En
estos casi veinte años que lleva el Partido Popular ostentando el gobierno de
nuestra ciudad, hemos asistido al despojo de nuestros derechos más básicos en
beneficio de intereses económicos de los de siempre por encima del de la
mayoría de la población. La irresponsabilidad y la falta de preocupación por el
bienestar de la ciudadanía malagueña ha sido la norma de los gobernantes de
esta ciudad. Como consecuencia de ello cada día más malagueñas y malagueños
sufren la precariedad, el desempleo, la incertidumbre del mes a mes, los
recortes de servicios públicos básicos, la privatización de las empresas
públicas municipales.
Un
gobierno, que al igual que las instituciones de este régimen, carece de la
participación democrática ciudadana en las decisiones que posibiliten una
auténtica democracia municipal. Es por tanto imprescindible instaurar las
fórmulas de democracia radical que permitan la intervención de los ciudadanos
en la toma de decisiones políticas y controlar e impugnar en su caso las
actuaciones de los poderes públicos, introduciendo mayores exigencias de
responsabilidad, transparencia y rendición de cuentas.
Abogamos
por una Málaga en la que la gestión municipal respete criterios de justicia de
género y social. No solo queremos representar a las ciudadanas y ciudadanos, no
solo queremos gestionar y administrar bien, que habrá que hacerlo. Eso siendo
muy importante, no es suficiente. Pretendemos ganar Málaga para la gente e
impulsar desde el municipio las políticas necesarias para una ciudad acogedora
y dispuesta también a plantar cara a los grandes lobbies financieros,
sanitarios, inmobiliarios y turísticos. Queremos instituciones que apuesten por
la economía social y por la creación de empleo de calidad.
Por
eso, a través de este manifiesto nos dirigimos a la ciudadanía de Málaga para
hacer un llamamiento y dar forma a este proyecto que ha de surgir de los
espacios de trabajo, de la cultura, de las asociaciones, de los barrios, de
quienes habitamos esta ciudad y queremos un cambio que nos devuelva el
protagonismo que, en una democracia, nunca debiéramos haber perdido.
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