Esta carta, escrita por nuestra compañera Reme y sus hijas, tiene que ser leída por todos y todas porque reboza humanidad, sentimiento, compromiso, espíritu luchador, gratitud, dolor....es la expresión más humana que se puede tener. Es además un alentador ejemplo para todos y todas en tiempos revueltos y de verdadera pudedrumbre capitalista.
Desde su hondo dolor, Reme saca un torrente de energía y nos empuja a seguir adelante.
Rufo
Querido Manuel
18.11.2011 -
REMEDIOS RAMOS, MARTA, ELENA Y CELIA RUIZ RAMOS
"El domingo recibí el golpe más duro que jamás imaginé. Trabajo en la sanidad pública al igual que mi querido Manolo. Estoy acostumbrada al dolor ajeno. Esa mañana Manolo acudía a su trabajo, tenía guardia en el centro de salud de Puerta Blanca. Se despidió con un abrazo distinto, tierno, sin prisas, cosa que con la vida que llevamos no es común todos los días. Esa mañana las niñas y yo nos levantamos temprano incluso mi Elena que es la más tardona, cosa que a las demás nos sorprendía, y en pleno desayuno suena el teléfono y empieza la pesadilla. Dije «cuelga Elena serán de publicidad», y no.. A partir de ese momento supe que nada sería igual. Me comí la carretera hasta llegar al Clínico, y desde que entré por urgencias hasta que pude verlo allí con su hilo de vida, quiero destacar la humanidad y la gran profesionalidad de todo el personal que esa mañana de domingo prestaba su servicio dedicando su vida a los demás, como lo hubiera hecho Manolo esa mañana si la jodida guadaña no se hubiera encaprichado de él tan temprano. Ahora voy a personalizar en la figura del Dr. Carlos Porras, que sabiendo que tenía en sus manos la vida de un hombre de 50 años, en el transcurso de la anestesia personalmente me trajo las pertenencias de Manolo, una tila, y una pastilla de esas que intentamos que curen el alma. Yo le decía "doctor, no pierda tiempo conmigo y vaya con él, lo que mas quiero está en sus manos". ¡Qué talla humana y qué profesionalidad!, creo que este seguramente sería el reto más difícil que le habría puesto la vida y aún así se preocupaba de ese despojo humano que era yo, en aquella sala. También sé lo que luchó el resto del equipo: la Dra. Rocío Merino, el equipo de anestesia, Daniel Rivera, Isabel Navarro, Paco Cebrián, Miguel Martínez, Dionisio, y todos los que estaban en casa que acudieron a salvar su vida, que se escapaba a borbotones.
Manolo, sé que luchaste ocho interminables horas, tal y como te pedí. No pudo ser. Manolo, estés donde estés, ten la seguridad que esa sanidad pública a la que tanto te entregaste y por la que tanto luchaste no te defraudó. Veánse reflejados en esta carta todos sus trabajadores, presten sus servicios en el centro que sea, Manolo se fue pero nunca por falta de medios técnicos y de profesionales. Quiero despedirme diciendo que a veces no valoramos lo que tenemos, tenemos unos profesionales y unos medios técnicos que ni el país más desarrollado tienen. Cuidemos nuestra sanidad y a nuestros profesionales. Nos jugamos mucho. Tanto como nuestra vida. Gracias de corazón. Te queremos."
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