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sábado, 10 de marzo de 2018

Ana García Sempere: "¿Por qué el ecofeminismo?"

Eva García Sempere
Diputada de IU-Unidos Podemos por Málaga
La ciencia ficción es una inmensa metáfora”,
Úrsula K. Le Guin
¿Por qué es importante el ecofeminismo? ¿Qué aporta ese diálogo entre ecologismo y feminismo?
El ecologismo puede ser patriarcal y, por tanto, resolverá la cuestión urgente de nuestra supervivencia en el planeta, pero no resolverá la brecha de género y, por tanto, más del 50% de la población seguirá condenada a estar en inferioridad de condiciones cuando no, directamente, en riesgo real de muerte.
El feminismo, por el contrario, busca resolver la brecha de género, fundamental por una cuestión de justicia social y derechos, pero no tiene entre sus objetivos, al menos “per se”, la sostenibilidad del planeta y el cambio de modelo económico, energético, etc… que nos permitiría sobrevivir como especie.
Por tanto, junto a un análisis marxista y una búsqueda de soluciones de clase, la perspectiva ecofeminista es crucial si pretendemos cambiar a un modelo que sea ambientalmente sostenible, socialmente justo y universalizable en el tiempo y el espacio.
En rigor, no es posible hablar de ecofeminismo sino de ecofeminismos. Y simplemente haré mención al modelo ecofeminista con el que me siento más cómoda que es, siendo terriblemente reduccionista, aquel que plantea que las mujeres estamos más cerca de la naturaleza y los cuidados no por razones “naturales, inherentes a nuestra biología” sino por la imposición del reparto del trabajo que hace el sistema patriarcal (y, añado, capitalista).
Para comprender la necesidad de enfocar la construcción de un sistema distinto al actual y en el que se resuelvan las explotaciones actuales y por qué ha de hacerse de manera unida entre el ecologismo y el feminismo, hemos de recordar que somos seres ecodependientes y, por tanto, dependemos completamente de la naturaleza y sus recursos para sobrevivir; peor también interdependientes y necesitamos la relación con otras personas para garantizar los cuidados necesarios para poder sobrevivir en condiciones idóneas y compatibles con la vida. Esto es mucho más evidente en edades tempranas, muy avanzadas o en personas con diversidad funcional.
Por resumir: para que pueda darse la vida hay que garantizar los cuidados ambientales y sociales. Y el sistema capitalista explota los límites biofísicos del planeta y los límites temporales que las personas invierten en cuidados. Por tanto, la gran contradicción es capital vs vida, ya que el patriarcado impone una misma visión a su relación con la naturaleza que a las mujeres y los cuidados: arrebata aquello que le es útil sin tener en cuenta las consecuencias. Exprime y explota a trabajadoras y a los territorios y recursos.
Un ejemplo tristemente claro lo tenemos si estudiamos los países de origen de los recursos y materiales que a lo largo de la historia se van expoliando y de las trabajadoras que se harán cargo, en las peores condiciones de precariedad, de los cuidados de aquellas personas que puedan pagarlo. Veremos que estos flujos coinciden de manera inequívoca.
Las comunistas, ante una crisis civilizatoria con tres grandes ramas: crisis ecológica, económica y de reproducción social/de género, hemos de abrir el foco: La crisis económica ha sido, de largo, la más estudiada y que más atención ha acaparado. Sin embargo, no es posible empezar siquiera a resolverla de manera real (esto es: hoy y mañana; para quienes estamos aquí y quienes están allí) sin tener en cuenta tanto la crisis ecológica como la crisis social y, dentro de ella, la crisis de cuidados y la brecha de género.
Seamos conscientes de que el planeta tiene límites biofísicos y no es posible seguir vulnerándolos sin acabar bien en un callejón sin salida bien en una suerte de estado mundial ecofascista donde sólo unos pocos elegidos podrán disfrutar de acceso a los recursos. Seamos también conscientes de que nuestros cuerpos tienen límites, que son vulnerables, que hay muchas etapas de la vida donde los cuidados representan la supervivencia y que siempre alguien tendrá que cuidar a alguien. Cómo distribuyamos y organicemos estos cuidados también será fundamental para no abocar nuestro planeta y nuestra sociedad a una aterradora realidad distópica más cerca de Mad Max y el cuento de la criada que al futuro que soñamos.
Publicado en el Nº 314 de la edición impresa de Mundo Obrero febrero 2018

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