Martes 3 de septiembre
Hemos salido temprano de Ciudad de Gaza, con dirección a
Rafah, con la intención de hacer, previo al cruce de frontera, un par de
visitas en Rafah. La primera de ellas es a la zona de túneles que cruzan la
frontera y que el nuevo gobierno egipcio quiere eliminar. Visitamos dos de
ellos, en los que se pasan mercancías de diverso tipo. Los túneles, que suelen
tener una gran actividad en días laborales, estaban parados, lo que nos pone de
manifiesto la paralización real de estos.
La segunda visita es al destruido aeropuerto de Gaza. España
tiene una vinculación especial con este aeropuerto. Se inauguró en 24 de
Noviembre de 1998, y el vuelo inaugural fue la llegada de un Hércules español
con ayuda humanitaria. España, aportó 25 millones de €, de los 38 que costó su
construcción. El 4 de diciembre de 2001, el ejército del gobierno sionista de
Israel, lo bombardeó y destruyó. En 2005, se volvió a reconstruir, también con
la aportación de más de 80 millones de € del gobierno español. El ejército de
Israel, volvió a destruirlo en la operación plomo fundido de finales de 2008 y
principios de 2009. El estado español nunca ha denunciado, ni puesto querella
internacional alguna contra estas acciones del gobierno de Israel. Los restos
del aeropuerto, son ruinas fantasmagóricas de lo que fueron sus edificios, y
donde estuvieron las pistas hemos vistos camellos pastando y a un campesino
circulando con su carro tirado por un burro. Este aeropuerto es quizás el
símbolo más potente de que Israel no va a permitir nunca, motu propio, que
pueda existir un estado palestino, y de la hipocresía internacional, que va a
permitir a Israel todo tipo de desmanes, aunque los repruebe formalmente. El
pueblo palestino debe de seguir pagando la mala conciencia de los países
europeos, por la represión del pueblo judío en estos países.
El cruce de fronteras, se hace, dentro del tedio que suponen
las esperas, relativamente bien. Entramos en la parte palestina a las 10:30, y
salimos por la parte egipcia a las 14:30. Pensábamos que el cruce del Sinaí
sería problemático, sobre todo en la parte de Rafah egipcio. La realidad ha
desbordado todas nuestras previsiones.
El primer problema lo tenemos con los taxistas locales del
Rafah egipcio. Se niegan y forman una especie de barrera, ante la furgoneta de
10 plazas que ha venido a recogernos desde el Cairo. Exigen que se les contrate
a ellos. Después de momentos fuertes de tensión, porque el toque de queda
empieza en Rafah a las 16:00 y tenemos mucha prisa, acceden a permitir que nos
marchemos con el vehículo que hemos contratado. Tanto unos vehículos como otros
son totalmente privados, sin que haya ningún tipo de regulación al respecto.
El segundo incidente mucho más grave, es que apenas
arrancar, a unos 200
metros nos topamos con una manifestación, de unas
trescientas personas, la mayoría jóvenes, que se manifiestan contra el gobierno
militar, y que quieren impedir el paso de cualquier vehículo. Cuando llegan a
la altura de nuestro vehículo empiezan a golpearlo a zarandearlo y a tirarnos
piedras.
La situación se controla porque un grupo importante de los
manifestantes, llaman a la calma a los demás, y nos abren paso. El balance,
además del susto es que el cristal trasero queda totalmente destruido y el
delantero dañado. Luego nos llega la información aún no contrastada, que
unidades del ejército egipcio han atacado a grupos de salafistas y han matado a
4 de ellos.
Más adelante, después de pasar la zona de al-Arish, nos encontramos con otra
manifestación que evitamos utilizando un desvío. El pueblo egipcio se halla
profundamente dividido entre los partidarios de anterior gobierno derrocado y
por el nuevo gobierno.
Atravesamos tres controles militares, donde nos piden
pasaportes y en uno de ellos nos registran todas las maletas. En un descanso en
que paramos para comer, ya sobre las 7 de la tarde, viene la policía secreta a
interrogarnos sobre nuestro viaje, y por el hecho de que llevemos el cristal de
la furgoneta roto. Finalmente deciden, porque consideran que es peligroso ya
que se ha hecho de noche, darnos escolta hasta el embarque de la ciudad de
Ismailia, para atravesar el Canal de Suez, ya que el puente sigue cerrado al
tráfico. La escolta resulta providencial, ya que nos evita las caravanas de
coches y camiones que forzosamente tienen que pasar por el embarcadero. A
partir de Ismailia, el viaje resulta tranquilo, aceptando como tal el sistema
de conducción egipcio, donde todo está permitido, y llegamos al Cairo, sobre
las 22:30, poco antes de que empiece el toque de queda, que ha sido retrasado
hasta las 23:00 horas.
Esperamos ya un retorno tranquilo desde el Cairo a España,
nos traemos una extraordinaria impresión de la mayoría de l@s compañer@s con la
que hemos compartido el viaje, y volvemos con experiencias y vivencias que nos
permiten conocer mejor la complejidad de los conflictos y el ánimo de seguir
luchando por la igualdad y contra todas las opresiones, en los distintos
frentes de lucha en los que podemos intervenir.
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