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lunes, 18 de febrero de 2013

Pedro Moreno: "La vivienda de tu vida"

Pedro Moreno Brenes/diario SUR
Ex-portavoz del Grupo Municipal de IULV-CA en el Ayuntamiento de Málaga
No podemos permanecer impasibles ante esta sangría de sufrimiento colectivo. La dación en pago evita que se prolongue la agonía económica de las familias después de perder su vivienda. 
La vivienda es el lugar de inicio y retorno en la noria diaria que es la vida, el espacio donde, reímos, lloramos, amamos, acumulamos recuerdos tangibles, soñamos nuestro futuro y el pasado reúne trienios que tu espejo refleja en esas arrugas que conviven con las fotos de juventud en una caja de zapatos, junto a tus libros, los que has leído y los que quieres seguir leyendo en tu sillón. Hay que ponerse en la piel de quien recibe una notificación anunciándole que todo eso tiene fecha de caducidad, que le quedan meses para recoger y apurar imágenes en su cerebro del sitio del que te echan después de haber vivido ahí casi toda tu vida (literalmente en el caso de los niños). No recibes ese papel porque seas un gorrón o quieres derechos sin obligaciones; es más simple, te has quedado en paro, has caído enfermo o tu modesto negocio no aguanta esta crisis. No puedes aguantar más las preguntas de tus hijos de por qué se tienen que cambiar de colegio o las tuyas, ¿en qué he fallado?. Y te quiebras como el cristal, cierras los ojos a la esperanza y una cuerda en el cuello cierra tu vida. Hace unos meses José Miguel Domingo dio el paso del que no se vuelve; no podía con los recibos mensuales de la hipoteca y la angustia pudo más que la razón que nos impone el instinto de conservación; por desgracia después han venido varios suicidios más relacionados directamente con los desahucios.
Descansen en paz estos conciudadanos, pero por un mínimo ético no podemos permanecer impasibles ante esta sangría de sufrimiento colectivo que padece España (paro, desahucios, recortes...). No soy dado a las explicaciones simplistas del maniqueísmo (buenos y malos); estoy seguro que ningún ser humano (salvo un demente o un criminal) desea que pasen estas cosas, pero tampoco soy neutral en la clara distinción que hay que hacer entre los responsable de esta crisis y los que la padecen; conocen mis lectores (espero tener alguno) mis convicciones políticas de izquierdas. Además, como profesor de Derecho no me canso de señalar a mis alumnos que un valor esencial del ordenamiento jurídico español, junto a la libertad, igualdad y pluralismo político, es la JUSTICIA (art. 1 de la Constitución), y que España es un Estado Social de Derecho; por tanto la Justicia es social, o no es Justicia, y no se pueden diseñar, aprobar ni aplicar las Leyes sin tener presente ese dato. Bienvenida por tanto la Iniciativa legislativa Popular que a duras penas ha iniciado su trámite en el Congreso, y que debería culminar, en mi modesta opinión, con una reforma de la legislación hipotecaria que recoja la dación en pago para no prolongar la agonía económica de las familias después de perder su vivienda, y moratorias legales que sin perturbar la regla general del cumplimiento de las obligaciones asumidas, tenga en cuenta elementos objetivos como el paro y otras circunstancias socioeconómicas y permitan que el cumplimiento en plazo y sin dilaciones de las citadas obligaciones no se convierta en un anticipo de la “ muerte civil” de muchas personas (y a veces, como hemos comprobado, la física). Hay en definitiva que tener, en la creación y en la aplicación del Derecho, una visión social que permita compatibilizar la Seguridad Jurídica (principio constitucional, art. 9 CE) y la Justicia. El Legislador, los jueces, los poderes públicos y los ciudadanos en general debemos hacer comprender a las oligarquías económicas (que no crean riqueza y no hay que confundirlas con las verdaderas empresas) que no vamos a permanecer impasibles ante este ataque frontal a la soberanía nacional y al Estado de Derecho, y que frente al abuso de unos “mercados” (singular forma de denominar a unos chantajistas) que se creen por encima de todo y de todos, vamos a poner en valor a la Constitución y al Derecho.
Hay que afrontar esta realidad evitando que miles de personas caigan en la cuneta de la exclusión social, y eso exige fuertes dispositivos públicos que garanticen unos mínimos de equidad social; más solidaridad social y menos “mano invisible” del mercado (Adam Smith), que al final parece en vez una mano, recordando a la película “Torrente”, el brazo tonto del capitalismo.
Inicio con ilusión este encuentro semanal con los lectores de SUR; espero acertar en mi empeño de escribir lo que a mi gusta leer en los demás, un castellano correcto, con una línea expositiva en la cual emociones, sentimientos y argumentos convivan en sana armonía y donde el necesario rigor no se convierta en “rigor mortis”.

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