NUESTRO MARX
Se cumplen 125 años de la muerte de Karl Marx en Londres, el 14 de marzo de 1883, el que fuera el padre, o uno de ellos, del Socialismo moderno, es decir, de una forma de socialismo de inspiración científica y que pretendía transformar radicalmente el mundo capitalista y construir una nueva sociedad desde la organización de un partido propio de los obreros. De ese objetivo se forjaron los partidos socialdemócratas y posteriormente los partidos comunistas. De esa pretensión de futuro, de construcción de un mundo nuevo, nacieron la sociedades que desde 1917 se han llamado Socialistas y del que somos herederos.
Hoy cuando muchos creen que las circunstancias históricas que dieron lugar al ideal socialista, inspirado por el viejo Marx, están superados y que estamos ante un proyecto de sociedad fracasado y derrotado, vinculándolo a las vicisitudes de la desaparecida URSS, nosotros nos reafirmamos, a pesar de ir contra la corriente, en la vigencia de sus postulados y distinguimos, o al menos lo intentamos, entre lo que este dijo e hizo y lo que dijeron e hicieron sus seguidores.
La dimensión político- moral de Marx es inseparable de su carácter científico y esta de la organizativa, de este comunista militante que propone organizar un partido para construir un mundo de seres humanos iguales en lo social y realmente libres.
Nosotros los comunistas tratamos de pensar y actuar en continuidad con Marx, leemos a Marx dialogando con él y también con quienes lo interpretaron, a pesar de las contradicciones y divergencias existentes entre estas lecturas. Bastaría mencionar las propuestas de Gramsci, Lukács, Althusser, Togliatti, Korch, Lefevre, Cerroni, Bloch, o nuestros Manuel Sacristán y el malagueño Adolfo Sánchez Vázquez para adivinar cual diferentes son pero que estimulantes son sus apreciaciones sobre las ideas de Marx. Para éste enriquecer su conocimiento científico de la sociedad era una necesidad urgente, llegando a decir en una carta a Pawel Annenkow: “A nadie le ha sido jamás útil la ignorancia”y esta es una buena lección para todos nosotros hoy, y que no debiéramos olvidar nunca.
“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” , así comienza ese folleto de veintiséis páginas llamado El Manifiesto Comunista, donde se condensan uan completa explicación de la historia, la relación entre los comunistas y el resto de la clase obrera y la política de los comunistas en la coyuntura de 1848, además de realizar una crítica de varias corrientes socialistas y comunistas del momento. Para finalizar con un imprescindible lema de internacionalismo: Proletarios de todos los países unios. Y sus prólogos a las distintas ediciones son un nuevo ejemplo para afrontar su interpretación sin caer en dogmatismos estériles, siendo el propio Marx el que advierte de que la aplicación práctica de los principios enumerados en el Manifiesto dependen siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes. Ese fue el axioma recogido por Lenin desde el cual interpretó la realidad rusa para hacer la Revolución y que hizo a Gramsci atreverse a afirmar que era la Revolución contra El Capital, de K. Marx, y los bolcheviques renegaban de algunas afirmaciones de este, pero en cambio no lo hacían de su pensamiento inmanente, vivificador.
Atrevámonos y volvamos a Marx, destaquémonos y hagamos valer los intereses comunes a todos los trabajadores, independientemente de su nacionalidad, e independientemente de la fase en que nos encontremos de la lucha de clases, siempre intentemos representar los intereses del movimiento en su conjunto. Seamos pues la parte más decidida, la que impulsa hacia delante a los demás.
Aquí y ahora, los comunistas españoles, debiéramos aplicarnos el cuento, también en IU y ponernos con las manos en la obra, sin sectarismos, con la mano tendida pero precavidos y comencemos a reconstruir el Movimiento de convergencia de las Izquierdas.
Eduardo del Rosal
Se cumplen 125 años de la muerte de Karl Marx en Londres, el 14 de marzo de 1883, el que fuera el padre, o uno de ellos, del Socialismo moderno, es decir, de una forma de socialismo de inspiración científica y que pretendía transformar radicalmente el mundo capitalista y construir una nueva sociedad desde la organización de un partido propio de los obreros. De ese objetivo se forjaron los partidos socialdemócratas y posteriormente los partidos comunistas. De esa pretensión de futuro, de construcción de un mundo nuevo, nacieron la sociedades que desde 1917 se han llamado Socialistas y del que somos herederos.
Hoy cuando muchos creen que las circunstancias históricas que dieron lugar al ideal socialista, inspirado por el viejo Marx, están superados y que estamos ante un proyecto de sociedad fracasado y derrotado, vinculándolo a las vicisitudes de la desaparecida URSS, nosotros nos reafirmamos, a pesar de ir contra la corriente, en la vigencia de sus postulados y distinguimos, o al menos lo intentamos, entre lo que este dijo e hizo y lo que dijeron e hicieron sus seguidores.
La dimensión político- moral de Marx es inseparable de su carácter científico y esta de la organizativa, de este comunista militante que propone organizar un partido para construir un mundo de seres humanos iguales en lo social y realmente libres.
Nosotros los comunistas tratamos de pensar y actuar en continuidad con Marx, leemos a Marx dialogando con él y también con quienes lo interpretaron, a pesar de las contradicciones y divergencias existentes entre estas lecturas. Bastaría mencionar las propuestas de Gramsci, Lukács, Althusser, Togliatti, Korch, Lefevre, Cerroni, Bloch, o nuestros Manuel Sacristán y el malagueño Adolfo Sánchez Vázquez para adivinar cual diferentes son pero que estimulantes son sus apreciaciones sobre las ideas de Marx. Para éste enriquecer su conocimiento científico de la sociedad era una necesidad urgente, llegando a decir en una carta a Pawel Annenkow: “A nadie le ha sido jamás útil la ignorancia”y esta es una buena lección para todos nosotros hoy, y que no debiéramos olvidar nunca.
“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” , así comienza ese folleto de veintiséis páginas llamado El Manifiesto Comunista, donde se condensan uan completa explicación de la historia, la relación entre los comunistas y el resto de la clase obrera y la política de los comunistas en la coyuntura de 1848, además de realizar una crítica de varias corrientes socialistas y comunistas del momento. Para finalizar con un imprescindible lema de internacionalismo: Proletarios de todos los países unios. Y sus prólogos a las distintas ediciones son un nuevo ejemplo para afrontar su interpretación sin caer en dogmatismos estériles, siendo el propio Marx el que advierte de que la aplicación práctica de los principios enumerados en el Manifiesto dependen siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes. Ese fue el axioma recogido por Lenin desde el cual interpretó la realidad rusa para hacer la Revolución y que hizo a Gramsci atreverse a afirmar que era la Revolución contra El Capital, de K. Marx, y los bolcheviques renegaban de algunas afirmaciones de este, pero en cambio no lo hacían de su pensamiento inmanente, vivificador.
Atrevámonos y volvamos a Marx, destaquémonos y hagamos valer los intereses comunes a todos los trabajadores, independientemente de su nacionalidad, e independientemente de la fase en que nos encontremos de la lucha de clases, siempre intentemos representar los intereses del movimiento en su conjunto. Seamos pues la parte más decidida, la que impulsa hacia delante a los demás.
Aquí y ahora, los comunistas españoles, debiéramos aplicarnos el cuento, también en IU y ponernos con las manos en la obra, sin sectarismos, con la mano tendida pero precavidos y comencemos a reconstruir el Movimiento de convergencia de las Izquierdas.
Eduardo del Rosal
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