Agustín Moreno
Esperábamos a los bárbaros de la Troika. Y para que no
llegaran, los nuestros empezaron a tomar medidas brutales que convirtieron los
dos primeros años de la legislatura en el Gran Saqueo de salarios, derechos
sociales y laborales. Y hasta de sueños. Dijeron hacerlo porque no había más
remedio y porque era lo que había que hacer, cuando en realidad la crisis es
una excusa para acabar con todo y dejar una sociedad irreconocible, un futuro
inhabitable para la mayoría. Como dice Rafael Chirbes: cambió el paisaje
humano, agotada la euforia y el deseo infinito de lo superfluo, regreso a la
necesidad, el miedo al futuro en la cara.
Así, en el ecuador del gobierno de Rajoy, el paro ha crecido
y la pobreza se extiende, los salarios se han devaluado, siguen los recortes
del gasto social y el desmantelamiento de lo público, el país se ha puesto en
almoneda. Todo ello para que la banca y las grandes empresas vuelvan a obtener
fabulosos beneficios, para que el PIB crezca el 0,1%. Valiente victoria pírrica
sobre los trabajadores y la mayoría social. Dos años después hay más desempleo,
más precariedad, más desprotección y más desigualdad. Brutal balance de la
gestión de Rajoy. Veamos.
El paro es
intolerable. Según la EPA
del tercer trimestre de 2013 hay 5.904.700 millones de desempleados. Hace dos
años había 4.978.300. Es decir, ha crecido en casi un millón de personas y la
tasa de paro ha pasado del 21,52% al 26,11%. La ocupación ha bajado de 18,1
millones a 16,8 millones. Y aunque el paro bajó el último trimestre en 73.000
personas, el empleo solo creció en 40.000 personas, un empleo precario creado
en los servicios y el turismo. Estas cifras se explican porque la gente ha dejado
de buscar empleo y muchos se han ido del país (85.000 personas menos en un
trimestre), ya sean emigrantes que retornan o emigrantes españoles. Si no fuera
por ello, el paro sería mayor. Pero los españoles hemos vuelto a coger las
maletas ¿cuántos jóvenes españoles titulados están sirviendo cafés en Alemania
o Reino Unido? ¿Cuántos becarios o investigadores haciendo fotocopias? Esa es
la perspectiva más inquietante y el mayor peligro para un país cuando tiene a
una clase política que no está a su altura.
La precariedad no se
reduce por más reformas laborales que se apliquen. Y la perspectiva de
futuro es que el único empleo que tal vez aumente sea el contrato temporal a
tiempo parcial y mal retribuido. Inseguridad y miseria como horizonte.
La pobreza crece.
Dice Cáritas que la “pobreza severa” ya afecta a tres millones de españoles.
Estamos hablando de personas que viven con menos de 307 euros al mes y su
número se ha duplicado desde 2008. Según el Instituto de Estudios Económicos
(IEE), que analiza datos de Eurostat, el riesgo de pobreza o exclusión social
alcanza al 28% de la población española, habiendo crecido en los últimos años.
Los hogares con todos sus miembros en paro son 1.807.700, cuatrocientos mil más
que hace dos años. Cuatro millones de parados (dos tercios del total) no tienen
prestaciones por desempleo. El paro de larga duración se ha multiplicado por
nueve desde el inicio de la crisis, pasando de 393.200 a 3.456.400
parados con más de un año sin encontrar empleo.
Los recortes y el
desmantelamiento de lo público se han recrudecido. Desde la privatización
de hospitales públicos madrileños a la liquidación de la ayuda a la
dependencia. En Educación la reducción de la inversión y la ley Wert son un
ataque brutal a la escuela pública y a la igualdad de oportunidades. El recorte
de becas deja a decenas de miles de estudiantes fuera de la universidad, a
cientos de miles de niños sin libros o sin comedor. Madrid ha suprimido la
mitad de las ayudas para que los niños de familias más pobres coman al menos en
el colegio. Hace dos años eran 120.000 alumnos y hoy son 52.000. Unicef da
datos de 200.000 niños que se encuentran en riesgo de pobreza en la región. Y
este ajuste sin fin no ha acabado: la
UE nos exige otros 35.000 millones de recortes para los
próximos años. Y el obediente gobierno Rajoy seguirá priorizando su política
económica hacia la reducción de la deuda, olvidándose del principal problema
del país: el paro.
La devaluación
salarial ha sido salvaje y se encamina al 20%, al no poder devaluar una moneda
propia. Los asalariados sufren el mayor retroceso de poder adquisitivo
desde 1982. La reforma laboral consigue que se pacten congelaciones y
retrocesos salariales. Algo que empobrece a la población, anula el consumo y
dificulta la recuperación y la lucha contra el paro. Hasta el punto que la OIT ha desaconsejado ahondar
en la devaluación salarial en España, ya que puede castigar aún más el empleo.
Así se consagra un modelo económico de competitividad tercermundista reforzado
por el gravísimo retroceso en I+D.
Las pensiones están a
punto de sufrir otro demoledor ataque con la excusa del factor de
sostenibilidad y la desindexación de la revalorización respecto al IPC. La
reforma de pensiones no tiene otro objetivo que repartirse un botín de 100.000
millones de euros, como afirman Adoración Guamán y Héctor Illueca. Los
sindicatos deberían convocar una movilización general tras las manifestaciones
del 23 de noviembre para frenar la reforma y no ser cómplices por omisión.
Han puesto al país en
almoneda. La euforia de Botín diciendo que llega mucho dinero a España no
se traduce en creación de actividad y de puestos de trabajo. Si acaso se
dirigen a la actividad financiera especulativa en Bolsa y a la compra de
activos y de empresas españolas saneadas, que cambian de mano, pero que ni se
crea empleo ni se come con ello. Un ejemplo es la entrada de Bill Gates en FCC.
Este “capitalismo
fullero”, como lo llama Albert Recio, es difícil que nos saque de la crisis.
Un capitalismo que sabe que, haga lo que haga, se hará cargo de las pérdidas el
resto de la sociedad mediante la intervención pública, nacionalizando éstas y
privatizando de nuevo cuando se haya saneado. Lo hemos vivido muchas veces, por
la gran relación entre el estado y el gran capital. Lo podemos volver a vivir
con las tarifas eléctricas, las autopistas o el depósito de gas Castor.
Los grandes éxitos de
Rajoy son: que la gran banca dispara sus beneficios casi un 80% en los
primeros nueve meses de 2013 (cinco grandes bancos ganan 7.251 millones de
euros), las grandes empresas del IBEX ganan un 13% (20.561 millones en el mismo
periodo) ; un PIB que crece un 0,1%; la existencia de 6 millones de parados sin
esperanza de encontrar empleo a medio plazo; un rescate a la banca que nos va a
costar unos 40.000 millones de euros a los ciudadanos. No es de extrañar que el
presidente del gobierno obtenga el rechazo de tres de cada cuatro españoles y
que suspendan todos sus ministros.
La derecha son malos
gestores. A la equivocada política económica hay que añadir que la pésima
gestión realizada no logra tapar los tópicos repetidos como mantras (hemos
hecho lo que había que hacer, la luz al final del túnel…). Wert y Ana Botella
son ejemplos de gestores desastrosos, especialmente brillantes en no resolver
nada y crear problemas donde antes no los había. Y Rajoy, con su diletantismo,
hace que se pudran serias cuestiones de Estado como la cuestión soberanista en
Cataluña, que va a estar presente en la agenda política aunque practique la
política del avestruz.
Desmoralización
ciudadana por los escándalos de corrupción a la que contribuye la actitud de
Rajoy y del PP. Las mentiras y el intento de tapar los escándalos Gürtel y
Bárcenas, esperando a la prescripción de los delitos, no contribuye
precisamente a la ejemplaridad y la decencia política. Las reformas legales en
marcha recuperan el pensamiento más reaccionario (reforma del aborto y del
Código Penal), intentan endurecer la represión de las protestas populares
contra las políticas antisociales (anteproyecto de ley de Seguridad Ciudadana)
o buscan nuevas formas de seguir aplicando políticas privatizadoras y de
reducción del sector público (Reforma de la Administración Local ).
Es evidente que nuestros bárbaros no eran la solución. Son
el problema. Y la pregunta a hacernos es qué va a ser de nosotros si siguen.
Porque, como decía Paco Fernández Buey, aquí están de nuevo nuestros bárbaros,
vestidos como antes, como siempre, sin ser reconocidos por la multitud que
puebla las calles, gritando contra las barbaridades de los otros bárbaros
imaginarios que no llegaron nunca.
La lucha ejemplar de los barrenderos de Madrid marca un
camino de cómo hay que combatir los despidos, la reforma laboral y los abusos.
El 20 de noviembre tienes una cita para defender la educación pública. El 23 de
noviembre no te quedes en casa: tienes la ocasión de identificar a los
bárbaros, de denunciarlos a voz en grito y de contribuir a echarlos. Algo que
cada vez está más al alcance de nuestra mano, siempre que no optemos por el
suicidio político colectivo.
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/hizo-falta-que-vinieran-los-babaros/253
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