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lunes, 18 de julio de 2016

Declaración política del Partido Comunista de España ante el 80 aniversario del inicio de la Guerra Civil. Justicia y reparación

No se han apagado las esperanzas de regeneración de la vida pública española que suscitó la II República.
El 18 de julio de 1936 España despertaba sobresaltada. Empezaba una sangrienta guerra civil que, rápidamente, iba a convertirse en guerra nacional revolucionaria de trascendencia internacional. Fuerzas del Ejército, en Marruecos y en la Península, apoyadas por la reacción terrateniente-burguesa y en estrecha connivencia con la Italia de Mussolini y la Alemania hitleriana, se sublevaron contra la República.
La Guerra Civil para Franco y sus acólitos no acabó el 1 de abril de 1939, sino que se prolongó hasta los últimos días de vida del dictador, ya que el franquismo en su cruel y larga historia nunca dejó de recordar quiénes fueron los vencedores y vencidos. Y no sólo se encargó de recordarlo año tras año, sino que hay que destacar la planificación y ejecución de un sistema de represión (característico de un sistema totalitario), como uno de los pocos elementos que perduraron y se mantuvieron constantes desde el principio hasta el fin de su existencia, y que trágicamente ha caracterizado al franquismo.
Hace treinta y ochos años que la Constitución y la llamada Transición española dieron por “oficialmente” liquidado aquel período, desde una cierta continuidad legal que impidió declarar ilícitos los tribunales e instituciones surgidas del golpe de Estado del 36, pero a pesar de eso, sus ecos todavía no se han extinguido. No se han apagado las esperanzas de regeneración de la vida pública española que suscitó la II República. No han muerto los deseos de justicia social que llevaron a centenares de miles de mujeres y de hombres a luchar en el frente por los ideales republicanos.
No se ha querido, ni sabido consolar el llanto de las víctimas de la represión. Más aún frente al legítimo deseo de reivindicar la memoria y enterrar a los suyos de manera digna de muchos de sus familiares primero opusimos el silencio y el desprecio; luego la desidia; finalmente, este puede ser el único país democrático del mundo que condene a unos jueces que pretenden investigar los crímenes de la dictadura mientras los verdugos siguen impunes.
Después de ochenta años hoy es más necesario que nunca acudir a la memoria democrática para extraer de ella algunas lecciones vitales en un presente convulso como el nuestro en el que los poderosos vuelven a acudir al “estado de necesidad” para negar al pueblo sus más elementales derechos y conquistas.
Es difícil imaginar que los tanques del ejército español vuelvan a invadir las calles para combatir a sus conciudadanos. Sin embargo esto está pasando en otros pueblos del mundo y la excusa es la misma que en 1936: “la anarquía”, “el desgobierno”, “la incapacidad” de los gobernantes legítimamente elegidos, una excusa que, como en 1936, tiene un terrible precio en vidas humanas y supone un terrible retroceso para la humanidad.
En España, hoy como en 1936, los poderes económicos claman por el empeoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos para conservar sus privilegios. No necesitan iniciar ninguna guerra civil. En nombre del “rigor”, de lo “inevitable” y con la poderosa ayuda de un ejército al que ellos llaman “el mercado”, compuesto de especuladores sin escrúpulos y políticos complacientes con sus dictados, pretenden dar un golpe de estado incruento pero fatal a los derechos reconocidos en esa Constitución que tanto alaban.
La Historia nunca se repite, pero sí nos deja algunas enseñanzas y de todas ellas quizás la del 18 de Julio de 1936 sea una de las más importantes: el pueblo que se resigna y no lucha por sus legítimos derechos es víctima del horror y del olvido. El que lucha por ellos, a pesar de las derrotas, consigue mantener viva la llama de la igualdad y de la justicia. Franco ganó una guerra en 1939 pero no venció a españoles. “El mercado” nos combate en todos los frentes, pero no vencerá tampoco a los españoles y los europeos, si sabemos combatirlo.
Cuando se cumplen 80 años del levantamiento militar que inicio Franco en Melilla, desde el PCE reclamamos, una vez más, que se termine la injusticia histórica de mantener a miles de demócratas enterrados sin identificar en fosas comunes mientras el Dictador, que inició una guerra que costó más de un millón de muertos, esté enterrado con todos los honores en un gran mausoleo y las victimas siguen enterradas en las cunetas de este país.
Por último, desde el PCE se pide justicia y reparación mediante la retirada de la Tumba de Franco del Valle de los Caídos y la ampliación de ley de Memoria Histórica para el justo resarcimiento de las víctimas y sus familiares.

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