Eduardo
Zorrilla, portavoz de IULV-CA en el Ayuntamiento de Málaga
El discurso oficial al que
nos tienen acostumbrados el alcalde y el PP de Málaga, nos describe una imagen
idealizada de la ciudad, la
Smart City , una de las más inteligentes de España, y
referente internacional en innovación del conocimiento, cultura, nuevas
tecnologías, y sostenibilidad. Y con un Ayuntamiento, aseguran, que es hoy
líder en transparencia, políticas sociales y servicios públicos de calidad.
“Nunca la ciudad ha tenido
tan importantes espacios reservados para uso cultural”, decía el alcalde en el
último Debate sobre el estado de la
Ciudad , añadiendo que “la lista de proyectos supera la
capacidad de los edificios”, algo que resulta sorprendente, dada la lista de
edificios municipales, destinados a un uso cultural, vacíos y sin proyecto
definido (Tabacalera, Astoria-Victoria, la antigua prisión, el “cubo” del
muelle 1, entre otros ejemplos).
También entonces presumía
el Alcalde de “una red de museos como pocos ayuntamientos tienen en España y
una atractiva oferta cultural”, poniendo como ejemplos el CAC, el Thysen, o el
Festival de Málaga de Cine.
Sin embargo, este relato
oficial dibuja un paisaje idealizado y ajeno a la realidad, a la dura realidad
de los barrios, de las personas que sufren, de los de abajo, de la inmensa
mayoría.
Una dura y dramática
realidad de una ciudad en la que el paro alcanza ya a más de 81.000 personas,
con una cuarta parte de la población, en algunas zonas más, está en situación
de pobreza, siendo los menores y las mujeres los colectivos más castigados. Las
políticas de austeridad están devolviendo funciones de la administración a las
familias, fundamentalmente a las mujeres, y el incumplimiento por el alcalde de
promesas electorales tales como guarderías, centros de mayores y pisos
tutelados, empeora la situación de las mujeres de esta ciudad.
Desgraciadamente, si hay
algo en lo que Málaga es hoy referente español y europeo es en desigualdad, que
es superior a la media española y europea y que sigue aumentando (el 10 % de
las personas más ricas acaparan el 23% de la riqueza, mientras que el 20% más
pobre apenas posee el 7 % de la riqueza de la ciudad).
El discurso oficial del PP
y del alcalde silencia el drama de los 1.500 desahucios ejecutados en Málaga en
2012, mientras menos de mil personas y entidades son propietarias de más de 50
mil inmuebles.
También calla la “historia
oficial” la grave situación de emergencia alimentaria que padece Málaga, con
miles de personas dependientes para su alimentación diaria del reparto que
realizan, con grandes dificultades, decenas de organizaciones voluntarias.
Esta situación de grave
emergencia social que se vive en Málaga viene provocada por las políticas
neoliberales de este gobierno y de los anteriores, pero el gobierno municipal,
con el alcalde a la cabeza, también es responsable, no solo porque sustenta la
mayoría parlamentaria que aprueba medidas antisociales, sino porque en
Democracia la cuestión central es para quién se gobierna, y el alcalde y el PP no
gobiernan para la mayoría de la ciudadanía.
Muestra de ello es la privatización
de espacios y equipamientos públicos que empobrece a la mayoría, sobre todo a
quienes no tienen medios para usar los servicios y equipamientos privados.
Ocurre igual con los Convenios
Urbanísticos firmados al amparo del PGOU sobre terrenos anteriormente
industriales (Repsol, Martiricos, Térmica), que el crecimiento natural de la
ciudad permitía, como en otras muchas ciudades, ganar para equipamientos
públicos y zonas verdes en distritos muy carentes, y que fueron recalificados
para uso residencial con el consiguiente “pelotazo” de las promotoras. Hoy que
la crisis económica ha parado lo que el sentido común no pudo parar, los
titulares de los terrenos, como Nova Caixa Banco (entidad destacada en los
desahucios, en la estafa de las participaciones preferentes, en las ayudas públicas
millonarias, y en las indemnizaciones millonarias a sus ejecutivos), alegan que
las condiciones económicas han cambiado. Y el gobierno municipal les permite pagar
con parte de la edificabilidad que ya se le otorgó a cambio de dinero: Un
auténtico pelotazo sobre el pelotazo.
Y mientras la ciudadanía
reclama cada vez más participación y transparencia, el PP liquida,
silenciosamente, uno de los tímidos y aún precarios espacios de participación
ciudadana, los presupuestos municipales participativos, sustituyéndolos por
consejos sectoriales meramente consultivos y que casi no reúnen.
Y qué decir de la política
cultural de la que tanto presumen: más de cinco millones de euros anuales nos
cuestan el Museo Thyssen y el CAC, un museo bajo una gestión privada opaca,
ineficaz, y ajeno a las experiencias creadoras locales. Y se priorizan
proyectos faraónicos sobre las necesidades culturales de la gente y
los barrios: Solo con el dinero malgastado en Art Natura se podría multiplicar
por 12 el presupuesto de actividades culturales, o por 15 el de las bibliotecas
municipales.
Por no hablar de cuestiones
como movilidad sostenible o zonas verdes, donde seguimos a la cola de Europa y
de España.
La gran novela de Dickens “Historia
de dos ciudades” se ambienta en París y Londres durante los años de la Revolución Francesa.
Escuchando el discurso triunfalista del Alcalde sobre la ciudad, y comparándolo
con la dramática realidad, pueden parecer dos ciudades distintas, aunque más
bien se trata de dos historias de una ciudad, Málaga, en este caso una historia
de fantasía y otra historia crudamente real.
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