EN EL 71 ANIVERSARIO DE LA TOMA DE MÁLAGA POR LAS TROPAS ITALO-FASCISTAS DEL DICTADOR FRANCO Y LAS CONSECUENCIAS PARA LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA DEL PUEBLO DE MÁLAGA
En la mañana del día 8 de febrero entraban en la capital malagueña las avanzadillas de las tropas “moras” y falangistas que mandaba el coronel Borbón. Lo hacían penetrando por el popular barrio de Huelin y sin apenas resistencia, apenas unas decenas de jóvenes milicianos del barrio que fueron aniquilados, pagando así, con sus vidas, este gesto desesperado y heroico. Al mismo tiempo las tres columnas motorizadas italianas se internaban en la ciudad por diferentes lugares y a las que se unieron tropas desembarcadas de los buques franquistas que fondeaban en el puerto y que apenas unas horas antes bombardeaban Málaga. A las 5 de la tarde las diferentes tropas de ocupación fascista desfilaban sobre las calles de la Málaga republicana.
Habían acabado los sietes meses de acoso continuo, los bombardeos indiscriminados que causaron al menos 224 víctimas, las penurias del vivir cotidiano de una ciudad cercada (el desabastecimiento de bienes básicos de consumo y medicinas, las carencias de ropas de abrigo y calzado, etc.). A estas difíciles circunstancias se les unió desde un principio una enorme marea humana de refugiados que huían, del horror fascista, de los diferentes pueblos de la provincia y de otras ciudades andaluzas (Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada) ya tomadas por los rebeldes, y que a una ciudad de unos 200.000 habitantes se integraron cerca de 90.000 refugiados. Las autoridades republicanas intentaron hacer frente a este problema humanitario, con más voluntarismo que eficacia ante la escasez de medios, y buscaron alojamiento en viviendas, hoteles, cuarteles y edificios religiosos, a esta marea humana. Pero el hacinamiento y la falta de higiene convirtieron estos recintos en espacios donde se propagaban las enfermedades, situándose al borde de las epidemias, y que ocasionaron la muerte de innumerables niños y ancianos.
Apenas unas horas antes de la caída de Málaga, y dada la orden de retirada de las fuerzas milicianas, mal equipadas y peor armadas, de los diferentes frentes malagueños, la gran mayoría de la población malagueña y las decenas de miles de refugiados, sintiéndose amenazadas ante las atrocidades que contaban los refugiados de las poblaciones ocupadas, decidían huir por el único camino posible, la Carretera de Almería. Allí padecieron el terrible calvario de los bombardeos de la aviación y la flota fascista, mientras eran perseguidos por las fuerzas motorizadas italianas, dejando un sendero de miles de cadáveres a lo largo de los cerca de 200 kms. De tortuoso camino, calculándose por parte de historiadores especialistas entre 3000 y 5000 las víctimas ocasionadas por este trágico acontecimiento
En estos dramáticos sucesos de la llamada “Carretera de la Muerte”, uno de los episodios más horrorosos de la guerra, destacó en su humanitaria acción, salvando innumerables vidas de malagueños y malagueñas huidas, el infatigable cirujano Norman Bethune, de origen canadiense y de filiación comunista, que con su ambulancia para transfusiones de sangre no paró de trasladar mujeres, niños y ancianos enfermos hasta lugar seguro. Asimismo destacaron en esta labor humanitaria los enviados del Socorro Rojo Internacional Matilde Landa y la artista Tina Modotti que en Almería se encargaron del transporte y acogida de los evacuados, abasteciéndoles de alimentos, ropas, medicamentos, etc., a quienes es de justicia reconocer, por parte de todos los malagueños y malagueñas su encomiable labor humanitaria.
Después llegaría el atroz desmoche, la represión brutal y fria, que llevaría a decenas de miles de republicanos, socialistas, libertarios y comunistas a las cárceles y a ser ejecutados en las tapias de los cementerios de toda la provincia. En la capital se calculan que más de 3500 hombres y mujeres fueron asesinadas en las tapias del cementerio San Rafael, el tristemente célebre “Batatá” y en más de 7000 sin contabilizamos los ejecutados en los diferentes pueblos y que integran las numerosas fosas que pululan las localidades malagueñas. Nunca hubo, desde esos instantes, un solo minuto de libertad y democracia en Málaga, la cárcel, la tortura y la muerte fueron la “ley”, mientras duró el gobierno del terror del dictador Francisco Franco y sus aliados.
Esta ola exterminadora de los militares rebeldes fue auspiciada y alentada por los sectores conservadores, burgueses, propietarios, terratenientes, etc. Eran las grandes “familias” de Málaga que retomaban el poder, eran “los de siempre”, católicos piadosos y de misa diaria que hacían del exterminio de miles obreros, campesinos e intelectuales republicanos un acto de ofrenda a su Dios. A esa “justicia divina” no podía dejar de intervenir la mayoría del clero y obispos, entre ellos el de Málaga, don Balbino, que no solo silenciaron el horror y los crímenes del fascismo, sino que aprobaba y colaboraba justificando la implacable tarea.
Para la mayoría de los dirigentes comunistas malagueños, y de muchos de los militantes del PCE fue la cárcel, la tortura, el exilio o la muerte. En Málaga fueron fusilados, entre otros muchos: El médico y diputado Cayetano Bolívar Escribano(4-7-39); El Secretario Político del Comité provincial y gestor de la Diputación Rodrigo Lara Vallejo; el Secretario Local de la UGT y concejal José Gallardo Moreno (1-7-41) además de su hermana Elvira Gallardo Moreno y su compañero Manuel Pardo Sosa (febrero 1937); el joven dirigente local José Cañas García de Antequera (12-4-39); Juan Lara Díaz (4-5-40) y su hermano Manuel, Secretario de Juventud del Partido de Vélez Málaga (11-2-40); Rafael Triguero Quijano, Presidente de la Federación Deportiva Cultural Obrera; los hermanos Juan y José Muñoz Lago dirigentes del Valle de Abdalajís (4-5-40); Francisco Cruz Sánchez alcalde de Ronda (13-4-40); Francisco Romero Añón alcalde de Marbella; Antonio Gómez Arias dirigente de Fuengirola; José Peña Díaz, Secretario General de Sedella (7-1-41); José Jiménez Alarcón, Secretario de organización de Mijas; Antonio Muñoz García, Secretario General de El Burgo (6-8-39); Julio Ramos Corral de Lagos (Vélez-Málaga,12-12-39); Francisco Bernal Trujillo, Secretario Juvenil de Álora (10-11-39); Joaquín Herrera Muñoz, concejal de Nerja; el periodista y dirigente provincial José Ochoa Alcázar que fué arrojado a un cráter volcánico en Las Canarias donde estaba desterrado cuando triunfó la sublevación fascista. Otros fueron a parar a campos de concentración, batallones de trabajo y a las cárceles. El resto intentó sobrevivir en un medio hostil, donde la organización nunca dejó de existir totalmente y que siempre encabezó la resistencia clandestina a la dictadura.
El Partido Comunista de Andalucía en el marco de este 71 Aniversario de la caída de Málaga y del Éxodo de la Carretera a Almería manifiesta su más absoluta condena de aquel criminal genocidio cometido sobre el pueblo de Málaga y refugiados que huían y la posterior represión, como exponentes del horror que suponen todas la guerras, como lo es hoy la de Irak, del que sólo son culpables los que las ocasionan y quienes las alientan.
Asimismo consideramos peligroso que desde diferente sectores de la derecha se banalice lo que fue la criminal tiranía de Franco, pues la expresión máxima del fascismo es la guerra y el exterminio del contrario, la conculcación sistemática de los Derechos Humanos y de las libertades democráticas. Lo que hace alentar que aparezcan nuevas camadas de grupos nazi-fascistas con sus innumerables acciones violentas.
Favorecer la convivencia no implica de ninguna manera practicar un relativismo ético.
¿Es posible nivelar el Gobierno legítimo y democrático de la República con los militares rebeldes de Franco y sus aliados del nazi-fascismo? Con el tan manido recurso a que “todos los bandos son igualmente culpables de la guerra o crímenes” que se quiere imponer en nombre de esa convivencia.
¿Qué valores transmiten las instituciones cuando se equipara la actuación de los que lucharon defendiendo las políticas nazis de exterminio del contrario y que se intentaron emular en nuestro país, con los que lucharon por una Europa que se organizara bajo los viejos principios de libertad, igualdad y fraternidad?
Recordar a los malagueños asesinados y a los exterminados en los campos nazis y recuperar la memoria histórica de nuestro pueblo como base de la ciudadanía democrática y la rehabilitación moral y jurídica de las víctimas es nuestro deber y en ello va el compromiso colectivo del PCA.
En la mañana del día 8 de febrero entraban en la capital malagueña las avanzadillas de las tropas “moras” y falangistas que mandaba el coronel Borbón. Lo hacían penetrando por el popular barrio de Huelin y sin apenas resistencia, apenas unas decenas de jóvenes milicianos del barrio que fueron aniquilados, pagando así, con sus vidas, este gesto desesperado y heroico. Al mismo tiempo las tres columnas motorizadas italianas se internaban en la ciudad por diferentes lugares y a las que se unieron tropas desembarcadas de los buques franquistas que fondeaban en el puerto y que apenas unas horas antes bombardeaban Málaga. A las 5 de la tarde las diferentes tropas de ocupación fascista desfilaban sobre las calles de la Málaga republicana.
Habían acabado los sietes meses de acoso continuo, los bombardeos indiscriminados que causaron al menos 224 víctimas, las penurias del vivir cotidiano de una ciudad cercada (el desabastecimiento de bienes básicos de consumo y medicinas, las carencias de ropas de abrigo y calzado, etc.). A estas difíciles circunstancias se les unió desde un principio una enorme marea humana de refugiados que huían, del horror fascista, de los diferentes pueblos de la provincia y de otras ciudades andaluzas (Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada) ya tomadas por los rebeldes, y que a una ciudad de unos 200.000 habitantes se integraron cerca de 90.000 refugiados. Las autoridades republicanas intentaron hacer frente a este problema humanitario, con más voluntarismo que eficacia ante la escasez de medios, y buscaron alojamiento en viviendas, hoteles, cuarteles y edificios religiosos, a esta marea humana. Pero el hacinamiento y la falta de higiene convirtieron estos recintos en espacios donde se propagaban las enfermedades, situándose al borde de las epidemias, y que ocasionaron la muerte de innumerables niños y ancianos.
Apenas unas horas antes de la caída de Málaga, y dada la orden de retirada de las fuerzas milicianas, mal equipadas y peor armadas, de los diferentes frentes malagueños, la gran mayoría de la población malagueña y las decenas de miles de refugiados, sintiéndose amenazadas ante las atrocidades que contaban los refugiados de las poblaciones ocupadas, decidían huir por el único camino posible, la Carretera de Almería. Allí padecieron el terrible calvario de los bombardeos de la aviación y la flota fascista, mientras eran perseguidos por las fuerzas motorizadas italianas, dejando un sendero de miles de cadáveres a lo largo de los cerca de 200 kms. De tortuoso camino, calculándose por parte de historiadores especialistas entre 3000 y 5000 las víctimas ocasionadas por este trágico acontecimiento
En estos dramáticos sucesos de la llamada “Carretera de la Muerte”, uno de los episodios más horrorosos de la guerra, destacó en su humanitaria acción, salvando innumerables vidas de malagueños y malagueñas huidas, el infatigable cirujano Norman Bethune, de origen canadiense y de filiación comunista, que con su ambulancia para transfusiones de sangre no paró de trasladar mujeres, niños y ancianos enfermos hasta lugar seguro. Asimismo destacaron en esta labor humanitaria los enviados del Socorro Rojo Internacional Matilde Landa y la artista Tina Modotti que en Almería se encargaron del transporte y acogida de los evacuados, abasteciéndoles de alimentos, ropas, medicamentos, etc., a quienes es de justicia reconocer, por parte de todos los malagueños y malagueñas su encomiable labor humanitaria.
Después llegaría el atroz desmoche, la represión brutal y fria, que llevaría a decenas de miles de republicanos, socialistas, libertarios y comunistas a las cárceles y a ser ejecutados en las tapias de los cementerios de toda la provincia. En la capital se calculan que más de 3500 hombres y mujeres fueron asesinadas en las tapias del cementerio San Rafael, el tristemente célebre “Batatá” y en más de 7000 sin contabilizamos los ejecutados en los diferentes pueblos y que integran las numerosas fosas que pululan las localidades malagueñas. Nunca hubo, desde esos instantes, un solo minuto de libertad y democracia en Málaga, la cárcel, la tortura y la muerte fueron la “ley”, mientras duró el gobierno del terror del dictador Francisco Franco y sus aliados.
Esta ola exterminadora de los militares rebeldes fue auspiciada y alentada por los sectores conservadores, burgueses, propietarios, terratenientes, etc. Eran las grandes “familias” de Málaga que retomaban el poder, eran “los de siempre”, católicos piadosos y de misa diaria que hacían del exterminio de miles obreros, campesinos e intelectuales republicanos un acto de ofrenda a su Dios. A esa “justicia divina” no podía dejar de intervenir la mayoría del clero y obispos, entre ellos el de Málaga, don Balbino, que no solo silenciaron el horror y los crímenes del fascismo, sino que aprobaba y colaboraba justificando la implacable tarea.
Para la mayoría de los dirigentes comunistas malagueños, y de muchos de los militantes del PCE fue la cárcel, la tortura, el exilio o la muerte. En Málaga fueron fusilados, entre otros muchos: El médico y diputado Cayetano Bolívar Escribano(4-7-39); El Secretario Político del Comité provincial y gestor de la Diputación Rodrigo Lara Vallejo; el Secretario Local de la UGT y concejal José Gallardo Moreno (1-7-41) además de su hermana Elvira Gallardo Moreno y su compañero Manuel Pardo Sosa (febrero 1937); el joven dirigente local José Cañas García de Antequera (12-4-39); Juan Lara Díaz (4-5-40) y su hermano Manuel, Secretario de Juventud del Partido de Vélez Málaga (11-2-40); Rafael Triguero Quijano, Presidente de la Federación Deportiva Cultural Obrera; los hermanos Juan y José Muñoz Lago dirigentes del Valle de Abdalajís (4-5-40); Francisco Cruz Sánchez alcalde de Ronda (13-4-40); Francisco Romero Añón alcalde de Marbella; Antonio Gómez Arias dirigente de Fuengirola; José Peña Díaz, Secretario General de Sedella (7-1-41); José Jiménez Alarcón, Secretario de organización de Mijas; Antonio Muñoz García, Secretario General de El Burgo (6-8-39); Julio Ramos Corral de Lagos (Vélez-Málaga,12-12-39); Francisco Bernal Trujillo, Secretario Juvenil de Álora (10-11-39); Joaquín Herrera Muñoz, concejal de Nerja; el periodista y dirigente provincial José Ochoa Alcázar que fué arrojado a un cráter volcánico en Las Canarias donde estaba desterrado cuando triunfó la sublevación fascista. Otros fueron a parar a campos de concentración, batallones de trabajo y a las cárceles. El resto intentó sobrevivir en un medio hostil, donde la organización nunca dejó de existir totalmente y que siempre encabezó la resistencia clandestina a la dictadura.
El Partido Comunista de Andalucía en el marco de este 71 Aniversario de la caída de Málaga y del Éxodo de la Carretera a Almería manifiesta su más absoluta condena de aquel criminal genocidio cometido sobre el pueblo de Málaga y refugiados que huían y la posterior represión, como exponentes del horror que suponen todas la guerras, como lo es hoy la de Irak, del que sólo son culpables los que las ocasionan y quienes las alientan.
Asimismo consideramos peligroso que desde diferente sectores de la derecha se banalice lo que fue la criminal tiranía de Franco, pues la expresión máxima del fascismo es la guerra y el exterminio del contrario, la conculcación sistemática de los Derechos Humanos y de las libertades democráticas. Lo que hace alentar que aparezcan nuevas camadas de grupos nazi-fascistas con sus innumerables acciones violentas.
Favorecer la convivencia no implica de ninguna manera practicar un relativismo ético.
¿Es posible nivelar el Gobierno legítimo y democrático de la República con los militares rebeldes de Franco y sus aliados del nazi-fascismo? Con el tan manido recurso a que “todos los bandos son igualmente culpables de la guerra o crímenes” que se quiere imponer en nombre de esa convivencia.
¿Qué valores transmiten las instituciones cuando se equipara la actuación de los que lucharon defendiendo las políticas nazis de exterminio del contrario y que se intentaron emular en nuestro país, con los que lucharon por una Europa que se organizara bajo los viejos principios de libertad, igualdad y fraternidad?
Recordar a los malagueños asesinados y a los exterminados en los campos nazis y recuperar la memoria histórica de nuestro pueblo como base de la ciudadanía democrática y la rehabilitación moral y jurídica de las víctimas es nuestro deber y en ello va el compromiso colectivo del PCA.
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