Eduardo
J. del Rosal
Responsable
de Memoria Histórica del PCA de Málaga
Hoy
hace 80 años de aquel 16 de febrero de 1936 en que se celebraron elecciones a
Cortes, motivadas por escándalos financieros de las derechas en el Gobierno, y
al que concurrieron dos bloques electorales contrapuestos. La CEDA que unía por
fin a los monárquicos y concertaba alianzas con los republicanos conservadores
y radicales de Lerroux. Y por otro lado, el Frente Popular, cuyo pacto se firma
el 15 de enero de 1936, agrupando a la izquierda republicana con los partidos
obreros: PSOE, PCE, IR, UR, UGT, POUM, Partido Sindicalista y Partido
Republicano Federal, y que contaba con el apoyo explicito del sindicato UGT y
algunas secciones de la CNT.
El
programa del Frente Popular se limitaba a la Amnistía general, la reintegración
a sus puestos de trabajo de los represaliados por el movimiento de Octubre del
1934 y derogar las contrarreformas de la derecha, como reinstaurar los
ayuntamientos democráticos, hacer vigente la reforma agraria y el Estatuto de
Cataluña, o las reformas de la legislación social y de enseñanza del primer
periodo republicano.
El
Pacto del Frente Popular- Frente de Izquierdas en Cataluña aglutinaba a toda la
opinión de izquierdas, no obstante, cada organización política o grupo que lo
integraba lo concebía de muy diversa manera. Para los sectores republicanos
moderados y el PSOE se trataba de una alianza electoral más impuesta por las
circunstancias. En cambio para el ala izquierda del socialismo, encabezada por
Largo Caballero, muy reacia a la alianza con republicanos, era un pacto
electoral de circunstancias que podría superarse por la acción de la clase
obrera que debía marchar sola hacia la revolución. Para el PCE, el Frente
Popular, no podía ser un limitado pacto electoral, sino que debía proseguir
después y robustecerse con órganos de base, convirtiéndolo en un frente de
lucha no solo en el Parlamento, sino principalmente en la calle, un frente que
agrupara a todos los trabajadores en la perspectiva de hacer frente al
fascismo.
El Frente Popular, ganó las elecciones, con
257 escaños de 453 elegidos, en una jornada de gran participación popular
(72’9%). En todas las provincias andaluzas gana el Frente Popular, siendo
elegidos 17 diputados comunistas, entre ellos nuevamente Cayetano Bolívar por
Málaga, Jesús Hernández y Bautista Garcés por Córdoba, y el comunista cordobés
Adriano Romero por Pontevedra, Antonio Pretel Fernández por Granada, Antonio
Mije por Sevilla o José Díaz por Madrid.
La
amnistía, la cuestión agraria, la cuestión nacional, el problema del paro y de
los salarios de hambre, continuaban reclamando una inaplazable solución. Las
huelgas se mantuvieron ininterrumpidamente, en gran medida hostigadas por la
actitud de las patronales que abiertamente negaban el trabajo, muchas de ellas
impulsadas por la CNT que no se consideraba ligada por ningún vínculo al Frente
Popular. José Díaz en su discurso de Zaragoza de 1º de junio de 1936 se refería
al respecto: “Antes de ir a la huelga es
necesario agotar todas las formas posibles de lucha...estamos en un periodo en
que los patronos provocan y atizan las huelgas por conveniencias políticas de
sabotaje...”
La
escalada de violencia por parte de las derechas y sus pistoleros falangistas y
los más que evidentes indicios de conspiración militar contra el Gobierno del
Frente Popular caracteriza esta etapa. Son asesinados el concejal comunista
malagueño Andrés Rodríguez, el Presidente de la Diputación el socialista José
Román y un vendedor de Mundo Obrero en La Coracha.
Las
denuncias del PCE contra el peligro que se avecinaba para la República, de la
amenaza fascista no fueron tenidas en cuenta, ni se tomaron medidas contra los
conspiradores, se nombró a Franco Capitán General de Canarias, a Goded de
Baleares y a Mola de Navarra.
El
18 julio de 1936 se produce el levantamiento militar y arranca la cruenta
Guerra Civil. En ella el PCE nunca dejó de luchar en todos los frentes hasta
convertirse en el Partido de la Resistencia, y hasta el último día estuvo
convencido que resistir era vencer. El PCE defendió al Gobierno legítimo de la
República presidido por el doctor Negrin, a sus instituciones y a la voluntad
popular, otros abandonaron a su suerte a la República claudicando y traicionando al pueblo y a la causa
antifascista.
Hoy
las clases trabajadoras de nuestro país son víctimas de la prolongada y agónica
recesión-depresión que gracias a las políticas de austeridad a ultranza
practicadas primero por Zapatero y luego por Rajoy siguiendo el dictado que
impone la UE-Troika amenazan con agravar indefinidamente su estado hasta
llevarnos a un grado de subdesarrollo insoportable. Estamos ante un estado de
excepción económico, social, político y nacional. Todo un golpe de Estado a los
derechos sociales, laborales, culturales, a las libertades y a la propia
soberanía nacional.
Mientras
tanto, la corrupción se extiende como una mancha de aceite que lo impregna todo
y a todas las instituciones del Estado. Estamos ante una crisis profunda del
régimen del 78. Pero este estado de putrefacción del capitalismo español y del
régimen bipartidista (y aliados) que lo sustenta no caerá por sí solo. El
entramado jurídico, institucional, económico,…, hacen inviable cualquier
perspectiva de gobierno que ejerza políticas de izquierdas, a lo sumo podrá
realizar políticas asistencialistas para reducir el dolor de los sectores más
desfavorecidos, recobrar libertades democráticas y mejorar la posición de los
trabajadores en sus conflictos con las patronales, que no es poco con lo que
está cayendo.
Pero
si lo que se quiere es avanzar como señala nuestro camarada José Luis Centella
en “La construcción de un nuevo país pasa
imprescindiblemente por el cambio de estructura social y la derrota del bloque
de poder dominante y responsable de la actual crisis. Nuestro reto es demostrar
que no es posible una salida social de la crisis en beneficio de la mayoría sin
la construcción de un nuevo país, por eso la campaña por un Nuevo País, no es
una cuestión electoral, sino la base de nuestra propuesta política y debe tomar
el carácter de defensa de un proceso constituyente, de una nueva constitución
en la que se materialice el proyecto político de revolución democrática que
defendemos”.
Y
en la Carta Magna de la II República de 1931, tenemos esa fuente de inspiración
para esa nueva democracia. El artículo 6. decía: “España renuncia a la guerra
como instrumento de política nacional”, puede haber mayor actualidad para un
mundo convulsionado por las guerras. Además de la actualidad de la idea
republicana de democracia y federalidad,
frente al neocentralismo de la derecha o el independentismo, hoy en día
está indisolublemente unida, en España, a la idea de igualdad y solidaridad, en
definitiva a la idea de Socialismo.
La
República será socialista o no será, no es cambiar a los “borbones” para situar
a otros profesionales de la política. Es construir una nueva democracia que
haga emerger ese nuevo país.
En
esa tarea siempre ha estado el PCE y de ello debatirá en si próximo XX Congreso
sabiendo que la construcción siempre es una tarea colectiva que solo puede
hacerse realidad con la máxima unidad popular. Pero no puede haber unidad
popular si no hay un poder popular cimentado en la movilización, en la
articulación de una amplia red de espacios de encuentro y organizaciones donde
nuestro pueblo, y especialmente la clase obrera, experimente por sí mismo su
capacidad de intervención política y social, sea consciente de su poder y se
confronte con los poderes de las élites que nos gobiernan. No partir de esas
premisas es dejarlo todo a ilusiones y fantasías sobre la predestinación de
ciertos “salvadores” que solo pueden llevar a la pasividad y a la frustración popular
y a un desastroso desmantelamiento de las escasas redes de resistencia
existentes.
Como bien señala nuestro camarada Alberto Garzón, en este momento histórico, lo que está en juego es el futuro de las próximas generaciones, de ahí que la experiencia del Frente Popular, de unidad, movilización y solidaridad popular para
vencer o para resistir sea la base de la acción de nuestro PCE.
Como
bien señalara Julio Anguita: “Este proceso será un largo trayecto en el que la
difusión del ideal republicano debe pasar de la fase de nostalgia, recuerdo o
vaga aspiración a una fase de compromiso militante con el objetivo común y con
las líneas de acción consensuadas en un amplio movimiento ciudadano, con su
especial manera de organizarse y de constituirse en sujeto de decisiones”.
¡Viva
el Frente Popular!
¡Viva
la República!
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