Los
diputados y diputadas comunistas andaluces, en el Grupo Parlamentario de Unidos
Podemos, coincidiendo con el 80 aniversario del asesinato de Blas Infante,
solicitarán al Congreso de los Diputados la nulidad de la sentencia franquista
contra el padre de la patria andaluza.
Miguel
Ángel Bustamante, Eva García Sempere y Alberto Garzón, Coordinador Federal de
IU, y militantes del PCE, presentan mañana en el registro de la Cámara baja una
proposición de ley en la que piden al Gobierno de España que tome las medidas
oportunas para anular la sentencia a Blas Infante y a todas las víctimas del
franquismo; restituir los bienes incautados a las víctimas republicanas; y
devolver el reconocimiento a la figura de Blas Infante.
El
11 de agosto de 1936 Blas Infante, el padre de la patria andaluza, era fusilado
por los franquistas en el Km. 4 de la carretera de Carmona. Cuatro años
después, en 1940, un tribunal montado por los fascistas dicta una condena y la
envía a su viuda e hijas.
En
aquellos días los generales golpistas junto a los falangistas organizaban
“sacas” en todos los pueblos y ciudades donde triunfó la sublevación fascista y
fusilaban a los representantes de las instituciones republicanas, a los
militantes de los partidos de izquierda, de los sindicatos y a los
simpatizantes de la República. Se trataba de sembrar el terror. Se asesinaba
sin juicios previos. Más tarde se celebraron farsas de juicios sumarísimos sin
derecho a la defensa y sin garantías. Con estas sentencias el franquismo quería
dar cobertura jurídica al golpe al tiempo que asentaba un régimen fascista.
El
Parlamento Andaluz aprobó, a iniciativa de IULV-CA, exigir la anulación de la
condena a Blas Infante, pero ni Zapatero, ni Rajoy, ni los presidentes
anteriores, han hecho nada para que se anule dicha sentencia. Es una grave
contradicción que Blas Infante figure en el Estatuto de Autonomía como padre de
la patria andaluza y al mismo tiempo exista una sentencia condenatoria por
actividades andalucistas y republicanas.
Aquellas
condenas no solo fueron ilegítimas sino también ilegales y si no se anulan por
seguridad jurídica dando los hechos como cosa juzgada, la democracia actual se
asienta en una malla de legajos con sentencias anegadas en sangre de los que
defendieron a la Segunda República frente al golpe fascista. Si esta democracia
reconoce en el Estatuto de Autonomía, que es una Ley Orgánica del bloque
constitucional, a Blas Infante como padre de la patria andaluza y ello convive
con una sentencia franquista que le condena, esta democracia no es una
verdadera democracia real.
No
puede convivir con esta sentencia el Estatuto de Autonomía. Lo que dice dicho
Estatuto y lo que dice la sentencia contra Blas Infante Pérez son cuestiones
incompatibles. Pero también lo es con la Constitución española, con los
convenios europeos e internacionales, y con los protocolos en defensa de los
derechos humanos, civiles y políticos firmados por España.
Blas
Infante es la figura más destacada de la lucha histórica por la autonomía de
Andalucía. Sus libros y escritos son la base del Andalucismo político y él
impulsó y presidió las asambleas en las que se crearon las señas de identidad
del Poder Andaluz, la bandera, el escudo y el himno. Pero sobre él pesa aún una
injustificable condena a muerte, hoy plenamente vigente.
Es
más pesado para la memoria de los fusilados el hecho de que las sentencias
continúen en vigor, que las toneladas de tierra que les cubren desde hace 80
años en los olivares, cunetas y tapias de los cementerios de España. Si nuestra
democracia permite una sentencia franquista que condena a Blas Infante,
entonces, una vez más esta democracia nos indigna. Si el Estado de derecho da
por buenos los juicios sumarísimos, este Estado de derecho se asienta en una
herencia jurídicamente podrida. Si los gobiernos solo dan diplomas a los
descendientes de aquellos héroes, esta democracia está enferma. Si quedan a
efectos jurídicos legalmente juzgados como rebeldes y desleales a España los
defensores de la legalidad republicana y los golpistas y traidores como
tribunales que establecían el orden jurídico, esta democracia nos da vergüenza.
Ni Blas Infante, ni Lluís Companys, ni García Lorca, ni los miles de hombres y
mujeres del pueblo necesitan que nadie les rehabilite. Ya les ha rehabilitado
la historia, individual y colectivamente.
Un
año más, y la sentencia continúa sin ser anulada. Es preciso exigir una
verdadera defensa justa en recuperación de la memoria a Blas Infante, que no es
otra que la anulación de las sentencias a los defensores de la República por
una dictadura fascista instaurada tras la derrota del sistema constitucional
republicano. Para el Pueblo Andaluz es especialmente importante preservar su
memoria en el largo camino que le ha llevado a sentarse en pie de igualdad con
los demás pueblos del Estado español.
Las
instituciones democráticas, representantes del pueblo, tienen una importante
deuda con todos/as aquellos/as que por causa de su compromiso con la libertad,
fueron víctimas de asesinato, torturas, desapariciones, encarcelamientos,
trabajos forzados,… Es por todo ello por lo que se hace necesario la creación
de un marco legislativo contra la impunidad de los crímenes cometidos, por la
verdad, justicia y reparación de las víctimas, como garantía de no repetición.
“Las
heridas aún no están cerradas, su único tratamiento es la verdad, y luego, la
justicia. Solo así es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es
presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas hay que limpiar el pasado
para que entre en su pasado”. Palabras sabias del poeta Juan Gelman, premio
Cervantes de literatura y víctima él también de aquella barbarie sin razón.
La
modélica Transición del 78 ha fracasado pues hizo que se olvidara la
recuperación de la memoria histórica. Los pseudos-jueces que condenaron a Blas
Infante no han tenido antecedentes penales ni sufrieron manchas en su conducta
cuando Blas Infante fue condenado injustamente cuatro años después, y esto es
algo insólito.
Y
así como recitaba el poeta Miguel Hernández:
“Aunque el otoño de la
historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás
renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños”.
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