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domingo, 5 de febrero de 2023

Homenaje a Matilde Landa. 3ª Etapa de la Desbandá. Crónicas del camarada Manolo "Teniente". 4 de febrero


La Marcha sale hoy del polideportivo de Nerja, un poquito retrasada, igual que ayer, pero con más gente. Somos 265 personas, entre las cuales hay 147 mujeres, dos de ellas, tienen aproximadamente 5 años, pero con la ayuda de mamá y papá van como dos jabatas; el resto son 118 hombres. Hay gran satisfacción en la marcha, porque el llamamiento a una Desbandá en honor a las mujeres que soportaron el peso terrible de la huida en 1937, ha surtido efecto y muchas mujeres han respondido al llamamiento.
La primera parada de la Memoria la hacemos en el Puente Viejo del Barranco de Maro. La compañera Teresa Acuña, explica muy bien, como en un barranco estrecho en el fondo, pero abierto al mar, con altos acantilados, sin posibilidad de paso por ningún otro sitio, que no fuera el puente, fueron bombardeadas por los barcos de guerra franquistas, Baleares, Canarias y Almirante Cervera las personas que venían huyendo desde Málaga. Después David Franco ha explicado que el Puente Viejo y todo su entorno, va a ser adecentado y caracterizado oficialmente como lugar de Memoria Histórica.
La segunda parada es alrededor del pequeño puente del río de la Miel. La compañera María Huelva explica que hay un testimonio publicado en Diario Sur de Málaga, de una de las personas supervivientes que relatan cómo, los aviones ametrallaban en ese sitio a la gente. Pero para dar fuerza y crudeza al relato, ha leído emocionada un fragmento del relato del escritor Max Aub, titulado “El cojo”.

El relato es ficción, pero Max lo recoge de fuentes fidedignas que relataron lo que estaba pasando con las personas que huían de Málaga. Merece mucho la pena perder dos minutos en su lectura:
"Carretera adelante el éxodo continuaba. La Rafaela y su madre andaban confundidas con la masa negra. Sobre el llano no había más líneas verticales que los postes del telégrafo.
De pronto, desde allá abajo vino un alarido: «¡Que vienen!». La gente se dispersó con una rapidez inaudita; en la carretera quedaron enseres, carruajes y un niño llorando.
Llegaba una escuadrilla de caza enemiga. Ametrallaban, a cien metros de altura. Se veían perfectamente los tripulantes. Pasaron y se fueron. Había pocos heridos y muchos ayes, bestias muertas que se apartaban a las zanjas. El caminar continuaba bajo el terror. Una mujer se murió de repente. Los hombres válidos corrían, sin hacer caso de súplicas. Los automóviles despertaban un odio feroz. La Rafaela se había levantado con dificultad. Su madre la miró angustiada.—¿Te duele? La hija, con un pañuelo en la boca, no contestaba. «¡Que vuelven!». La Rafaela sufría tanto que no pudo hacer caso al alarido que un viejo le espetaba, diez metros más allá. —Acuéstese, acuéstese. Agarrada a un poste de telégrafo, espatarrada, sentía cómo se le desgarraban las entrañas. —Túmbate, chiquilla, túmbate — gemía la madre, caída. Y la Rafaela de pie, con el pañuelo mordido en la boca, estaba dando a luz. Le parecía que la partían a hachazos. El ruido de los aviones, terrible, rapidísimo y las ametralladoras y las bombas de mano: a treinta metros. Para ellos debía ser un juego acrobático. La Rafaela sólo sentía los dolores del parto. Le entraron cinco proyectiles por la espalda y no lo notó. Se dio cuenta de que soltaba aquel tronco y que todo se volvía blando y fácil. Dijo «Jesús» y se desplomó, muerta en el aire todavía.

Los aviones marcharon. Había cuerpos tumbados que gemían y otros quietos y mudos; más lejos, a campo traviesa, corría una chiquilla loca. Un kilómetro más abajo el río oscuro se volvía a formar; contra él se abrían paso unas ambulancias; en sus costados se podía leer: «El pueblo sueco al pueblo español». Hallaron muerta a la madre y oyeron los gemidos del recién nacido. Cortaron el cordón umbilical. —¿Vive? —Vive.
Y uno que llegaba arrastrándose con una bala en el pie izquierdo dijo:
—Yo la conocía, es Rafaela. Rafaela Pérez Montalbán; yo soy escribano. Quería que fuese chica.
Uno: Lo es.
El escribano: Y que se llamara Esperanza.
Uno cualquiera: ¿Por qué no?"
Max Aub, un escritor maldito en España, del que apenas se conocen sus obras, entre otras cosas porque la mayoría siguen sin editarse. Un hombre comprometido con la República al que también habrá que sacar del olvido.

La marcha continua, las cabras montesas de los acantilados de Maro, como todos los años, nos saludan desde los riscos. Cerca del pueblo de La Herradura varios autobuses nos acercan a la entrada de Almuñécar. La marcha con tanta gente es lenta y no nos da tiempo cubrir todos los objetivos. En el paseo marítimo de Almuñécar, las mujeres se ponen a la cabeza con su pancarta y marchamos en manifestación hasta un parque donde se descubre una placa en recuerdo de la Desbandá. Entre las personas que hablan, Amparo Sánchez Monroy, emociona especialmente a la gente que la escuchamos. Ella es una de las supervivientes que nos acompañan y que hoy ha hecho el recorrido a pie junto a todas las demás personas de la marcha, a pesar de tener 86 años. Estuvo en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, un trozo de playa rodeado de alambradas, donde el gobierno francés encerró a miles de las personas que huyeron de Cataluña tras la caída de Barcelona. Amparo cuenta que en los tres primeros meses del encierro murieron decenas de bebés de edad similar a la que ella tenía, apenas un año. Era fuerte y sigue siendo fuerte en su lucha en defensa de la Memoria y en la reivindicación de la verdad, la justicia y la reparación.
Una vez acabado el acto, los autobuses nos trasladan a Salobreña donde disponemos de mejor cobertura e infraestructura. Mañana volveremos en autobús a Almuñécar y haremos la marcha desde allí hasta la desembocadura del Guadalfeo, donde tantas personas de la Desbandá se ahogaron, o tuvieron que volverse para Málaga.
Nuestra marcha anual, en recuerdo de las víctimas de la Desbandá, está llena de historias vivas. Ocurre que vienen gente y cuenta la historia de su familia, pero también gente que viene por impulsos solidarios y se encuentra con que descubre, que la historia de su familia está relacionada con la Desbandá. A aquellas personas que puedan contarnos cosas, le rogamos encarecidamente que nos la cuenten. La historia con mayúsculas está compuesta de historias minúsculas que nos ayudan mucho a entender la historia global.

Denis, un chico joven que nos acompaña por primera vez en esta marcha nos cuenta la historia de los que considera sus abuelos adoptivos. Los datos de la historia que él no recordaba bien los ha resuelto llamando por teléfono al nieto real de los protagonistas de la historia. El abuelo se llamaba Antonio Santiago Campos, y participó en la creación de La 52ª Brigada Mixta, en enero de 1937, con las fuerzas del subsector de Villanueva de Cauche (una pedanía de Antequera muy cercana a Málaga) prácticamente lo que pudieron hacer es huir del cerco a Málaga e incorporarse a la 20 División que operaba en la zona de Jaén y Granada. Peleó en Córdoba, en Extremadura, en Teruel y en Cataluña. Su nieto recuerda dos anécdotas que él contaba.
La primera, es que estando herido en un hospital de Valencia, le tocó una cama junto a la ventana, desde el cual se veía un bonito paisaje; después de varios días, su compañero de la cama siguiente, un capitán que él conocía, le pidió por favor que le cambiara la cama para poder ver también el paisaje y disfrutar mejor de la luz. El accedió y eso le salvó la vida a Antonio, porque en un bombardeo fascista poco después, una metralla entró por la ventana y mató al capitán. La segunda es que, mandando una compañía de zapadores, le requirieron en un sector del frente de Cataluña. Su mando le hizo un croquis de donde tenían que ir y debió confundirse porque lo mandó a terreno enemigo. Él llegó con sus zapadores, y al llegar, le echaron una bronca porque habían tardado mucho tiempo desde que lo requirieron. Lo absurdo es que los fascistas, que también habían solicitado zapadores no reparan en que no eran soldados de los suyos al tener uniformes similares. Antonio si se dio cuenta y con bastante sangre fría pasó un recado de boca en boca a los suyos para que cuando el dijera salieran de allí todos pitando. Así lo hizo y así se salvaron de ser apresados o matados.

Cuesta trabajo creerlo pero sucedió porque el mando republicano lo condecoró por ello y la orden está documentada. Antonio acabó en un campo de concentración en Francia, en Rivesaltes cerca de Perpiñan, el mayor campo de concentración construido en Europa. Mientras el defendía la República en distintos frentes, su mujer Dolores Cabrera Lozano y su hermana Dolores Santiago Campos, huyeron con la Desbandá desde Málaga, llegaron a Cataluña y también pasaron a Francia en la gran retirada de Barcelona. Sin que ellos lo supieran estaban en el mismo campo, solo que las mujeres estaban separadas de los hombres y estuvieron conviviendo a tiro de piedra, sin que supieran donde estaba cada cual. Gracias a las gestiones del sacerdote del campo de hombres donde estaba Antonio, que le rogaba que hiciera lo que pudiera para saber dónde podría estar su mujer, éste le comunicó un día que estaba en el campo de al lado y que podían verse a través de las alambradas. Cuando fueron libres, Antonio gestionó su vuelta a España, y aunque durante el franquismo fue molestado por la policía como antiguo rojo, una vez restituida la democracia, le fue reconocida su graduación en el ejército republicano.
Por la tarde, se ha celebrado en la Casa de la Cultura de Salobreña la Conferencia sobre Matilde Landa, una de las responsables de Socorro Rojo a la que queremos homenajear, por su labor de organización en la protección y acomodo de muchas familias de la Desbandá. La Conferencia la imparte David Ginard y sobre la impresión causada por ella y por las distintas intervenciones, quiero poner de ejemplo lo que me ha escrito una compañera, María Rosa, participante en nuestra marcha:

“Sobre todo el desconocimiento tan grande que tenemos sobre mujeres que tuvieron un papel importante en la República. Tras el golpe de Estado, ella fue la encargada de gestionar los 200 y pico "hospitales" en territorio republicano. La importancia de seguir en la lucha a pesar de estar privada de libertad, trabajó en la cárcel de las Ventas en Madrid ayudando a retrasar muchas penas de muerte e incluso a anularlas. Como fue el caso de la Dinamitera, que salió gracias a ella.
Las grandes cualidades que como mujer tenía con las limitaciones de la época para ellas: grandes convicciones políticas, activistas, humanitarias, solidarias qué la hacen, bajo mi punto de vista, la mejor de las combinaciones para los trabajos que hizo.
Una mujer para pararse, estudiarla, entenderla y aprender. Me llevo como siempre la sensación de cuánto hay por aprender.
Gracias a las Asociación la Desbandá por acercarnos más a esa luz.

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