Hoy hace 78 años de aquel 16 de febrero de 1936 en que se
celebraron elecciones a Cortes, motivadas por escándalos financieros de las derechas
en el Gobierno, y al que concurrieron dos bloques electorales contrapuestos. La CEDA que unía por fin a los
monárquicos y concertaba alianzas con los republicanos conservadores y
radicales de Lerroux. Y por otro lado, el Frente Popular, cuyo pacto se firma
el 15 de enero de 1936, agrupando a la izquierda republicana con los partidos
obreros: PSOE, PCE, IR, UR, UGT, POUM, Partido Sindicalista y Partido
Republicano Federal, y que contaba con el apoyo explicito del sindicato UGT y
algunas secciones de la CNT.
El programa del Frente Popular se limitaba a la Amnistía general, la
reintegración a sus puestos de trabajo de los represaliados por el movimiento
de Octubre del 1934 y derogar las contrarreformas de la derecha, como reinstaurar los ayuntamientos democráticos,
hacer vigente la
Reforma Agraria y el Estatuto de Cataluña, o las reformas de
la legislación social y de enseñanza del primer periodo republicano.
El Pacto del Frente Popular- Frente de Izquierdas en
Cataluña aglutinaba a toda la opinión de izquierdas, no obstante, cada
organización política o grupo que lo integraba lo concebía de muy diversa
manera. Para los sectores republicanos moderados y el PSOE se trataba de una
alianza electoral más impuesta por las circunstancias. En cambio para el ala izquierda
del socialismo, encabezada por Largo Caballero, muy reacia a la alianza con
republicanos, era un pacto electoral de circunstancias que podría superarse por
la acción de la clase obrera que debía marchar sola hacia la revolución. Para
el PCE, el Frente Popular, no podía ser un limitado pacto electoral, sino que
debía proseguir después y robustecerse con órganos de base, convirtiéndolo en
un frente de lucha no solo en el Parlamento, sino principalmente en la calle,
un frente que agrupara a todos los trabajadores en la perspectiva de hacer
frente al fascismo.
El Frente Popular,
ganó las elecciones, con 257 escaños de 453 elegidos, en una jornada de gran
participación popular (72’9%). En todas las provincias andaluzas gana el Frente
Popular, siendo elegidos 17 diputados comunistas, entre ellos nuevamente
Cayetano Bolívar por Málaga, Jesús Hernández y Bautista Garcés por Córdoba, y
el comunista cordobés Adriano Romero por Pontevedra, Antonio Pretel Fernández
por Granada, Antonio Mije por Sevilla y José Díaz por Madrid.
Los socialistas promueven el cese de Alcalá Zamora como
presidente de la
República. Le sucede Azaña y Casares Quiroga se encarga del
Gobierno.
La amnistía, la cuestión agraria, la cuestión nacional, el
problema del paro y de los salarios de hambre, continuaban reclamando una
inaplazable solución. Las huelgas se mantuvieron ininterrumpidamente, en gran
medida hostigadas por la actitud de las patronales que abiertamente negaban el
trabajo, muchas de ellas impulsadas por la CNT que no se consideraba ligada por ningún
vínculo al Frente Popular. José Díaz en su discurso de Zaragoza de 1º de junio
de 1936 se refería al respecto: “Antes de
ir a la huelga es necesario agotar todas las formas posibles de lucha...estamos
en un periodo en que los patronos provocan y atizan las huelgas por
conveniencias políticas de sabotaje...”
La escalada de violencia por parte de las derechas y sus
pistoleros falangistas y los más que evidentes indicios de conspiración militar
contra el Gobierno del Frente Popular caracteriza esta etapa. Son asesinados el
concejal comunista malagueño Andrés Rodríguez, el Presidente de la Diputación el
socialista José Román y un vendedor de Mundo Obrero en La Coracha.
Las denuncias del PCE contra el peligro que se avecinaba
para la República ,
de la amenaza fascista no fueron tenidas en cuenta, ni se tomaron medidas
contra los conspiradores, se nombró a Franco Capitán General de Canarias, a
Goded de Baleares y a Mola de Navarra.
El 18 julio de 1936
se produce el levantamiento militar y arranca la cruenta Guerra Civil. En ella
el PCE nunca dejó de luchar en todos los frentes hasta convertirse en el
Partido de la Resistencia ,
y hasta el último día estuvo convencido que resistir era vencer. El PCE
defendió al Gobierno legítimo de la República presidido por el doctor Negrin, a sus
instituciones y a la voluntad popular, otros abandonaron a su suerte a la República claudicando
y traicionando al pueblo y a la causa
antifascista. Hoy cada vez son más
quienes empiezan a creer que aspectos centrales del pacto constitucional han
sido violentados, mientras no se desarrollan, más bien al contrario se
degradan, las libertades democráticas, los derechos sociales y laborales, el
medio ambiente y la vida pacífica. Independientemente de la “legitimidad”
monárquica hoy, lograda en la operación de la Transición bajo la
supervisión del status franquista con la permanente amenaza golpista, cada vez
son más quienes ven en la
República un horizonte de construcción de otra democracia
posible y en la Carta
Magna de la
II República de 1931, fuente de inspiración de esa nueva
democracia. El artículo 6. decía: “España
renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”, puede haber
mayor actualidad para un mundo convulsionado por la guerra y para millones de
españoles que se movilizaron contra la guerra.
Además de la actualidad de la idea republicana de democracia
y federalidad, frente al neocentralismo
de la derecha o el independentismo, hoy en día está indisolublemente unida, en
España, a la idea de igualdad y solidaridad, en definitiva a la idea de
Socialismo. La República
será socialista o no será, no es cambiar a los “borbones” para situar a otros
profesionales de la política. Es construir una nueva democracia.
Avanzar en el horizonte republicano es sólo, y nada menos
que, un problema de concienciación política del conjunto de los españoles.
Desde el punto de vista técnico, es un problema sencillo. Basta con introducir
en la Constitución
de 1978, una enmienda por la cual se preceptúe que todas las magistraturas del
Estado deben ser electivas. Como ello requiere una mayoría cualificada en las
Cortes, todo depende de que tal concienciación política se materialice en una
Mayoría Social de cambio. Esa construcción es una tarea que nos afecta a las
izquierdas en general, pero especialmente a todos los comunistas y las
comunistas. De ahí que la unidad y la solidaridad sean la base de la acción
militante del PCE.
Como bien señalara Julio Anguita: “todos los que nos sentimos republicanos independientemente de la
afiliación política, debemos intensificar nuestros esfuerzos en pro del
objetivo que marca nuestras señas de identidad: la instauración de la III República. Este
proceso será un largo trayecto en el que la difusión del ideal republicano debe
pasar de la fase de nostalgia, recuerdo o vaga aspiración a una fase de
compromiso militante con el objetivo común y con las líneas de acción
consensuadas en un amplio movimiento ciudadano, con su especial manera de
organizarse y de constituirse en sujeto de decisiones”.
¡Viva el Frente Popular!
¡Viva la
República !
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