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viernes, 30 de diciembre de 2016

Alberto Garzón: “Feliz y combativo 2017”




Queridos compañeros, queridas compañeras.
Os escribo con la intención de transmitiros mis mejores deseos para este año que ahora entra. Al mismo tiempo, aprovechando la ocasión me gustaría compartir algunas reflexiones que espero sean oportunas y útiles para el año 2017.
Durante este año 2016 ha tenido lugar la sexta convocatoria electoral en apenas dos años, un reflejo más de la enorme volatilidad e inestabilidad política por la que atraviesa nuestro país. Afortunadamente, en este tiempo hemos conseguido dos objetivos estratégicos. Por una parte, hemos asegurado la supervivencia de la izquierda organizada en nuestro país en un momento de implosión del sistema de partidos. Esta no era tarea fácil, y en juego estaba la desaparición de la única organización de izquierdas con tradición marxista en nuestro país. Gracias al esfuerzo de nuestra lúcida militancia hemos logrado evitar ese escenario. Por otra parte, hemos logrado también iniciar un proceso de unidad electoral que hasta el momento nos ha permitido participar en gobiernos municipales y en un espacio electoral estatal que representa en torno a uno de cada cuatro votantes. Esto es tanto una anomalía histórica en nuestro país, pues nunca un espacio a la izquierda del PSOE había cosechado tanta simpatía, como una anomalía europea, pues somos de los pocos países en los que la crisis no está evolucionando pareja a un crecimiento de la extrema derecha.
Sin embargo, creo no es un momento de autocomplacencia, sino de enfrentarnos a los importantes retos que enfrentamos como organización, como clase y como país.
En primer lugar, la dinámica capitalista y su crisis sigue haciendo estragos en nuestra sociedad. En los últimos años han aumentado las privaciones de bienes y servicios esenciales para la vida para las clases populares. El desempleo y la precariedad se extienden, lo que está condenando a cada vez más sectores sociales a tener que vivir al límite. No abundaremos en cifras y datos porque los conocemos y porque somos nuestras familias, nuestros barrios y nuestra clase social los que sufrimos estas penalidades. Y esta situación, lejos de resolverse, se está agravando como consecuencia de la hoja de ruta de los recortes y la austeridad neoliberal impuesta por la oligarquía económica europea y española.
En segundo lugar, esta hoja de ruta ha podido continuar en nuestro país porque no logramos uno de los objetivos concretos que nos habíamos marcado: gobernar España. Ni lo conseguimos en diciembre de 2015 ni tampoco en junio de 2016. Precisamente durante este año hemos visto cómo la oligarquía española se veía obligada a intervenir cuasi-militarmente el Partido Socialista para evitar un gobierno alternativo al de Rajoy en el que tuviéramos influencia política. Aquella operación comandada por Felipe González y Susana Díaz era previsible, pero aislada no basta para explicar el gobierno de Rajoy. Debemos subrayar la incapacidad propia de atraer electorado suficiente. Quizás por cansancio, seguro por nuestros errores, mucha gente que confió en nosotros en diciembre se quedó en casa en junio. Mucha gente que sufre la crisis y es víctima de la dinámica del capitalismo no ha votado en las últimas elecciones o lo ha hecho por partidos del régimen. Este es nuestro gran reto no resuelto.
En tercer lugar, nuestra organización ha estado tradicionalmente condenada a la invisibilidad mediática. Quizás esto cambiaría si nos comportáramos de forma sumisa al régimen y los poderes económicos. Si dejáramos de pedir la nacionalización de las grandes empresas energéticas y financieras, si dejáramos de pedir la salida de la OTAN, si dejáramos de exigir un Estado laico, si dejáramos de reivindicar la memoria histórica, si dejáramos de señalar la corrupción del sistema, si dejáramos de señalar que el patriarcado mata, si dejáramos de considerar simple «ciudadano» a quien usurpa la soberanía popular… Si hiciéramos alguna o todas de esas cosas probablemente tendríamos más minutos en televisión, reportajes especiales sobre la izquierda amable y de orden y tendríamos a editoriales de los grandes medios explicando lo bueno que somos. Pero si hiciéramos eso, si dejáramos de ser lo que somos, también dejaríamos de ser decentes, dignos y, sobre todo, útiles para la causa del socialismo.
Estamos orgullosos de defender nuestras ideas y trabajamos para extenderlas, porque entendemos que es la única forma eficaz de luchar contra la crisis y contra el capitalismo. Porque es la única forma de lograr una vida digna. Y tenemos una organización que ha de afrontar nuevos e importantes retos, pero que está mejor de lo que ha estado en décadas. Tenemos la representación parlamentaria en Congreso y Senado más alta desde 1996, y participamos en un espacio político que representa el 25% del electorado en estos momentos. Y, sin embargo, eso sólo es una pequeña parte de lo que somos, pues lo más importante es nuestra militancia, y nuestra capacidad de transformar conciencias y realidades desde abajo, desde los barrios y desde los centros de trabajo. Por eso hemos iniciado campañas estratégicas como la campaña «¡Que no nos jodan la vida!», instrumento necesario para llegar a toda la gente que nos falta y que, como el resto, espera también construir soluciones a sus problemas concretos.
Este año también se nos han ido muchos y muchas compañeras, muchos y muchas militantes imprescindibles. Hace apenas unos días se nos ha ido Marcos Ana, pero su experiencia y su visión de vida queda en nuestros corazones y en nuestro proyecto. A él le gustaba decir que los comunistas tenían que ser buenas personas porque así la gente del barrio entendería perfectamente qué significa ser comunista. Sin necesidad de proclamas ni banderas. Con el ejemplo. Allí donde había una injusticia, allí habría un comunista combatiéndola. Creo que ese ejemplo de Marcos demuestra que nuestro proyecto es un proyecto ético-político, y que por lo tanto no podemos prescindir de valores y principios en nuestras vidas públicas y privadas, al mismo tiempo que también refleja que nuestro ámbito de actuación principal es la calle, los barrios, la vida misma.
Yo estoy seguro de que este año nos marcaremos aún más ambiciosos retos, y estoy convencido también de que juntos y juntas los alcanzaremos. Y estoy convencido de que más temprano que tarde construiremos una sociedad sin clases, una sociedad sin patriarcado, una sociedad que respete a sus animales y a su planeta, una sociedad en la que el reino de la necesidad haya dado paso al reino de la libertad. Tenemos el proyecto, los instrumentos, la gente. Cabe desearnos lo que necesitamos: buen trabajo y acierto.
Feliz 2017
¡Salud y República!
Alberto Garzón Espinosa

domingo, 25 de diciembre de 2016

Alberto Garzón: “Hay un interés político muy evidente en ignorar la realidad y construir la idea de que IU está desaparecida. Porque IU se ha mostrado rebelde”. Entrevista

El Coordinador Federal de IU reconoce que observa con atención los debate internos que están teniendo lugar en Podemos. También, que el resultado de los mismos afectará a la construcción del espacio político del cambio. No obstante, aboga por la no injerencia en su proceso como la fuerza morada hizo con el proceso asambleario de su partido. El diputado en el Congreso por Unidos Podemos ha estado recientemente en Berlín asistiendo al Congreso del Partido de la Izquierda Europea y considera que en España la izquierda ha hecho sus deberes para impedir el surgimiento de un fenómeno de extrema derecha que sí existe en otros países. Alberto Garzón (Logroño, 1985), recibe a cuartopoder.es en la sede federal de IU en Madrid. En la entrevista analiza entre otras cuestiones de actualidad, la visibilidad actual de IU o cómo llegar a conectar más con las clases populares.
— Estuvo en Berlín el pasado fin de semana en el Congreso del Partido de la Izquierda Europea. ¿Qué salud tiene la izquierda en Europa?
— Es una situación de contraste. Hace unos cuantos años el PIE representaba a partidos que en las mejores circunstancias tenían el 10% del electorado en cada país. Ahora, sin embargo, son muchos los partidos y espacios políticos que superan con creces incluso el 20%. Hay una mejora clara y cuantitativa en términos de expectativas electorales que quizás sea una forma de indicar la aceptación de la izquierda europea en estos momentos. Ahora bien, al mismo tiempo hay un enorme grado de preocupación por el crecimiento de la extrema derecha y las posiciones populistas de derechas que están abogando por prácticas puramente fascistas o neofascistas; están canalizando la rabia de la gente ante la crisis y la globalización pero desde ópticas de racismo, xenofobia o clasismo. Hay que encontrar medidas y políticas que puedan frenar eso y ofrecer una alternativa de izquierda. Por eso digo que es de contrastes, hay una mejora respecto a hace unos cuantos años pero al mismo tiempo los retos y riesgos son enormes. Al mismo tiempo hay que decir que también son enormes las oportunidades.
— ¿Qué riesgos ve de que un fenómeno de extrema derecha avance en España como en otros países de Europa? De momento lo que hay son movimientos marginales.
— En España contamos con singularidades que han hecho que de momento no haya una extrema derecha explícita. En primer lugar, hay un elemento que lo compensa porque gran parte del discurso racista y xenófobo está dentro del PP también en diferentes manifestaciones, pero hay casos como García Albiol en Cataluña que es el más representativo y gráfico. No obstante lo que sí que no existe en nuestro país es una extrema derecha con los perfiles y rasgos del resto de Europa. Fundamentalmente hablamos de un liberalismo de pátina social hacia dentro del país. Incluso en algunos caso empujado por los propios millonarios. Es el caso de Trump, un liberalismo interno muy fuerte aunque tenga una pátina social sólo y en exclusiva para determinados espacios de identidad nacional o de etnia. Luego tiene un proteccionismo hacia fuera en el sentido de proteger las industrias y empleos nacionales. Pero es contradictorio con la política que se lleva hacia dentro. Ese es el perfil típico de Le Pen, Trump y de la extrema derecha en los países nórdicos. Eso no existe en España, en gran parte porque la izquierda ha hecho sus deberes. No quiere decir que tengamos que estar absolutamente satisfechos porque tenemos enormes retos por delante pero sí es verdad que el trabajo que se ha hecho como izquierda en un espacio sociológico, desde las movilizaciones sindicales del año 2010 hasta el 15-M y pasando por la representación de partidos nuevos y viejos, ha conseguido en cierta medida generar un cortafuegos. Partiendo de la base siguiente: hay que ofrecer respuestas, seguridad y protección a las clases sociales que sufren el capitalismo, la globalización y la crisis. Y como lo hacemos desde la izquierda no se hace desde la derecha. Esto es una evidencia. Se suele utilizar, creo que con acierto, un principio de comparación que es el de la física: espacio que no ocupas lo ocupa otro sujeto o actor. En política vendría a ser exactamente lo mismo.
— Menciona a Trump. Poco después de su victoria realizó un análisis en el que señalaba que para evitar “monstruos” como él había que hablar claro a la clase trabajadora. Alguna gente de Podemos como Jorge Moruno interpretó eso como una especie de revancha contra el discurso de ese partido. ¿Guarda relación o fue una interpretación errónea?
— Yo no me siento aludido por esa afirmación. Creo que hay una parte en Podemos que tiene una forma de enfocar la política que es profundamente reactiva contra el pensamiento de izquierdas. Pero no creo que eso sea real. Cuando hacemos un análisis de Trump lo hacemos desde códigos diferentes a los que puede manejar gente como Jorge Moruno. Son códigos de una tradición política diferente. Nosotros creemos que los nuestros son correctos. No somos dogmáticos pero creemos que reflejan mucho mejor lo que está sucediendo. Y cuando uno analiza el fenómeno de Trump tiene que entender que ha conseguido canalizar la frustración e ira de unas clases populares blancas que son víctimas de la globalización como clases medias, aunque éste sea un concepto que yo no comparto por ideológico. Sí que es verdad que estas víctimas de la globalización han visto como eso les ha llevado a la desindustrialización y la pérdida de empleo. Y a un incremento de la competencia internacional que les ha producido bajada de salarios. Incluso se ha globalizado el mercado de trabajo y eso ha hecho que aquellos sectores sociales menos cualificados sean mucho menos competitivos en el mercado de trabajo. Eso suele responder en EE.UU. a un perfil de clase media blanca que manifiesta esa frustración e ira canalizada a través de un discurso populista de derechas. Hay unas bases materiales muy evidentes en el triunfo de Trump que tienen que ver con el papel que juega y el lugar que ocupa un determinado sujeto en la estructura de clases. Esto es un enfoque diferente al que suele hacer Moruno y determinados representantes de las tesis más populistas de izquierdas. Pero no quiere decir que esté de acuerdo con la afirmación que planteas sino todo lo contrario. Creo que lo que nosotros hacemos es lo que permite explicar bien tanto el fenómeno de Trump o Le Pen. Con ese diagnóstico acertado se llegan a conclusiones más correctas. Cuando decimos que hay que hablar claro a la clase trabajadora nos referimos a este tipo de diagnóstico. No estamos diciendo que vamos a volver a insistir en la simbología y liturgia vacía, que es lo que intenta caricaturizar Moruno en mi análisis. Eso es falso, es una utilización bastante poco rigurosa. Decimos que hay que hablar de los problemas concretos de determinados sectores porque las clases sociales existen, la lucha de clases existe y el capitalismo tiene una dinámica que afecta de forma diferente si te sitúas en un espacio de la clase social o de otro. Se podrían encontrar cosas complementarias pero tenemos dificultades mientras determinados analistas de Podemos construyan sus discursos contra otras tesis de la izquierda en vez de tratar de encontrar lo que puede enriquecer una tesis común.
— Uno de esos problemas concretos de las clases trabajadoras es la precariedad. IU ha lanzado una campaña sobre el asunto intentando conectar con la gente que la sufre. ¿Por qué piensan que esas personas precarias aún no han optado por un espacio político de izquierdas como el vuestro o el de Unidos Podemos?
— Podría resumirlo en que está despolitizada. Es decir, de momento no se ha canalizado por la extrema derecha ni por las diferentes alternativas anticapitalistas por la izquierda. Iniciamos la campaña de la precariedad con el objetivo de llegar a las clases populares. Uno puede partir de un diagnóstico más analítico que es que nosotros representamos en el espacio político de Unidos Podemos (UP) al 25% de la población. Es obvio que es un porcentaje que está muy bien, manifiesta un momento histórico porque nunca había ocurrido en nuestro país. Pero es insuficiente para llevar a cabo transformaciones considerables. Es obvio que falta gente. Las dos preguntas fundamentales son ¿quién es esa gente? y ¿cómo se llega a ellas?. Nosotros creemos que son las víctimas de la globalización, el espacio político despolitizado que sufre las consecuencias del capitalismo y la crisis pero que opta por no votar. ¿Por qué en un barrio excluido, que es precisamente la manifestación más salvaje de la crisis, sólo vota el 20%? Es evidente que porque el 80% no siente la política como un instrumento de transformación social. Si ese es el tipo de gente que en principio puede formar la base social de nuestro país, hay que pensar cómo se llega a ellas.
Pensamos que no se hace sólo a través del discurso. El discurso es necesario y ha de adaptarse al contexto concreto pero para llegar a ellos necesitamos estar en la práxis, en el conflicto. No llegas a los barrios excluidos abstencionistas a través de La Sexta Noche. Ni vas a llegar a través de las PNL en el Congreso. Es evidente. Y quien quiera negarlo puede pero la realidad es bastante tozuda. Los procesos últimos del 15M en adelante, incluidos los procesos municipalistas de los que tan orgullosos estamos porque han significado ganar algunas ciudades, no han alterado el porcentaje de abstencionismo en los barrios más populares. Por tanto estamos dejando muy evidente que la política todavía no ha penetrado en esos espacios. Para nosotros sólo se puede hacer eso desde la práctica política, bajar a los barrios, hacer un diagnóstico de ellos e intervenir en su realidad. Eso requiere una organización, militancia, estrategia y planificación. Así es como nosotros entendemos la política. Evidentemente eso choca con quienes entienden la política de una forma institucionalizada o meramente discursiva.
— ¿Qué puede hacer UP en las instituciones ahora mismo, durante esta legislatura? Estamos viendo muchos vetos del Gobierno a iniciativas que tienen la mayoría parlamentaria.
— La participación en las instituciones es una herramienta necesaria para cambiar la sociedad. No es la única, se cambia a través de la pedagogía, los hábitos cotidianos y muchos espacios políticos que no son sólo la presencia en el Parlamento. Dentro del Congreso tenemos un tablero de juego muy marcado. Hay un Parlamento que no tiene mayoría absoluta del PP y que por tanto abre una posibilidad de incorporar determinadas reformas. Limitadas eso sí. No sólo porque requieren del consenso de fuerzas del propio sistema como el PSOE o C’s sino porque incluso cuando esas prosperan se encuentran con un conflicto de intereses entre Gobierno y Parlamento. Nos mete en una batalla burocratizada imposible de resolver siempre y cuando no se desborde. Si conseguimos desbordar la realidad institucional es porque participamos en la calle. Esto no es una cuestión de teoría sino de realidad. Hay que ir a los datos empíricos y comprobar la experiencia histórica. Uno puede ser consciente de lo que fue la PNL de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en la que se propone una dación en pago. Superó las barreras porque se desbordó por la calle. A pesar de que el reconocimiento final fue que la institución era incapaz de asumir la demanda de la PAH porque contenía una mayoría absoluta del PP. Pero incluso con eso la forma de desbordar la institución fue por fuera, no por dentro. Esto se ha repetido una y otra vez. El propio Roosevelt cuando intentó aplicar el New Deal en los años 30 les dijo a los sindicatos que primero tenían que exigirlo para desbordar los propios márgenes del sistema institucional. Aquellos que ven la institución como un fin en sí mimo se equivocan porque muchos de los elementos que condicionan la capacidad de resolver los conflictos institucionales se determinan fuera. Eso es algo que sirve para aprender cómo resolver los conflictos de intereses entre Congreso y Gobierno. Es con mucha movilización, generando un estado de opinión y clima en la sociedad para que el Gobierno se vea imposibilitado a vetar. El Gobierno veta porque cree que puede vetar. Formalmente puede hacerlo pero también informalmente porque camina del lado del sentido común. Si convertimos el imaginario de la gente en que es una barbaridad lo que está haciendo el PP, a mi juicio lo es, somos capaces de generar un clima de opinión en el que ellos si quieren vetar tendrían que asumir un coste enorme que quizás no quiera hacer. Así es como se determina realmente la política.
— Después de todos estos años donde ha habido un ciclo de movilizaciones muy fuerte, ¿no puede haber algo de frustración en la sociedad porque no ha servido para mucho? ¿Cómo se combate ese posible sentimiento que no sé si comparte?
— Llevamos años en los que se ha recuperado mucho la figura de Gramsci. Pero no es una persona que escribiera manuales formales o cosas por el estilo. Era una persona que escribió fragmentos dispersos mientras estaba en la cárcel y eso permite una interpretación siempre diferente por parte de quien lo usa. Y al final se utiliza como instrumento para echárselo en la cara al adversario o al supuesto compañero. A mi juicio su ventaja es que desarrolló algo que nos explica que la transformación de la sociedad no sólo se hace por cauces institucionales, formales o legales sino que es muy importante la concepción del mundo. Esto nos lleva a entender la movilización no sólo como fin en sí mismo, ni siquiera como un fin a corto plazo, sino para construir subjetividad nueva. Es decir, vas a una manifestación, pides la derogación de la reforma laboral y no lo consigues. ¿Es un éxito o un fracaso? Habrá quien diga de forma instrumentalista que es un fracaso. Habrá quien diga, habiendo aprendido de todos estos desarrollos teóricos, que no es necesariamente un fracaso. Porque todos los participantes en esa movilización han alterado su concepción del mundo poniendo el foco apuntando a un elemento como que la reforma laboral es injusta y que el Gobierno está actuando contra la ciudadanía. Pues bien, esto es un planteamiento de largo y medio plazo. La movilización genera subjetividad. No podríamos entender el 15-M sino hubiéramos entendido las movilizaciones previas de los sindicatos luchando por cosas concretas que en muchos casos no se consiguieron pero generaron un clima de opinión que hizo ver a la gente que el Gobierno actuaba en contra de los intereses de la mayoría. Por tanto, ahora no se podrían entender fenómenos como el de UP sin haber entendido los ciclos de movilización previa. Los que se inician ahora no tienen sólo el objetivo de derogar leyes injustas sino generar nuevas subjetividades y formas de ver el mundo. Decir que rescatan autopistas mientras nos recortan los derechos. Y eso significa que hay que politizarse. Aunque no se consiga ganar en esta batalla concreta la gente se irá sintiendo parte de un nuevo colectivo, el de las víctimas de las políticas del Gobierno.
— En una de las últimas entrevistas realizadas con este medio señaló que tras el acuerdo con Podemos, IU tendría incluso más visibilidad que antes y no se perdería en ningún caso la identidad. ¿Se están cumpliendo esas expectativas?
— Como todo en la ciencia política deberíamos acudir a los datos, a los hechos más objetivos posibles. Partamos de los análisis cuantitativos. IU tiene ahora 8 militantes en el Congreso. Tenemos también 2 senadores. En 2011, por poner un ejemplo de referencia, teníamos 8 diputados de IU y ningún senador. Es evidente que hay una mejora cuantitativa, ligerísima si se quiere. Pero si comparamos con 2015, teníamos 2 diputados y 0 senadores. Es evidente que la unión, comparada con el 20-D, es mucho mejor aunque entendamos que son números modestos. Pero en cualquier caso los hechos nos demuestran que estamos en mejores condiciones que en 2011. Y si encima contextualizamos y ponemos de relieve que en todo este camino han surgido fuerzas como Podemos y C’s que han arrasado incluso con sujetos políticos que parecían establecidos como es el caso de UPyD, es evidente que nosotros hemos conseguido ganar espacio. Soy ahora mismo el político a nivel estatal mejor valorado según algunas encuestas como la del CIS. Eso no existía en 2011 para nadie de IU. La presencia en los medios de comunicación es ahora más nutrida de gente de IU que en 2011. Cualquier dato o indicador que uno quiera recoger respecto a 2011, siendo un entorno más favorable porque había menos partidos, frente a 2016 es evidente que salimos ganando ahora. ¿Cómo es posible que a pesar de eso se haya construido en el imaginario de una parte de la población la idea de que IU ha desaparecido? Porque hay un interés político muy evidente en ignorar la realidad y construir la idea de que IU está desaparecida. Porque IU se ha mostrado rebelde. Esa es la respuesta, porque a nosotros nos pidieron: tenéis que tener un Carrillo en esta fase histórica. Necesitamos para reformar el sistema que la izquierda participe de la legitimación de la reforma constitucional y del sistema. Nosotros dijimos que no, que no íbamos a ser un Carrillo sino rupturistas. Vamos a defender nuestra ideología y entender la política de una forma diferente a la del mero reformismo. Cuando transitamos ese camino muchos poderes económicos nos ponen en el punto de mira para atacarnos. Lo hacen por elementos que saben esenciales en la vida política como son las emociones o la identidad. Eso cala en determinados sectores aunque lo hace desde un punto de vista psicológico. Pero cuando vamos a hechos concretos, uno no tiene nunca ningún argumento sobre la pérdida de visibilidad. Eso es una cosa llamativa porque cuando contrastamos con la realidad creo que lo debe imperar es la realidad y no tanto la visión que se ha intentado generar por una maquinaria brutal. Mientras nos oponíamos a Podemos nos trataba con cierto cariño pero en la medida que somos parte de una fuerza capaz de transformar el país en coordenadas rupturistas empieza a maltratarnos e intentar dividirnos. Es una lucha de clases también trasladada a lo comunicativo.
— Esta visión también se da en sectores internos minoritarios en IU. ¿Qué les diría?
— Lo único que se les puede decir, para tener un debate serio, a quienes consideran dentro de IU que está desaparecida es que observen la realidad. Si sólo nos limitamos al indicador de parlamentarios estamos mejor de lo que hemos estado en décadas. Y sin embargo hay quien mantiene una tesis contraria a pesar de negar en este caso la realidad de una forma tan evidente. Y esto es sólo hablando de una parte meramente formal. ¿Cómo es posible? Esa es la gran pregunta. Porque hay intereses políticos incluso también dentro de IU. Quienes se quejan de la falta de visibilidad lo hacen por una característica política. Porque están incómodos en una posición rupturista frente a un sistema político que a lo mejor a ellos sí les representa. Es lo que habíamos llamado la sombra del eurocomunismo, que son aquellas personas que con un discurso obrerista, pero sólo discurso sin estar acompañados de prácticas políticas, eran capaces de asumir que el régimen del 78 era un buen marco de transformación social y que nuestro papel estaba limitado a facilitar gobiernos de izquierda del PSOE. Cuando uno opera desde esa cultura política se incomoda de ver cómo de repente un discurso anti-establishment y rupturista penetra y se convierte en la lógica fundamental de IU. Es curioso porque en realidad no hemos cambiado en la esencia de IU porque nació diciendo lo que nosotros decimos ahora. Pero mutó por el camino. Quien tiene una posición política determinada pero no la pone encima de la mesa prefiere atacarnos con elementos que sabe que son emocionales y que afectan a la ciudadanía pero que no son reales.
— Ha dicho que tanto Pablo Iglesias como Íñigo Errejón son personas imprescindibles para el espacio político del cambio. ¿Cómo ve el debate interno de Podemos y cómo puede afectar el resultado de su proceso en UP y la construcción de este espacio? Se interpreta que Iglesias es más cercano a las tesis que defiende usted y que Errejón no lo es tanto. ¿Podría afectar si gana el proyecto de uno u otro?
— Sí, afecta. No se puede negar la realidad. Somos aliados, construimos un espacio político conjunto. Cuando uno de los dos plantea unas tesis que son diferentes, quien gane lógicamente va a marcar y condicionar el resultado del espacio político conjunto. En ese sentido, evidentemente estamos muy atentos a lo que pueda suceder. Pero desde nuestra autonomía, independencia y respeto hacia los procesos internos que está teniendo Podemos. Son sus debates. Le corresponden a ellos y su militancia resolverlos. No a nosotros. Nos corresponde no injerir, algo que es básico a la hora de poder proporcionar nuestras opiniones sobre los procesos internos. No queremos interferir y queremos respetarlos. Nosotros preferimos que la opción ganadora sea la que fortalezca nuestras propias tesis. Evidentemente, es abundar en lo obvio. Queremos construir un espacio político más amplio en nuestro país, caracterizado por la presencia en el conflicto y que haya diagnosticado adecuadamente lo que ha sucedido en nuestro país para ser un instrumento de transformación social de la ciudadanía y clases populares. Para eso vamos a seguir trabajando sin esperar a Podemos. Tenemos nuestra propia autonomía, independencia y vamos a trabajar desde ya. En la campaña de la precariedad estamos estableciendo interlocución con otros sujetos sociales con los que construir un espacio político más amplio y dejamos que Podemos resuelva sus debates. Esperamos que en el espacio de tiempo lo más breve posible podamos trabajar conjuntamente en la construcción de un espacio que no se construye desde lo formal o los discursos sino desde la práctica. Por eso lo importante es que en la práctica nos vayamos encontrando conjuntamente. Eso es una ventaja porque nos saca del foco de los debates orgánicos. Mientras ellos tienen el suyo, que respetamos, vamos trabajando en una hoja de ruta que ya habíamos marcado. Debates similares a los que está teniendo Podemos ahora nosotros ya los resolvimos en junio. Ahora dejamos que ellos lo resuelvan como ellos hicieron con mucha elegancia con los nuestros.
— Iglesias, en una entrevista con este medio, descartaba la fusión orgánica entre Podemos e IU. Dijo que usted también estaba de acuerdo. ¿No está en la hoja de ruta?
— Correcto. Nosotros no tenemos planteada una hoja de ruta que termine con una fusión orgánica. Pero fundamentalmente porque nosotros no somos capaces de predecir el futuro. Trabajamos en la realidad concreta con una hoja de ruta y línea estratégica. Pero está condicionada por los eventos que vayan sucediendo en el camino. Es evidente que depende de la línea política que apruebe Podemos la relación será de una forma u otra. Pero lo mismo podría decir con En Comú Podem, En Marea o los movimientos sociales. Lo que hacemos es trabajar una hoja de ruta propia, de conformación de un espacio político más amplio. Pero no somos capaces de adivinar las formas concretas que va a tener ese espacio. Porque sería empezar la casa por el tejado. Todo lo que decimos desde la nueva dirección está claro para la militancia. Queremos construir un espacio político que permita superar IU. Y que simplemente sea un instrumento de transformación social de la vida, que no sea un partido político clásico sino un movimiento político y social construido con más gente. Las fórmulas jurídicas que tome ese espacio son cuestiones que van a un debate muy posterior. Cuando se habla de fusión se hace mención más a un debate jurídico que a uno político. Nosotros queremos saber si Podemos, En Comú Podem, En Marea, los movimientos sociales o nosotros estamos de acuerdo en la necesidad de construir espacios políticos comunes que sirvan para que la gente se referencia en ellos, se vea representado en ellos y sirvan como instrumento para mejorar la vida de la gente. Es lo que queremos poner de acuerdo, los debates jurídicos se resolverán después. A pesar de que entiendo que los debates jurídicos son más espectaculares y titularizables que los políticos. Pero los últimos son los fundamentales.
— La experiencia ahora de UP se reduce al ámbito parlamentario, ¿cómo está siendo la coordinación dentro del Congreso? ¿Qué se puede mejorar?
— Se pueden mejorar muchas cosas en UP. Hemos tenido importantes errores que tenemos que resolver y cuestiones que son menores en cualquier caso. Es normal que un espacio tan heterogéneo tenga sus complicaciones, incluso contradicciones, pero estamos hablando de cuestiones completamente secundarias dentro de lo más importante. Por ejemplo cuando hemos estado ahora en Berlín defendiendo nuestra posición creo que es una de las notables excepciones en la UE e incluso en todo el mundo en el que hay un espacio político a la izquierda de la socialdemocracia que representa al 25% de la población. Eso es lo importante, que hemos construido una fuerza con un proyecto político de transformación social no socioliberal sino de marcado carácter anticapitalista independientemente de las palabras que podamos incorporar como etiquetas. Tiene un gran potencial y oportunidades. No está exento de contradicciones, errores, peligros y riesgos. Pero eso es la política y la parte de coordinación parlamentaria es secundaria.
— ¿Algún ejemplo concreto de esas cuestiones a mejorar?
— Establecer canales institucionalizados, más orgánicos y menos informales para repartirnos el trabajo. Nos estamos repartiendo el trabajo a veces de una forma muy natural y otras de una manera que implica una negociación casi sindical para ver quién defiende unas cosas y otras. Si conseguimos normalizar que somos fuerza diferentes llegaremos a un punto en el que todos saldremos ganando. No sólo por el reparto individual en favor de la visibilidad y los tiempos sino por el elemento político de que un grupo tan heterogéneos tiene contradicciones pero también un gran potencial. Y tiene más potencial que un grupo dogmático y rígido.

https://www.cuartopoder.es/deidayvuelta/2016/12/25/garzon/11721


domingo, 18 de diciembre de 2016

No más cortes de luz ¡Acabemos con las tarifas abusivas y los cortes de luz a familias sin recursos!



El manifiesto “No más cortes de luz” ha sido impulsado por 25 organizaciones sociales y sindicatos,  con el objetivo de acabar con los cortes de luz a familias sin recursos y las elevadas tarifas que sufrimos toda la ciudadanía española, una de las más altas de Europa.
El documento cuenta ya con el apoyo de IU, Podemos, PCE, Equo, En marea, Compromis, En Comú Podem, es decir todas las formaciones que forman parte del grupo parlamentario Unidos Podemos, además de ERC y Coalición Canaria.
Las organizaciones impulsoras de la iniciativa son: Alianza contra la Pobreza Energética, Amigos de la Tierra, Asgeco, Attac, CCOO, UGT, CGT, USO, Confederación Intersindical, Democracia real YA!, Ecologistas en Acción, FACUA-Consumidores en Acción, Frente Cívico Somos Mayoría, Fundación Internacional de Derechos Humanos, Greenpeace, InspirAction, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, Red de Solidaridad Popular (RSP), Plataforma Garanticemos las Pensiones, Somos, Unccue y WWF.
Manifiesto “No más cortes de luz”
Desde el estallido de la crisis en 2007 la pobreza energética se ha convertido en uno de los principales problemas sociales y económicos en España, al haberse sumado al desempleo y a la reducción de salarios una escandalosa subida de la tarifa eléctrica.
7 millones de personas tienen dificultades para pagar la factura de la luz y más de 5 millones se quedarán sin calefacción durante este invierno. Aunque cada año mueren en España más personas por falta de suministros en sus hogares que por accidentes de tráfico, los afectados por la pobreza energética siguen siendo invisibles.
Causa importante de esta grave situación se encuentra en los aumentos indiscriminados de las tarifas de la luz. Tan sólo en los últimos seis meses, el recibo se encareció en un 25%. Las grandes compañías se niegan sistemáticamente a realizar una auditoría que permita determinar los costes reales de la producción eléctrica y promueven un sistema que favorece la especulación. Es imprescindible que haya mayor transparencia para poder acabar con los abusos en la factura eléctrica.
Las tres mayores eléctricas se han embolsado más de 56.000 millones de euros en beneficios desde el inicio de la crisis, mientras sostienen una deuda millonaria con la ciudadanía. Entre 1998 y 2006, las grandes eléctricas cobraron ilegalmente más de 3.500 millones de dinero público en concepto de Costes de Transición a la Competencia (CTCs).
Las dos sentencias dictadas el pasado octubre por el Tribunal Supremo por las que se anula el sistema de financiación del bono social evidencian el fracaso del actual modelo energético, obligando a los usuarios a indemnizar a las eléctricas con más de 500 millones.
Además, el actual bono social no soluciona el problema de la pobreza energética, ya que sigue suponiendo una tarifa muy elevada y ni siquiera se aplica por criterios de renta. Se trata de una medida meramente cosmética que ha dejado fuera a dos terceras partes de las personas afectadas, a la vez que subvenciona a hogares con rentas altas.
Por su parte el oligopolio eléctrico ha abusado de su situación de privilegio vulnerando los derechos de los consumidores. Necesitamos acabar con la dramática situación de pobreza energética que viven millones de personas en nuestro país.
Resulta urgente que España respete los compromisos adquiridos en el marco internacional y garantice el cumplimiento del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Observación general Número 4 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, según las cuales un nivel de vida digno requiere de una vivienda adecuada con acceso a suministros básicos como luz, agua y calefacción.
Del mismo modo necesitamos que se cumpla la legislación europea sobre suministro eléctrico, que obliga a los Estados miembros a proteger a los usuarios vulnerables y a prohibir los cortes de luz en periodos críticos (artículo 3 de la Directiva 2009/72/CE, de 13 de julio de 2009).
Por lo expuesto reclamamos:
1. Prohibición legal de todos los cortes de luz a familias con problemas económicos. Las eléctricas deberán dirigirse a la administración para comprobar la situación de las familias que no abonen sus recibos. Si sufren vulnerabilidad económica, no podrán cortarles el suministro y el coste será asumido por las compañías.
2. Fin a los abusos tarifarios. Aprobación de una tarifa asequible, regulada por el Gobierno, a la que podrán acogerse todos los consumidores domésticos en su primera residencia.
3. Creación de una auténtica tarifa social. Sustitución del actual bono social por una tarifa de reducida cuantía dirigida a las familias con bajos niveles de renta, sufragada por las eléctricas.
4. Reconocimiento y devolución por parte de las grandes eléctricas de los 3.500 millones de euros que cobraron indebidamente en conceptos de Costes de Transición a la Competencia (CTCs).
5. Auditoría al sistema eléctrico. Realización de un análisis de los costes del sistema desde que se puso en marcha la liberalización del sector, con el objetivo de determinar el precio real de las tarifas eléctricas.
6.  Aplicación del tipo de IVA superreducido a la electricidad, pasando del 21% actual al 4% por ser considerado un servicio esencial para la ciudadanía.
*  Firma el manifiesto: https://nomascortesdeluz.org/
¡Acabemos con las tarifas abusivas y los cortes de luz a familias sin recursos!
Las 25 organizaciones de la sociedad civil impulsoras del manifiesto nomascortesdeluz.org, partidos políticos que apoyan sus reivindicaciones y numerosos colectivos locales han convocado concentraciones y manifestaciones el este miércoles 21 de diciembre, Manifestación en Málaga a las 18:30 horas en la C/ Larios, y al mismo tiempo hacen un llamamiento a todos los usuarios a apagar la luz durante una hora el 21 de diciembre a partir de las 19:00 horas