentarla, tal y como propuso la Comisión Europea, significa reducir el salario del trabajador. Hay que abrir el debate sobre tres aspectos: el salario directo del trabajador, el indirecto (las prestaciones del Estado en materia de educación, cultura, sanidad...) y el diferido (pensiones y jubilaciones). Es necesario un cambio de modelo, pero, ¿dónde están esos hombres y mujeres capaces de explicarlo?

- ¿No están en IU?

- Sí, en IU hay muchas personas capaces de explicarlo, pero debe ser asumido por toda IU. En estos momentos tiene previsto poner en marcha mil actos públicos, es una buena noticia, pero hay que dirigirse a la sociedad y explicarlo. IU debe ser la gran provocadora en estos momentos, diciendo la verdad y teniendo confianza en sus propuestas, dirigiéndose a la ciudadanía sin miedo al qué dirán y planteando alternativas.

- ¿Y qué papel están jugando los sindicatos en todo esto? ¿Cree que están traicionando su razón de ser?

- Traicionar es una palabra muy fuerte. Lo que digo es que los sindicatos todavía no se han definido, y su trayectoria en este caso es muy curiosa. Estuvieron de acuerdo con Maastricht, que hablaba de limitar el endeudamiento al 3%. Esto implica menos dinero para el gasto público. Tampoco se han enfrentado a la contrarreforma fiscal de los Gobiernos, y me remonto a cuando gobernaba Felipe González, o José María Aznar... Los he visto apoyando la Constitución Europea, aquella que tumbó Francia, y con la Cumbre de Lisboa tampoco dicen ni pío. El Parlamento Europeo dijo ‘no’ a la jornada de 65 horas, pero salió por la puerta y entrará por la ventana porque la Comisión está empeñada en sacar la directiva adelante.

- Con el paro subiendo –los últimos datos de enero arrojan 200.000 desempleados más–, ¿cree que existen razones para convocar una huelga general?

- A mi lo de la huelga general me suena a la paella que se preparaba durante los 50 y 60, años muy duros en los que este plato se convertía en todo un acontecimiento social. En todas las huelgas que he apoyado siempre he formulado la misma pregunta: ¿Y al día siguiente, qué? En la del 88, que paralizó a todo el país, no estaba previsto explotar el éxito, los sindicatos no se preguntaron qué hacer el día después, y eso es un error. Ponen toda la carne en el asador para acaparar titulares pero, ¿y luego?

- ¿Y qué opina de la gestión del Gobierno de la crisis?

- Me recuerdan a los cristobicas, así es como llamamos a los títeres en Granada. El Gobierno no sabe dónde está, o sabía dónde estaba y que la crisis iba a llegar pero la negaron, o los áulicos del Gobierno no la supieron ver. El Gobierno está improvisando y apagando fuegos, es de una incompetencia tremenda, y ello pese a su cobertura mediática.

- ¿Y la oposición?

- Es lo mismo pero elevado a la enésima potencia. Sus medidas se reducen a la necesidad de acabar con la rigidez del mercado, reducir la presión fiscal... Es más de lo mismo, vienen defendiéndolo durante años. Entre el Gobierno y la oposición suman un conjunto de inutilidades.

- ¿Y cuál es el papel de IU?

- IU sólo tiene un diputado, así que su papel es muy limitado. Pero el problema es cómo conseguir en la calle la presión consciente y serena, formando un bloque de opinión y que haga pensar en un valor: la Constitución.

- Con usted como secretario general IU obtuvo sus mejores resultados electorales, y esto no se ha vuelto a repetir. ¿Qué está fallando?

­- Bueno, eran otros tiempos. No tiene sentido hablar del pasado.

- ¿Y cree que Cayo Lara, el actual coordinador, dará ‘el callo’?

- Cayo Lara es una persona muy honesta, con unas ideas muy claras. La cuestión que hay que plantearse es si la IU que dirige va a ser capaz de asumir y abordar los problemas actuales de la sociedad, porque si es así entonces tiene que jugársela y apostar por la ciudadanía, no sólo movilizándose, que también. Porque lo importante es movilizar a la gente con ideas en la cabeza. Si IU opta por eso, debe saber que se va a enfrentar al sistema, que será criticada por todos… pero debe hacerlo.

- ¿Le ha dado algún consejo a Lara?

- Con Cayo he hablado y hablo mucho, pero nunca me he atrevido a decirle lo que debe hacer. Yo ya publico cada quince días en ‘Mundo Obrero’ todo lo que pienso.

- ¿Y qué opina de la trama de espionaje en la Comunidad de Madrid?

- Eso no es nada nuevo en la política nacional. Gerardo Iglesias ya se quejaba de tener el teléfono intervenido, a mi también me espiaron, y todo eso fue denunciado en su momento, pero nadie se acuerda de eso. Lo del PP me aburre, indica el estado de desgracia en el que ha caído la política. No entiendo por qué nos rasgamos las vestiduras.

- ¿Echa de menos no estar en primera línea de la política?

- Yo sigo en política, sólo que permanezco en la trinchera y no en el puesto de mando. Además, sé ocupar bien mi tiempo, tengo muchas cosas que hacer, hago conferencias, escribo...

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