AntonioTellado
Secretario de Cultura del PCA de Málaga
Frecuentemente se organizan desde el poder actos para
homenajear a destacados personajes del arte y de la cultura con el fin de
utilizarlos como una actividad más en su política propagandística. Eso ha
venido ocurriendo con Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca,
y naturalmente con Pablo Ruiz Picasso; en todos los casos se reelabora su
biografía para ofrecer el retrato de un personaje que nada tiene que ver con el
que fue en la realidad ni con lo que su obra representó para la cultura. En el
caso de Picasso el mundo cultural de Málaga, su tierra natal, nos presenta una
imagen de él edulcorada, olvidando deliberadamente la propia historia de la
relación de la ciudad con el pintor, además de silenciar, como si no hubiera
tenido ninguna importancia, su compromiso social y político.
Un ejemplo de ello fue la inauguración en 2003 del Museo
Picasso Málaga, acto en el que se dio cita la extensa fauna de personajes y
personajillos conservadores y horteras de la ciudad y de otras latitudes. Todo
se hizo bajo la presidencia del Rey de España a mayor gloria de la casta de
elegidos por la fortuna y de los valores establecidos, mientras al pueblo se le
otorgaba el viejo papel de aplaudidor desde las aceras. No importó para nada
que el pintor durante toda su vida abominara de ese tipo de gente y de sus
ideas políticas y estéticas. Nadie quiso recordar que en su última estancia en
Málaga viviera experiencias nada agradables con la sociedad conservadora que
representaban sus parientes y el círculo social con el que éstos se
relacionaban, para los que Pablo era, sin duda, un don nadie merecedor del
mayor de los desprecios. Nunca más volvería a la ciudad. Ni tampoco del desaire
de las llamadas fuerzas vivas de la ciudad en los años sesenta, que frustraron
con sus desplantes y su negativa a que su obra viniera a Málaga –A Picasso ni
caso- la posibilidad de la creación del museo en vida del autor. La sociedad
conservadora de nuestros días –Alcalde, concejales, academiquillos, …, etcétera,
todos ellos presididos por el Rey-, inauguraron, exaltaron y cantaron loas al
artista, pero eso sí, presentándolo como uno más de ellos, al borrar de su
biografía lo que chocaba con la sensibilidad ultraconservadora.
Pero no fue Picasso el pintor decorativo que parece
desprenderse de esos actos, ni tuvo nada que ver con el tipo de pintura
edulcorada y halagadora del modelo, tan querida por esas mismas instancias e
instituciones, sino que su arte fue la negación de esa pintura y sus autores,
así como del mal gusto de una clientela amante del academicismo, que, dicho sea
de paso, era idéntica a la que hoy organiza actos en su honor. Porque Picasso
fue un ferviente defensor de la
República , a la que ayudó con su arte, acrecentando sus
logros estéticos, precisamente en los momentos dramáticos en los que el pintor
debió de vivir intensamente las noticias que llegaban de una guerra en la que
el fascismo acababa con las libertades a sangre y fuego. Al producirse, el 26 e
abril de 1937, el bombardeo de la villa de Guernica, que conmovió al mundo, en
la mente del artista empezó a gestarse una obra que pudiera representar el
drama del pueblo español. El 1º de mayo, a menos de una semana de los sucesos,
ya realizó el primer esbozo del cuadro, en el que aparecían el toro, el caballo
herido y la lámpara encendida que finalmente acabarían formando parte esencial
del Guernica. Con anterioridad, en enero de 1937, había comenzado una serie de
grabados que luego fueron vendidos en beneficio de los republicanos españoles: “El
sueño y la mentira de Franco”.
Pero veamos qué era lo que el propio Picasso dijo de su
pintura y que nunca encontramos reproducido en esos abundantes homenajes y
celebraciones:
“¿Creéis acaso que un
artista es un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico, una
lira dentro del corazón si es poeta, o también, si es boxeador, solamente
músculos? Al contrario, al mismo tiempo es un hombre político, constantemente
alertado ante los desgarradores, ardientes o deleitosos acontecimientos del
mundo, que de ningún modo le dejan indiferente.” “La pintura no está hecha para
decorar los apartamentos. La pintura es un instrumento de guerra ofensiva y
defensiva contra el enemigo.” “Yo no he pintado la guerra porque no soy de esos
pintores que como un fotógrafo, van a la búsqueda de un tema. Pero no cabe duda
de que en los cuadros que pinté entonces, existe la guerra. Quizá más tarde un
historiador demuestre que mi pintura cambió bajo el influjo de ésta.” “Mi
adhesión al Partido Comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida y toda
mi obra, Y orgullosamente lo digo. Nunca consideré la pintura como un arte de
adorno ni de distracción; por medio del dibujo y el color quise, puesto que
éstas son mis armas, avanzar siempre en el conocimiento de los hombres y del
mundo.” “He venido al comunismo como se va a la fuente.”
Ese, y no otro, era el genial pintor, un republicano y un
comunista, aunque ellos, los conservadores y horteras, quieran alterar su
biografía, para hacer pasar de matute un Picasso falso.
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