He
visto cosas que no creeríais, quizás no naves ardiendo más allá de Orión, pero
como si las hubiera.
En
estos quince días he visto como una organización por la que nadie daba un duro
ha levantado la cabeza y ha ganado en dignidad.
He
visto a gente llorar con el vídeo electoral de Izquierda Unida, emocionarse
como si fuera un Madrid Barça con los debates donde acudían Antonio Maillo o
cualquiera de los candidatos de IU, mandar mensajes comentando lo mala que es
Susana Díaz o qué bien le ha contestado Maillo a su salida de tono.
He
visto como una organización con unos pocos miles de militantes era capaz de
agitar twitter y colocarse como treding topic en cada ocasión que se
necesitaba.
He
visto militantes y simpatizantes en la sede enfadados porque se habían acabado
los miles de folletos que habían llegado para campaña, un camarada con el
menisco roto que no ha faltado ni a un solo acto electoral porque había que
estar allí, pese a que todos le decíamos que se quedase en su casa.
He
visto a personas que han rascado tiempo de cualquier sitio para poder ir a
pegar carteles, a las tantas de la noche e incluso de madrugada porque el día
no daba más.
He
visto a niños y niñas pequeñas decir que había que votar a IU, porque quieren
que no haya pobres en Andalucía, y que no es justo que Rajoy no les deje votar.
He
visto a compañeros y compañeras con pánico escénico y con miedo a hablar en
público subirse en un escenario delante de decenas de personas y dar un mitin
que dejaba en evidencia a los mejores oradores de cualquier otra fuerza
política.
He
visto grupos de whatsapp que no paraban de sonar, mandando convocatorias,
fotos, vídeos... para romper el bloqueo mediático.
He
visto Sevilla llena hasta las trancas y a los que allí estábamos indignados
porque los medios de comunicación daban cifras que intentaban minimizar nuestra
presencia.
He
visto a los de otros partidos muy, muy nerviosos porque la campaña de Izquierda
Unida estaba siendo la mejor con muchísima diferencia.
He
visto a candidatos dar mítines con un paraguas bajo la lluvia, porque somos la
izquierda que se moja y aquí no se rinde nadie, carajo!
He
visto al próximo presidente de la Junta llegar de paquete en una moto a los
actos, y a otros en bicicleta. No por electoralismo, sino porque es la manera
que tenían de llegar.
He
visto a periodistas felicitarnos por nuestras propuestas y acciones y, al día
siguiente, columnas en contra de IU, porque el que paga manda, según decían.
He
visto a sindicalistas comprometidos con IU, porque han vuelto a entender que no
tenemos dobleces y defendemos lo que creemos justo. Siempre.
He
visto gente protestando darnos las gracias por no esconderlos, aunque también
tuviesen críticas a nosotros.
He visto errores en la campaña que hemos
solucionado entre todos. Y también aciertos que hemos conseguido entre todas.
He
visto el mitin más grande que recuerda Málaga y Andalucía, las colas de
personas de IU, afiliados, simpatizantes y votantes, a las que no les ha
importado no poder entrar y ver el acto en una televisión.
He
visto a Julio Anguita radiante al salir del mitin, a Alberto Garzón impresionado
y a Antonio Maillo enfadado por no poder saludar a todos los que querían darle
la mano.
He
visto esperanza en la cara de gente que la había perdido, porque han entendido
que hay futuro y el destino no está escrito, sino que lo forjamos nosotros, los
trabajadores.
He
visto a un dibujante más anarquista que otra cosa muy emocionado por poder
haberle dado una copia de su Manifiesto Comunista dedicado al Califa Rojo, y me
he conmovido por sus palabras en redes sociales.
He visto tantas cosas que,
además de por cuestiones racionales, mi corazón no me permite otra cosa que
decir que el domingo #YoVotoIU, por mi, por mis compañeras, por mis compañeros,
por mis camaradas. Por la esperanza
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