Aitor
Riveiro/diario.es
"Es
el mejor resultado de un espacio político como este en democracia".
Alberto Garzón (Logroño, 1983) intenta rebajar la sensación de derrota que se
ha instalado en IU y en Unidos Podemos desde las elecciones del 26J. El
diputado electo tiene una teoría propia sobre por qué la candidatura que
encabezaba Pablo Iglesias no cumplió con las expectativas: "No se puede
vender como una derrota obtener 71 diputados porque nunca tuviste 95".
El
Coordinador federal de IU ve las elecciones como "un paso más en la
construcción de algo que puede gobernar este país más temprano que tarde",
en referencia a Unidos Podemos. Un espacio político al que nadie se atreve
todavía a sustantivar, tampoco Garzón: "El proyecto es muy
embrionario".
El
objetivo que se marca para la legislatura el diputado es ir a buscar al
abstencionista a su entorno en lugar de pelear por los votantes de otros
partidos. Llegar "a la gente que pertenece a las clases populares que
sufren la crisis y la gestión neoliberal de la crisis y no han votado".
"Si tu clase social no te entiende, el problema no es de tu clase social,
es tuyo", apunta.
Garzón
critica a Pedro Sánchez por no apostar por liderar un Gobierno y se retrotrae a
2003 para recordar el doble proceso electoral que llevó a Esperanza Aguirre a
presidir la Comunidad de Madrid: "El tamayazo está ahí". El diputado
de Unidos Podemos insiste al líder del PSOE: "La puerta está abierta si
Pedro Sánchez quiere ser presidente y no quiere que lo sea Rajoy y las
políticas del PP".
Con la perspectiva de los días, dos
semanas y media después de las elecciones, ¿los resultados del 26J fueron buenos
o malos?
Hay
que buscar un punto de referencia para establecer un criterio. No son los que
nos esperábamos, es evidente, que era superar al PSOE y estar cerca del PP.
Pero los resultados no son malos cuando vemos lo que ha pasado en los últimos
años. El PP gobernaba en 2011 con mayoría absoluta, el bipartidismo estaba
fuerte y nosotros ocupábamos un espacio político de 11 diputados. Ahora, el PP
ha perdido 40 escaños con respecto al 20111, el PSOE más de 20 y ese espacio
político de 11 diputados ahora tiene 71. Estamos en mejores condiciones de
transformar la sociedad. Queríamos llegar al poder ya, pero el 26J nos pone en
una posición de fortaleza para seguir consolidando el espacio político ante los
nuevos retos que se abren y que tienen que ver con una nueva crisis financiera,
más recortes y la implosión de la UE.
¿Fallaron las expectativas, falló
Unidos Podemos o simplemente no era el momento?
Es
imposible hacer estimaciones hacia el pasado. Para no entrar en una pelea
permanente sobre hipótesis se puede ir a los hechos constatados. Esperábamos un
resultado para estar como mínimo en segunda posición y no se ha cumplido. No se
puede vender como una derrota obtener 71 diputados porque nunca tuviste 95. No
los hemos tenido. Hemos tenido 69 más dos y ahora 71 en un espacio unitario,
pero nunca 95 escaños. Como colectivo hemos interpretado las elecciones como un
palo por las expectativas cuando es un resultado bueno que nos fortalece. Es el
mejor resultado de un espacio político como este en democracia. Y lo que en
diciembre era separado ahora es unitario, lo que le otorga mucha más fuerza. Es
un paso más en la construcción de algo que puede gobernar este país más
temprano que tarde, aunque no sea ahora.
¿Con usted como candidato el
resultado hubiera sido mejor?
Es
inútil entrar en una pelea de nombres y de ego. Lo que sucede en nuestro país
tiene que ver con fenómenos que van más allá de las personas. Las personas
siempre pueden sumar un poquito más o restar pero lo que ha sucedido tiene que
ver con fuerzas sociales que se han movido durante los últimos años y meses. El
20D logramos un voto poco politizado que ahora no ha ido a votar. ¿Cuándo
decidió dejar de votar? Puede que antes de la coalición o puede que después,
pero lo importante es trabajar para recuperar ese voto.
El
objetivo es llegar a toda la gente que no vota, a la gente no politizada. A la
gente que pertenece a las clases populares que sufren la crisis y la gestión
neoliberal de la crisis y no han votado.
¿Y cómo se llega a gente no
politizada con un discurso muy politizado como es el de Unidos Podemos?
A
nosotros nos faltan votos para poner en marcha el proyecto que queremos y hay
dos opciones, llegar a los abstencionistas o quitarle votos a otros partidos.
Depende de lo que elijas tu estrategia es distinta. Yo creo que hay que ir al
votante no politizado y para ello hay que entenderlo. Si tu clase social no te
entiende el problema no es de tu clase social, es tuyo. Para llegar a ellos no
hay que cambiar los principios, sino estar donde están ellos y hablar su
lenguaje.
Nosotros
planteamos un proyecto rupturista. Queremos llegar a gente que no tiene empleo,
que ha perdido su vivienda, que tiene unas privaciones brutales. Queremos
llegar a las 2.000 personas que piden un bocadillo en Málaga cada día. No solo
para que te voten, sino para que formen parte del proyecto político. Y para eso
el discurso es importante pero sobre todo hay que estar tejiendo redes donde
está el conflicto, en los barrios, en los comedores sociales, en definitiva
donde está la gente. Eso conlleva una organización, de ahí que sea tan
importante que se establezca este espacio político.
Esta es una idea que comparten
usted y Pablo Iglesias, que dijo el pasado sábado que Unidos Podemos había
venido para quedarse. Habla de Unidos Podemos como "este espacio
político", está sin definir su estructura, qué tipo de organización será,
si se limitará al Parlamento o también funcionará fuera. ¿Cómo se va a
constituir Unidos Podemos?
El
proyecto es muy embrionario. Tenemos una alianza electoral en la que median
valores, costumbres y una cultura política que nos han unido. En la campaña
electoral ha habido pocas cosas que chirriaran entre los discurso de la gente
de Podemos y de IU, pero para consolidarse necesitamos que pase el tiempo. No
se trata solo de una alianza electoral, estamos constituyendo un espacio
político nuevo que tiene que cristalizarse en formas materiales pero lo
importante es que se conciba la idea. Pablo [Iglesias] citando a Gramsci lo
llama "bloque histórico" porque va más allá de lo institucional y
electoral, sino que tiene también una pata social. Un bloque social e histórico
es una cultura política que se convierte en una organización porque comparte un
proyecto. Constituir eso no es tan sencillo como irse al Registro, no es una
cuestión burocrática. Necesitamos afectos, que la gente trabaje en proyectos
conjuntos no solo en las instituciones, sino fuera donde ya ha ocurrido en
espacios como las mareas.
¿Hay algún referente histórico al
que podamos recurrir para ver hacia dónde va Unidos Podemos?
No
lo hay porque cada país y cada momento histórico tienen una singularidad. No
creo que este se haya producido en otro momento. Lo que sí es importante es que
cada uno se posicione de forma clara. Nosotros en la última asamblea de IU lo
hicimos, dijimos que nuestro país necesita un movimiento político y social
nuevo, porque no queremos solo una maquinaria electoral, para llegar a las
clases populares a través de la presencia en el conflicto. Y eso no lo hace un
partido que está solo pensando en las elecciones, eso lo hace una organización
que tiene claro que hay diferentes instrumentos pero que el central para elevar
la conciencia de la ciudadanía es el conflicto. Para eso hace falta que se den
las condiciones y la construcción de este movimiento social ayuda a ello.
Nuestro
objetivo está muy claro y lo dice el documento aprobado por un 75% de la
militancia. IU tiene que ser superada porque lo que necesitamos en nuestro país
es un movimiento político y social donde esté todo el bagaje y la cultura de IU
pero mucho más lograr nuestro objetivo que es el socialismo.
¿Se ha cerrado el 26J la ventana de
oportunidad que se abrió con el 15M?
Hay
que diferenciar un ciclo electoral de un ciclo político. El ciclo electoral
estrecho parece que sí ha finalizado, pero el político no. Estamos en un punto
de inflexión en el recorrido. El bipartidismo ha perdido 40 puntos en los
últimos años pero su declive se ha estabilizado entorno al 50% o 55% de los
votos. En términos electorales el ciclo político se ha estabilizado, pero
encima de la mesa tenemos una gran crisis económica que no ha desparecido y
está agudizándose. Estamos en la precarización absoluta del trabajo, la
privatización de servicios, nuevos recortes de pensiones. La hoja de ruta de la
troika no ha cambiado y vamos a un escenario con una caída de ingresos de la
Seguridad Social por la fragmentación del trabajo y una muy probable nueva
crisis financiera. Con todo eso latente en cualquier momento tenemos otro
terremoto que haga que el ciclo político se reactive.
¿No se ha agotado ese ciclo
político también?
No
creo que vayamos a un nuevo ciclo de 20 años y el mejor ejemplo de todos es la
gobernabilidad. Si las cosas fueran normales desde el punto de vista del
régimen ya habría un Gobierno. Pero el régimen, entendido como las grandes
fortunas, las grandes empresas y quienes están interesados en lo que llaman la
estabilidad, que es su estabilidad no la de la mayoría social, es incapaz de
poner en marcha un Gobierno en el país que representa el 12% del PIB de la zona
euro. Es una manifestación de una crisis de régimen que continúa. Tenemos que
prepararnos para lo que está por venir, para defender a las clases populares y
trabajadoras y poner en marcha nuevas oportunidades.
Tanto ustedes como Podemos
coinciden en que hay números para un Gobierno del PSOE. ¿Le han hecho a Pedro
Sánchez una propuesta formal?
Él
lo sabe porque se lo hemos dicho públicamente y es el mismo escenario del 20 de
diciembre. Si Pedro Sánchez decide explorar una alternativa diferente a la del
Gobierno del PP y Ciudadanos va a contar con nosotros. Y hay números para
hacerlo porque el PP y sus políticas han generado tal hostilidad que tiene
dificultades para encontrar un apoyo que no sea el propio. Es posible esa vía
pero requiere una voluntad política que en el PSOE no existe.
¿Por qué?
El
PSOE tiene un alma que prefiere estar más cerca del PP y otro que prefiere
estar con nosotros. Y están partidos por esa disyuntiva. Esa contradicción no
ha desaparecido sino que la han salvado temporalmente al quedar segundos en las
elecciones y que tiene como resultado incoherencias y cobardía política. Ellos
aceptan ser oposición, es decir que el PP va a gobernar, pero no le quieren dar
el voto porque saben que tiene un coste electoral y quieren que sea otro el que
lo haga. Este juego opera igual para Ciudadanos. Por eso llegamos a cosas tan
rocambolescas como la abstención sindicada para repartirse el coste. Eso es
jugar a las cartas más que hacer política.
¿Aceptarían esta opción?
Ni
de coña. Nosotros no vamos a entrar en ese juego. Si el PSOE cambia de opinión
y Pedro Sánchez explora la opción de ser presidente necesita votos. Y ahí si
nos puede encontrar porque es posible conformar un Gobierno sin los votos de PP
y Ciudadanos.
¿En qué tipo de acuerdo piensa?
¿Investidura, legislatura, Gobierno de coalición? ¿Se puede sostener un
Ejecutivo con 85 diputados?
No
hemos dicho que sea fácil, sino que existe la posibilidad. La puerta está
abierta si Pedro Sánchez quiere ser presidente y no quiere que lo sea Rajoy y
las políticas del PP. Y para eso hay que negociar, estamos en una nueva cultura
política en la que todo es negociable. Incluso si el PP cuenta con el apoyo del
PSOE o de algunos diputados a título individual, también va a tener que negociar
ley a ley por lo que la contradicción del PSOE va a ser también el día después
de la investidura.
Esa es una novedad en España. El
Congreso por primera vez podría ser hostil al Gobierno, ¿qué capacidad tiene el
Parlamento de condicionar la política del Ejecutivo?
El
Estado no es un sujeto o una cosa sino una relación social y como tal significa
que estamos hablando del Gobierno, del Parlamento pero también de la
Administración pública y de los funcionarios. Un Gobierno tiene su margen, pero
está limitado por el Parlamento. Lo lógico es que el PP busque compromisos de
más largo plazo, pero lo que le dicen en privado desde Ciudadanos y desde el
PSOE no se produce públicamente porque saben que tiene un coste. PSOE y
Ciudadanos han representado en gran medida los intereses de las grandes
fortunas que sí quieren un Gobierno fuerte de coalición. El mejor altavoz es
Felipe González. Ahí está el embrollo político de partidos que están en crisis
porque sus coordenadas ideológicas se han confundido, aunque tengan resultados
electorales atractivos.
¿Se arrepiente de no haber apoyado
la investidura de Pedro Sánchez en marzo?
No
me arrepiento. Yo obro con coherencia e identificación con mis ideas y eso es
lo que me hace estar tranquilo. Hablo a nivel personal pero creo que podría
hacerlo también a nivel colectivo. En marzo no votamos la investidura de Pedro
Sánchez; votamos la investidura con un programa de Ciudadanos, de derechas, que
tenía a Pedro Sánchez como presidente. De la misma forma que el Congreso tenía
de presidente de Patxi López y la mayoría de la Mesa era de derechas. Yo con
ese programa no voto ni a Anguita. No es una cuestión de personas, sino de proyectos.
Pedro
Sánchez nos decía tras el 20D que no se sumaba, pero ahora sí se suma. PP y
Ciudadanos suman menos que una alternativa heterogénea y con ciertas
contradicciones pero que es posible que eche a andar. Pero Pedro Sánchez ha
copiado la estrategia de Rajoy de no hace nada y esperar que lo hagan otros. No
se puede decir que vas a votar no a Rajoy en cualquier caso, que vas a ser
oposición y que no quieres elecciones. Hay algo que se te va a caer a lo largo
del tiempo.
¿Y cuál cree que se caerá de esas
tres?
No
lo sé, en una crisis de régimen es muy difícil predecir cómo se comportan los
partidos. El PSOE tiene una compleja dinámica interna que hace que escuchemos a
dirigentes decir una cosa y la contraria con minutos de diferencia. Si Pedro
Sánchez denunció presiones tras el 20D para un Gobierno de coalición me imagino
que ahora habrá multiplicadas presiones para que al menos un diputado del PSOE
se abstenga. La sombra del tamayazo está ahí. Aquello era corrupción y esto no
lo es, pero estamos hablando de un solo voto para evitar las terceras
elecciones.
¿IU optará a tener grupo
parlamentario?
No.
No es coherente con nuestra estrategia política para construir un espacio
político común. Ya lo dijimos en campaña, nosotros no estamos aquí por un
matrimonio de conveniencia sino porque queremos colaborar y construir desde
nuestra independencia y la de Podemos un espacio político compartido. Lo más
coherente es trabajar conjuntamente.
¿Cómo van las negociaciones en el
seno de Unidos Podemos sobre el reparto de los tiempos o de los ingresos del
grupo?
Los
contornos del acuerdo se cerraron antes de las elecciones. Lo que falta es
concretar el reparto de tiempos y la visibilidad a grandes rasgos porque cada
coyuntura necesita de un tratamiento específico. Faltan los flecos y se está
negociando en estos días. De momento no hay nada firme.
¿Y usted qué papel quiere jugar y
qué perfil quiere tener dentro del grupo?
Nosotros
queremos la mayor visibilidad posible pero esto no tiene que ver con
visibilidad electoral. Somos conscientes de que vamos a una nueva fase cuyo
mayor reto es atraer a la gente que no ha votado y que no está politizada. Hay
que construir organización y redes para que el espacio político pueda emerger
entre las clases sociales más golpeadas por la crisis. Y eso no se consigue en
una presidencia de una comisión. El Parlamento debe ser un altavoz de un
proyecto político. La presencia en la calle y la presencia institucional son
necesarias en un justo equilibrio que obedezca de forma coherente al proyecto.
Queremos visibilidad pero no para competir con Podemos, sino porque creemos que
tenemos mucho que aportar. Mi propia figura tiene una consideración tal que
sería un error desaprovecharla, igual que otros compañeros y compañeras con un
potencial brutal. No es un trade off entre Podemos e IU en donde lo que tú no
tienes te lo quito yo. Se trata de explotar las potencialidades de un espacio
político de 71 diputados.
En Podemos creen que el problema
entre diciembre y junio fue que no supieron adaptarse a la institución, que el
Congreso ha politizado su lenguaje y les ha obligado a posicionarse. ¿Cómo
puede escaparse de esa institucionalización?
Es
verdad que eso sucede, aunque yo no digo que sea lo que le ha pasado a Podemos.
Ese es su diagnóstico. La institución tiene la capacidad de absorber, es algo
que sabemos y que ha motivado que seamos partidarios de entender la política
como algo que va más allá de la presencia en el Parlamento. La institución
tiene limitaciones de carácter estructural, el poder es algo distinto al
Gobierno y si estás jugando solo en el ámbito del Gobierno es muy difícil que
alcances el poder entendido como el espacio privado que se esconde tras las
bambalinas de las instituciones democráticas. Al final acaba gobernando el
Santander o la troika mientras tú estás encerrado en el Parlamento.
Además,
hay lo que los economistas llamamos el coste de oportunidad. Si estás en la
institución quizá no estás parando un desahucio como está haciendo otra gente.
Eso hay que medirlo muy bien. Por último, el Congreso tiene sus propios códigos
y protocolos que atrapan a mucha gente. Hay experiencias históricas de gente
que entró en la institución pensando y sintiendo de una forma y salió pensando
y sintiendo de otra.
Para
evitarlo hay que establecer mecanismos de protección. Nosotros los tenemos
desde el ámbito material, como es donar gran parte del sueldo. Nuestra carta
financiera nos obliga a ganar solo tres veces el SMI, que son 1.900 euros.
¿Esto ha cambiado con respecto a la
anterior carta financiera?
Lo
acabamos de aprobar ahora para radicalizar y poner de relieve nuestra filosofía
política. Si olvidas de dónde vienes puede que tras dos años metido en esta
burbuja hayas olvidado para qué estabas aquí. La tensión que existe entre la
institución y la calle es muy fuerte. Pero insisto en que el problema del
resultado electoral no ha sido la institución. Tiene que ver con que no hemos
sido capaces todavía de entender la estructura social de nuestro país y de
seducir a quienes padecen la crisis, que han sido seducidos por otros partidos
o que no votan.
Además de la limitación de sueldos
tanto en IU como en Podemos han hablado de la limitación de mandatos.
Descontando la fallida del 20D, esta sería su segunda
legislatura en el Congreso. ¿Se plantea
que sea la última o dependerá de las circunstancias? ¿Tiene sentido un político
jubilado con menos de 40 años?
Sí,
tiene sentido, porque no es jubilado para irte a vivir de la pensión. La
política no es una carrera profesional, es un rol que asumes. Yo no soy un
político, soy un economista que ahora me dedico a la política. Un periodista
que va en moto de un sitio para otro no es un conductor de motos, sino un
periodista que va en moto.
No
podemos hablar de futuribles. Yo me iba a ir a Londres a ampliar mis estudios
de posgrado cuando se me ofreció la oportunidad de ser candidato y cuatro años
después soy Coordinador federal de IU y he sido candidato a la Presidencia del
Gobierno. Eso era imposible de predecir. Es imposible anticipar nada más allá
de la idea general de que esto no puede ser un lugar para permanecer toda la
vida porque eso perjudica a los proyectos colectivos, donde debe haber otra
gente defendiendo las ideas. Todos somos sustituibles.
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